20 de noviembre de 2020

EUCARISTÍA POR LOS FALLECIDOS EN LA PANDEMIA.


EUCARISTÍA POR LOS FALLECIDOS EN LA PANDEMIA
NOVIEMBRE 20 DE 2020

Padre, Héctor Giovanni Sandoval Moreno. Delegado para la pastoral litúrgica Arquidiócesis de Ibagué. 

Monición inicial: Unidos a la Iglesia que peregrina en Colombia, nos reunimos en este día para orar por todos los hermanos que han fallecido, víctimas de esta pandemia, sacerdotes, religiosos y laicos. Como una sola familia pidamos al Señor que reciba a nuestros hermanos que han fallecido, les perdone y los llene para siempre con su amor. Y pidamos los unos por los otros, para que también a sus familias las consuele y le dé fuerza la confianza en el amor del Padre. Celebremos con fe y esperanza en la resurrección futura.

ORACION COLECTA

Dios inmortal muéstranos el poder de tu soberana bondad, y a quienes deploramos la muerte repentina de nuestros hermanos sacerdotes, religiosos

y laicos, fallecidos por esta pandemia, nos consuele la esperanza de que ellos viven en tu compañía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Monición: Sólo Dios tiene palabras de vida eterna, preparemos nuestra mente y nuestro corazón para recibir su mensaje, porque en él nos transmite esperanza, amor, paz, serenidad y consuelo. Escuchemos con fe y atención.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría 3, 1-9

La vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz.

La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente.

Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos. Palabra de Dios.

Salmo responsorial:   Salmo 22, 1-3. 4. 5. 6 (R.: 1; o bien: 4ab)

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos  8, 31b-35. 37-39

 


Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aun, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?

Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia? , ¿la persecución? , ¿el hambre?, ¿la desnudez? , ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro. Palabra de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan  6, 37-40

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día». Palabra del Señor.

ORACION DE LOS FIELES

Presidente: Queridos hermanos: con el corazón apesadumbrado por la muerte de nuestros hermanos, víctimas de esta pandemia, pero confiando en la misericordia de Dios, nuestro Padre, oremos con fe, diciendo: Dueño de la vida y de la muerte, escúchanos.

1.         Para que libre de todo mal y admita en su presencia a nuestros hermanos fallecidos por esta pandemia, que han sido arrebatados por la muerte de forma inesperada. Roguemos al Señor.

2.         Para que ayude a sus familiares y amigos y los consuele con su gracia. Roguemos al Señor.

3.         Para que la Iglesia, en ésta y en otras circunstancias, anuncie eficazmente la victoria de Cristo sobre la muerte. Roguemos al Señor.

4.         Para que Dios purifique a nuestros hermanos difuntos con su misericordia y los revista de gloria y de inmortalidad. Roguemos al Señor.

5.         Por todos nosotros, para que pongamos nuestra voluntad en los valores que permanecen y llevemos a la práctica la solidaridad cristiana. Roguemos al Señor.

Presidente: Escucha, oh Padre, las oraciones de tu Iglesia; tú eres compasivo y justo; ayúdanos a superar la adversidad ante esta pandemia y a vivir guiados por la fe y sostenidos por la esperanza. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas


Señor y Dios nuestro, te rogamos que aceptes con bondad el sacrificio que te ofrecemos por tus siervos difuntos, y ya que les has concedido el mérito de la fe cristiana, otórgales también la recompensa eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de difuntos

Oración después de la comunión

Hemos recibido, Padre, este sacramento y te pedimos que derrames con abundancia tu misericordia sobre tus hijos difuntos, y concédeles la plenitud del gozo eterno a quienes diste la gracia del bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor.