Evangelio para el domingo 28 de febrero 2021. A Jesucristo hay que aceptarlo como Dios. “Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.” (Marcos 9, 2-10). Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
La transfiguración del Maestro muestra el rostro de Dios ante la
humanidad. Elige a pocos para este gran
momento; completa el evento con el recuerdo de Moisés y de Elías. Se unen
varias realidades en un solo conjunto. El verdadero rostro de Dios renovador y
liberador en contraste con la ley y los profetas que llegan a su plenitud. Nos propone el culmen de nuestra fe,
encontrarnos cara a cara con Dios. Las dos grandes autoridades de la Antigua
Alianza dialogan con el Maestro de Nazareth: se unen la ley y los profetas,
(cf. Éxodo 34, 29-35). Jesucristo es el único que tiene la llave para
interpretar la historia de la salvación del mundo.
A Jesús hay que aceptarlo como Dios para poderlo comprender como
realmente Él es. Razón suficiente tuvo el Papa Emérito Benedicto XVI al
explicar que la divinidad de Jesús va unida a la cruz; solo en esa inter
relación se reconoce a Jesucristo correctamente. La Transfiguración nos invita
a abrir los ojos del corazón al misterio de la luz de Dios presente en toda la
historia de la salvación. Ya al inicio de la creación el Todopoderoso dice:
«Fiat lux», «Haya luz» (Génesis 1, 3), y la luz se separó de la oscuridad. Al
igual que las demás criaturas, la luz es un signo que revela algo de Dios.
(Ángelus 6 de agosto 2006). La divinidad de Jesús, no se manifiesta en un
ambiente de poder, de fuerza, de dejar atrás como superando a sus
contendientes. Sino que el rostro de Dios es una cara amable, tierna, amorosa,
plena de luz, cambia el horizonte de cualquier vida desviada por la tentación y
el materialismo presente.
La gente cambia cuando logra encontrar el sentido de Dios en sus vidas;
la gente cambia porque descubre el rostro de Dios en los rostros de la gente
amable, dulce, tierna, sencilla, humilde; La gente cambia porque se propone
expresar el rostro divino en su propia vida; a eso le podemos llamar: la
transfiguración del cristianismo. Según
la hermenéutica bíblica, si la Cruz era un impedimento para poder creer en
Jesús. La transfiguración ayudará, a los discípulos a superar el trauma de la
cruz. Cuida tu salud: La Cruz es la
expresión de la misión y de la sabiduría de Dios.