16 de febrero de 2021

DIOS NOS RESUCITA CON NUESTRAS CENIZAS.


Evangelio para el Miércoles de Ceniza
: 17 de febrero 2021. Dios nos resucita con nuestras cenizas.
“Dijo Jesús a sus discípulos: cuídense de no practicar la justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendrán recompensa de su Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; les aseguro que ya han recibido su paga.” (Mateo 6, 1-6. 16-18). Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
Un  miércoles de ceniza es un día penitencial por excelencia.  Dios nos regala esa posibilidad para que podamos demostrar  nuestra solidaridad con los que sufren, con los necesitados. La ceniza se convierte en un signo en actitud de penitencia y en un sacramental para el perdón de los pecados. La imposición de la ceniza no es un rito mágico. Exige de nosotros la fe y a través de la fe nos propone la decisión, la respuesta personal que le debemos dar al Señor: Cambio de vida. Reconocemos públicamente nuestra condición de pecadores y damos el paso para aceptar la acción de Dios en nuestras vidas.

            El ideal debe ser: vivir, como hombres y mujeres de fe. Dice la Sagrada Escritura: "«El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Cambien sus caminos y crean en la Buena Nueva.» (Marcos 1, 15). Permitir la imposición de la ceniza en nuestra frente, o en la coronilla, es abrirse a un camino de conversión personal. Es lo que esencialmente recomienda la profecía: "Que el impío abandone su camino, y el hombre injusto sus pensamientos; que regrese al Señor, y tendrá misericordia de él; y a nuestro Dios, porque Él perdonará abundantemente". (Isaías 55,7).

El Papa Francisco nos recuerda: Somos débiles, frágiles y mortales. La ceniza nos recuerda así el trayecto de nuestra existencia: del polvo a la vida. Somos polvo, tierra, arcilla, pero si nos dejamos moldear por las manos de Dios, nos convertimos en una maravilla. La ceniza que nos imponen en nuestras cabezas sacude los pensamientos que tenemos en la mente. Nos recuerda que nosotros, hijos de Dios, no podemos vivir para ir tras el polvo que se desvanece. Si vivo para las cosas del mundo que pasan, vuelvo al polvo, niego lo que Dios ha hecho en mí. Si vivo sólo para traer algo de dinero a casa y divertirme, para buscar algo de prestigio, para hacer un poco de carrera, vivo del polvo. Si juzgo mal la vida sólo porque no me toman suficientemente en consideración o no recibo de los demás lo que creo merecer, sigo mirando el polvo. (26 de febrero 2020). Cuida tu salud: El reto para lograr la sanación es derrotar la hipocresía nuestra. Cf. Mateo 6, 2. 5. 16).