EL JUSTO VIVE SEGÚN SU FE Evangelio lunes 29 de diciembre 2025
ESPERANZA Y PACIENCIA ANTE LA VENIDA
DEL SALVADOR
El Justo vive según su Fe
Evangelio lunes 29 de diciembre
2025
Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué
“Cuando llegó el
día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a
Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón
primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio un par de
tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y
piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le
había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de
Jesús llevaron al niño para cumplir con Él las prescripciones de la Ley, Simeón
lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora, Señor, puedes dejar que
tu servidor muera en paz, porque mis ojos han visto la salvación”. °°° Lucas 2,
22-35.
La Fe se combina perfectamente
con la Esperanza y se expresa en la caridad. Las tres virtudes de origen divino
que nos enseña la Palabra en nuestra Iglesia Católica. Las virtudes guardan una relación con la
Gracia de Dios. El apóstol san Pablo nos enseña que existen tres actitudes
fundamentales: La Fe, la Esperanza y el Amor. (1 Corintios 13, 13). El Justo es
una persona que debe vivir según su Fe. (cfr. Romanos 1, 17). El justo debe
actuar siempre con la caridad. (Gálatas 5, 6).
María y san José como dos
personas de Fe y muy cumplidoras de la ley de Dios. Llevaron su hijo a
presentarlo al Señor. cuarenta días después de haber nacido un primogénito,
este debía ser llevado al templo para su presentación. Así procedieron María y
José con el Niño Jesús, en cumplimiento con lo ordenado por la Ley de Moisés.
(Levítico 12, 1-8) También dice la ley que todo primogénito debe ser consagrado
al Señor. (cfr. Éxodo 13, 2 y 12).
Simeón es un hombre piadoso y
justo. Él nos propone la virtud de la Esperanza. Por supuesto que había
estado esperando por un buen tiempo el momento con el encuentro con el Salvador
del mundo. Eso lo convierte en hombre de la Esperanza y de la gran paciencia.
Logra vivir la gracia que tanto le había pedido a Dios. Conocer al futuro
liberador de Israel. La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de
felicidad puesto por Dios en el corazón de toda persona. Dios nos guarda en “La
esperanza que no falla” (Romanos 5, 5). La esperanza es “el ancla del alma”,
segura y firme. (cfr. Catecismo, numeral 1817 – 1820).
El Papa Francisco enseña que la
Esperanza: “es una virtud arriesgada, una virtud, como dice San Pablo, de una
ardiente expectativa hacia la revelación del Hijo de Dios (Romanos 8, 19).
No es una ilusión" (cfr. Homilía, 29 de octubre de 2013).
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