28 de octubre 2020. ¿DE DÓNDE SACAN ESO? Autor: Padre, Mario García Isaza c.m. Formador, Seminario Mayor, Arquidiócesis de Ibagué. ¡Qué le vamos a hacer!, hay que volver sobre el mismo tema: la interpretación y lectura (¿o tergiversación?...) que se hace de las palabras del Sumo Pontífice, y el desconcierto que con eso se causa en la mente y en los sentimientos de muchos, tal vez sin las herramientas requeridas para filtrar lo que leen o escuchan. Sigue la escandalera en los medios a propósito de unas declaraciones del santo Padre, a las que se atribuyen no sólo un sentido que no tienen sino una intención y alcances totalmente inexistentes. Uno se pregunta: ¿de dónde sacan eso? Y no valdría la pena abundar en aclaraciones y réplicas, si se tratara de comentarios tan inanes y baladíes como, por ejemplo, el que hoy publica en El Tiempo la inefable doña Florence Thomas; pero es que hay otros que, por venir de quien vienen, resultan más dañinos y ameritan mayor esclarecimiento. Tal el publicado hoy, octubre 28, en La Linterna Azul, bajo el sinuoso título de “El humo de satanás en la Iglesia”, y suscrito por el señor Eugenio Trujillo Villegas. Es él director de Tradición y Acción, sociedad establecida en Colombia desde 1999, inspirada en Tradición Familia y Sociedad, de origen brasilero e inspiración de Plinio Correa de Oliveira.
Dice el señor Trujillo que el Papa Francisco ha establecido “ una mudanza radical acerca de la enseñanza milenaria de la Iglesia sobre las relaciones homosexuales…”; que sus declaraciones lo colocan “en los extremos límite del error doctrinario y de la abierta contradicción con el magisterio de la Iglesia”; que con la bendición y la presencia del Papa, y en los jardines vaticanos, algunos “adoraron a la diosa de la madre tierra (la pachamama”); que en la reciente encíclica Fratelli tuti, Francisco “hace una apología de la faternidad universal fundada en la trilogía masónica de la revolución francesa”; y que en ese mismo documento el Papa se ha convertido en adalid de la “demolición de la propiedad privada, presentándola como una mera función social…”; para terminar, ¡válgame Dios!, insinuando sibilinamente que estamos ante un papa hereje, equiparando el momento actual de la Iglesia con la crisis arriana del siglo IV, y agorando que los herejes están “ad portas” de asumir el gobierno y la dirección de la Iglesia. ¡Vaya, vaya!
Veamos: no es honesto poner en labios del Papa palabras que él no ha dicho; él reivindicó el respeto a que tienen derecho, como hijos de Dios, las personas homosexuales; no habló de relaciones homosexuales; el término tiene una significación harto diferente, insinúa una aprobación de comportamientos que el Pontífice jamás ha justificado. Tampoco defendió, y por el contrario la ha rechazado paladinamente (véase Amoris laetitia, 251) cualquier identificación o analogía entre una unión homosexual y el matrimonio. Y cuando habló del derecho a tener una familia, simplemente estaba afirmando que la persona homosexual no tiene por qué ser expulsada de la suya. No sé de dónde saca don Eugenio que hubo en el Vaticano, un acto de adoración de la pachamama; adoración es el “reconocimiento de Dios como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, Amor infinito y misericordioso.” (Catecismo de la Iglesia, 2096) No tuvo ese alcance, por supuesto que no, la expresión ritual de hace un año en los prados vaticanos; no le busquemos cuatro patas al gato…Leo y releo la Fratelli tuti, especialmente los números 103 y siguientes, en los que el papa desarrolla su anhelo de una fraternidad universal, y no logro encontrar porqué al señor Trujillo le huele a chamusquina masónica la enseñanza del Papa. ¿Es que acaso los términos de igualdad, de fraternidad, de libertad, no pertenecen a la quintaesencia de la doctrina social de la Iglesia? Hay en la Encíclica párrafos que muestran bien a las claras la profunda inspiración evangélica del documento. Bastaría citar, por ejemplo: “…las palabras de Jesús implican reconocer al mismo Cristo en cada hermano…. La fe colma de motivaciones inauditas el reconocimiento del otro, porque quien cree puede llegar a reconocer que Dios ama a cada ser humano con un amor infinito, y que con ello le confiere una dignidad infinita” (N° 85) Y me engolfo en la lectura casi deletreada de los números 118-120, en los que nuestro santo Padre habla de la propiedad privada, y me digo: para afirmar que el Papa propone la demolición de la propiedad privada, al señor Trujillo tuvieron que darle una versión adulterada de la Encíclica; fundamenta el Pontífice lo que dice al respecto con citas estupendas de San Juan Pablo II en la Centessimus annus, de la Populorum progressio de San Pablo VI; y nos ofrece una doctrina ajustada perfectamente con lo que encontramos en la Doctrina social de la Iglesia: que “ El derecho a la propiedad privada está subordinada al principio del destino universal de los bienes” (Compendio Doctrina Social, N° 282) No se aparta, en absoluto, de las inalterables verdades que la santa Iglesia siempre ha enseñado.
No dejemos que nos desconcierten quienes le hacen decir a nuestro santo Padre, el Papa, lo que él no ha dicho; sigamos nutriendo nuestra fe con las enseñanzas del Sucesor de Pedro, leídas sin prejuicios y aceptadas con filial humildad; y acatemos con afecto lo que tantas veces nos ha pedido: que oremos mucho por él. Correo del autor: magarisaz@hotmail.com