8 de Julio 2018. El Papa Francisco lamentó, durante el rezo
del Ángelus Regina Coeli este domingo 8 de julio, que muchos cristianos viven como si Cristo
no existiese. El Santo Padre señaló que “la ausencia de fe es un obstáculo a la
gracia de Dios”, y aseguró que muchos cristianos “repiten los gestos y los
signos de la fe, pero no se corresponden con una adhesión real a la persona de
Jesús y a su Evangelio”. En su enseñanza, Francisco se centró en el episodio
evangélico en el que “Jesús regresa a Nazaret y empieza a enseñar en la
sinagoga un sábado”.
“Desde el momento en que había salido de Nazaret y había
comenzar a predicar por las aldeas y los pueblos vecinos, no había vuelto a
poner un pie en su patria.
Por lo tanto, había acudido todo el vecindario a
escuchar a aquel hijo del pueblo cuya fama de sabio maestro y de poder curador
se difundía por toda la Galilea y otras zonas”, explicó el Pontífice.
Sin embargo, “aquello que podría considerarse como un éxito,
se transformó en un clamoroso rechazo, hasta el punto de que Jesús no pudo
hacer ningún prodigio, tan solo algunas curaciones”. En el Evangelio de Marcos
se narra la evolución de la actitud de los habitantes de Nazaret hacia Jesús.
“La gente de Nazaret primero escucha y permanece asombrada. Después se preguntó
perpleja: ‘¿De dónde le vienes estas cosas?’, ¿esta sabiduría? Y finalmente se
escandaliza, reconociendo en él al carpintero, al hijo de María, que habían
visto crecer”. Por ello, “Jesús concluye con la expresión convertida en
proverbio: ‘Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa
carece de prestigio’”.
El Papa se preguntó: “¿Cómo es posible que los vecinos de
Jesús pasen de la maravilla a la incredulidad? Ellos veían una contradicción
entre los humildes orígenes de Jesús y sus capacidades actuales: es un
carpintero, no tiene estudios, y, sin embargo, predica mejor que los escribas y
hace milagros”. Los habitantes de Nazaret “en vez de abrirse a la realidad, se
escandalizan. Según ellos, Dios es demasiado grande para humillarse y hablar
por medio de un hombre tan sencillo. Es el escándalo de la encarnación: el
evento desconcertante de un Dios hecho carne que piensa con mente de hombre, que
trabaja y actúa con manos de hombre, ama, con corazón de hombre. Un Dios que se
cansa, que come y duerme como uno de nosotros”.
“El Hijo de Dios rompe todos los esquemas humanos –explicó
el Papa–: no son los discípulos los que lavan los pies del Señor, sino que es
el Señor el que lava los pies de los discípulos. Este es un motivo de escándalo
y de incredulidad en toda época, también hoy”. Frente a esa actitud, “debemos
esforzarnos en abrir el corazón y la mente, en acoger la realidad divina que
acude a nuestro encuentro”.
El Santo Padre aseguró que “el cambio introducido por Jesús
obliga a sus discípulos de ayer y de hoy a un examen persona y comunitario.
También en nuestros días, de hecho, puede suceder que nos nutramos de
prejuicios que impidan acoger la realidad”. “El Señor nos invita hoy a asumir
una actitud de escucha humilde y de espera dócil, porque la gracia de Dios con
frecuencia se nos presenta de formas sorprendentes que no corresponden a
nuestras expectativas”.
El Papa puso de ejemplo a la Madre Teresa de Calcuta, “una
religiosa pequeña, que iba por la calle recogiendo a los moribundos para que
tuvieran una muerta humana. Y esta pequeña religiosa, con la oración y con sus
obras hizo maravillas. La pequeñez de aquella mujer revolucionó las obras de la
caridad en la Iglesia. Es un ejemplo de nuestros días”. Antes de finalizar su
enseñanza para rezar el Ángelus, Francisco afirmó que “cada cristiano, todos
nosotros, cada uno de nosotros, está llamado a profundizar en esta pertenencia
fundamental, tratando de testimoniarla con una coherente conducta de vida cuyo
hilo conductor sea siempre la caridad”. Fuente: Aciprensa. Redacción.