Evangelio para el domingo 29 de
julio 2018. °°° « Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los
repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del
pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que
han sobrado; que nada se desperdicie.» °°° Juan 6, 1-15.
El horizonte de la
revelación del salvador del mundo, se da
en la manifestación del pan, de su propio cuerpo, de su propio ser, de su
interés por revelar la misericordia del Padre, la bondad de Dios, la infinitud
de su amor. El hijo de Dios revela a través del gesto del Pan, el futuro de su
Iglesia, la realidad de la vida, la fuerza del sacramento Eucarístico, la
centralidad de la Pascua en la historia de nuestra fe. Nuestra vida logra una
tonalidad diversa cuando entra en comunión con la pascua del Señor, ya no es la
vida pasajera diaria, es el gozo de saber que somos parte de una comunidad, que
hay muchos interesados en nosotros, que nos podemos interesar por tantas
personas, que existen tantas necesidades en el mundo. Decía san Juan Pablo II:
“la Eucaristía es el mejor antídoto contra toda dispersión”
Nos preguntamos y nos seguiremos
interrogando: ¿Quién es Jesús? ¿Qué es
lo que ofrece Jesús? ¿Cómo se experimenta la vida desde la Palabra de
Jesús? La respuesta tiene que ser: Jesús
es el pan de vida, y no solo el pan que se come y causa gusto, sino que es el
pan de vida eterna. (cf. Juan 6,51). Comer el pan y compartir la cena con los
demás, es gestar la Iglesia, eso es precisamente nuestra Iglesia, la comunidad
que Jesús instituyó en torno al Pan y al vino, en una fiesta gozosa de
liberación, es tener en cuenta las necesidades imperiosas de los demás, es un
dar la misión a sus propios apóstoles “Dadle vosotros de comer”. Así pues, gran
nobleza tiene el Pan y el Vino y aún mayor en las manos de Dios. El Pan se come
con agrado pero también con su gota de sudor. A nadie se le da el pan de balde,
hay que trabajar para comerlo con dignidad. Se sirve la mesa de la Palabra que
nos alimenta “Con cada Palabra que sale de la boca de Dios”. La bondad eucarística
de Dios supera la inequidad humana. Bien lo advertía el profeta Eliseo: “Porque
así dice el Señor: Comerán y sobrará” (II Reyes 4, 44). Nos convertimos en
testigos de la caridad con los demás °°° así lo enseñó el Papa Benedicto XVI:
“En la Eucaristía Jesús nos hace testigos de la compasión de Dios por cada
hermano y hermana. Nace así, en torno al Misterio eucarístico, el servicio de
la caridad para con el prójimo”. Cuida tu salud: Los que comemos el pan de
Dios, somos testigos de su bondad. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.