Evangelio para el domingo 15 de
julio 2018. °°° « Llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos,
dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para
el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la
faja”. °°° Marcos 6, 7-13.
Un discípulo
de Cristo es una persona que debe tener conciencia de su propio ser, no es algo
que se le puede ocurrir al azar, sino que la “persona madura constantemente en
el conocimiento, amor y seguimiento de Jesús Maestro, profundiza en el
ministerio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina. Para este paso es de
fundamental importancia, la catequesis permanente y la vida sacramental, que
fortalecen la formación inicial y permiten que los discípulos misioneros puedan
perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo que los
desafía.” Muchos lo han logrado: Por ejemplo: “Abraham aceptó el llamado a
salir hacia una tierra nueva (cf. Génesis 12,1-3), Moisés escuchó el llamado de
Dios, ve, yo te envío (Éxodo 3,10), Jeremías escuchó la voz de Dios que le decía:
“Irás adonde quiera que te envíe”. (Jeremías 1,7).
El Papa Francisco recomienda que
cada cristiano y cada bautizado discierna cuál es el camino que el Señor le
pide: “Todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia
comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del
Evangelio” (Evangelii Gaudium 20). Quien plantea las reglas de juego es el
mismo Hijo de Dios: El punto de partida es el envío misionero de los doce. La
fórmula perfecta para cumplir la misión, es de dos en dos. La conciencia de
cada persona es que no va en nombre propio, sino que es un testigo. La forma
como deben vivir esos testigos, es que deben apoyarse, amarse, e incluso
corregirse. No se aceptan rivalidades, no hay envidias, no hay persecución, no
hay hipocresía, no hay mundanidad espiritual, no pueden existir guerras entre
los enviados; los testigos aprenden a vivir como hermanos y guardan una visión
comunitaria de la misión. La fortaleza de los testigos, está en los poderes que
Dios les da para su misión, aprender a superar los desafíos de la vida: por
ejemplo: David logró derrotar al gigante Goliat, solo porque pensó de una
manera diferente. (cf. 1 Samuel 17,
48-50). Cuida tu salud: Recuerda que eres un testigo,
mas no el Maestro. Padre, Jairo Yate Ramírez.
Arquidiócesis de Ibagué.