Ante
miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Pontífice
dijo que la misión de la familia, de los padres esencialmente, es “crear las
condiciones favorables para el crecimiento armónico y pleno de los hijos, con
el fin de que puedan vivir una buena vida digna de Dios y constructiva para el
mundo”.
“Una gran alegría de la familia es el crecimiento de los hijos. Están destinados a desarrollarse y a fortalecerse, a adquirir sabiduría y a acoger la gracia de Dios, como hizo Jesús. Jesús realmente es uno de nosotros”, afirmó. Ante la multitud congregada bajo la ventana de los aposentos pontificios del Palacio Apostólico, el Santo Padre reflexionó sobre “la experiencia vivida por María, José y Jesús mientras crecen juntos como familia en el amor recíproco y en la confianza en Dios”.
Francisco afirmó que José y María expresan
esa confianza en Dios cumpliendo el rito de la presentación del Niño en el
templo: “Los padres de Jesús acuden al templo para dar fe de que su hijo
pertenece a Dios y que ellos son los custodios de su vida y no los
propietarios”. “Este gesto subraya que solo Dios es el Señor de la historia
individual y familiar; todo procede de Él. Toda familia está llamada a
reconocer tal primado, custodiando y educando a los hijos para que se abran a
Dios, que es la fuente de la vida”.
A continuación, el Papa destacó cómo el
texto evangélico habla “del secreto de la juventud interior, testimoniada
paradójicamente en el Evangelio por una pareja de ancianos: Simeón y Ana”. “En
particular, el viejo Simeón, inspirado por el Espíritu Santo, dice a propósito
del Niño Jesús: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y
para ser señal de contradicción (…) a fin de que queden al descubierto las
intenciones de muchos corazones”. Mediante estas palabras proféticas se revela
que “Jesús vino para hacer caer las falsas imágenes que nos hacíamos de Dios y
también de nosotros mismos; para contradecir la seguridad mundana sobre la cual
pretendíamos apoyarnos, para hacernos resurgir a un camino humano y cristiano
auténtico, fundamentado sobre los valores del Evangelio”.
Francisco concluyó con unas palabras de
apoyo a las familias que atraviesan momentos de dificultad: “No hay ninguna
situación familiar que esté cerrada a este camino nuevo de renacimiento y de
resurrección”. “Cada vez que una
familia, también las que están heridas o marcadas por la fragilidad, el fracaso
o la dificultad, regresa a la fuente de la experiencia cristiana, se abren
caminos nuevos y posibilidades impensables”, finalizó.
Fuente Aciprensa.