Evangelio
para el domingo 28 de junio 2020. °°° « Al enviar a sus apóstoles, les dijo
Jesús: El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el
que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma
su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la
perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.” (Mateo 10,
37-42). El discípulo muestra y propone
la obra de su Maestro. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
El
capítulo décimo del evangelio según san Mateo, plantea el discurso de la
misión. Al Salvador del mundo se le ocurre, dejar en claro: cuál es la misión
de un discípulo. Cuál es el comportamiento de un discípulo. El pensamiento del
Nazareno es taxativo en su forma de llamar a hombres y mujeres, para que
cumplamos una misión al interior de su Reino. Un maestro de la ley le propone a
Jesús que lo quiere seguir. La respuesta no se deja esperar: “El hijo del
hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. Dejen que los muertos entierren a sus
muertos.” (Mateo 8, 20-22). La mayor exigencia de un discípulo es el camino de
la Cruz. (cf. Mateo 10,38). La gloria, la esperanza y el sacrificio.
En la Sagrada Escritura están
contenidas una buena cantidad de máximas, que nos permiten saber con toda
claridad el querer y el deseo de Dios, para todas aquellas personas que deseen
ser sus discípulos, sus apóstoles, sus misioneros, sus excelentes parroquianos.
Un cristiano debe ser una persona que irradie mucha energía a los demás. Una
persona de testimonio. Una persona que convence con la grandeza de su corazón,
con la abundancia de sus sentimientos, con la nobleza de sus ideas. La misión
que cada persona pueda realizar en su vida, depende esencialmente de su
experiencia de Dios, de su conversión personal, de su perseverancia, de su
profundización en el mandato de Jesús de Nazareth: El apóstol muestra la gloria
y la redención del Señor. Un gran apóstol es alguien que piensa más en la obra
que está realizando y no tanto en su propio ser. Vive de la obra del Señor, se
realiza a través de las Palabras del Maestro. Un apóstol no necesita tantas
comodidades. Necesita que su corazón esté lleno del Espíritu Santo. La clave de
su apostolado es la generosidad de corazón. Toma la cruz de su Maestro y lo
sigue.
El modelo perfectísimo de un apóstol
es Jesucristo: él mismo continúa la obra de la perfección que su Padre
celestial le enseñó. Él mismo es consciente que su misión no es otra que la que
le enseñó su Padre celestial: “Aquí estoy oh Dios para hacer tu voluntad”.
(Salmo 39). Cuida tu salud: La medida
del amor para seguir al Maestro es una entrega sin límites.