6 de junio 2020. Doce claves para el entender el dogma de la
Santísima Trinidad.
1. La palabra
Trinidad nace del latín
Proviene de la palabra latina “trinitas”, que significa
“tres” y “triada”. El equivalente en griego es “triados”.
2. Fue utilizada por
primera vez por Teófilo de Antioquía
El primer uso reconocido del término fue de Teófilo de
Antioquía alrededor del año 170 para expresar la unión de las tres divinas
personas en Dios.
En los tres primeros días que preceden a la creación del sol
y de la luna, el Obispo ve imágenes de la Trinidad: “Los tres días que preceden
a la creación de los cuerpos luminosos son símbolos de la Trinidad, de Dios, de
su Verbo y de su Sabiduría”. (Para Autólicus 2:15)
3. Trinidad significa
un solo Dios y tres personas distintas
El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (CCIC) lo
explica así:
“La Iglesia expresa su fe trinitaria confesando un solo Dios en
tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las tres divinas Personas son un
solo Dios porque cada una de ellas es idéntica a la plenitud de la única e
indivisible naturaleza divina. Las tres son realmente distintas entre sí, por
sus relaciones recíprocas: el Padre engendra al Hijo, el Hijo es engendrado por
el Padre, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo”. (CCIC, 48)
4. La Trinidad es el
misterio central de la fe cristiana
Sí, y el Compendio lo explica de esta forma: “El misterio
central de la fe y de la vida cristiana es el misterio de la Santísima
Trinidad. Los cristianos son bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo”. (CCIC, 44)
5. La Iglesia definió
de forma infalible el dogma de la Santísima Trinidad
El dogma de la Trinidad se definió en dos etapas, en el
primer Concilio de Nicea (325 D.C.) y el primer Concilio de Constantinopla (381
D.C.).
En el Concilio de Nicea se definió la divinidad del Hijo y
se escribió la parte del Credo que se ocupa de Él. Este concilio fue convocado
para hacer frente a la herejía arriana, que afirmaba que el Hijo era un ser
sobrenatural pero no Dios.
En el Concilio de Constantinopla se definió la divinidad del
Espíritu Santo. Este concilio combatió una herejía conocida como macedonianismo
(porque sus defensores eran de Macedonia), que negaba la divinidad del Espíritu
Santo.
6. La Trinidad se
sustenta en la revelación divina dejada por Cristo
La Trinidad solo puede probarse a través de la revelación
divina que Jesús nos trajo. No se puede demostrar por la razón natural o
únicamente desde el Antiguo Testamento. El CCIC explica:
“Dios ha dejado huellas de su ser trinitario en la creación
y en el Antiguo Testamento, pero la intimidad de su ser como Trinidad Santa
constituye un misterio inaccesible a la sola razón humana e incluso a la fe de
Israel, antes de la Encarnación del Hijo de Dios y del envío del Espíritu
Santo. Este misterio ha sido revelado por Jesucristo, y es la fuente de todos
los demás misterios”. (CCIC, 45).
Aunque el vocabulario utilizado para expresar la doctrina de
la Trinidad tomó tiempo para desarrollarse, se puede demostrar los distintos
aspectos de esta doctrina con las Sagradas Escrituras.
7. La Biblia enseña
que existe un solo Dios
El hecho de que solo hay un Dios se puso de manifiesto en el
Antiguo Testamento. Por ejemplo, el libro de Isaías dice:
"Ustedes son mis testigos, dice Yahvé, y son mi
servidor, que he elegido; sépanlo, pues, y crean en mí, y comprendan que Yo
Soy. Ningún Dios fue formado antes de mí, y ningún otro existirá después”. (Is.
43:10)
“Así habla el rey de Israel y su redentor, Yahvé de los
Ejércitos: ‘Yo soy el primero y el último; no hay otro Dios fuera de mí’. (Is.
44: 6).
8. El Padre es
proclamado como Dios numerosas veces en el Nuevo Testamento
Por ejemplo, en las epístolas de San Pablo se narra lo
siguiente: “¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
los misericordias y Dios de toda consolación (…)”. (II Corintios. 1: 3).
“Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios
y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en
todos. (Ef. 4: 5-6)
9. La Biblia también
demuestra que el Hijo es Dios
Esto es proclamado en varias partes del Nuevo Testamento,
incluyendo al comienzo del Evangelio de San Juan:
“En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante
Dios, y la Palabra era Dios (…) Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda
entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo
único, en él todo era don amoroso y verdad”. (Jn. 1: 1, 14)
También: “Después dijo a Tomás: ‘Pon aquí tu dedo y mira mis
manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree’. Tomás
exclamó: ‘Tú eres mi Señor y mi Dios’”. (Jn. 20: 27-28)
10. El Espíritu Santo
es Dios y así lo afirman las Escrituras
En el libro de Hechos, el Espíritu Santo es retratado como
una persona divina que habla y que a la que no se le puede mentir:
“Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el
Espíritu Santo dijo: ‘Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los
he llamado’”. (Hechos 13: 2)
“Pedro le dijo: ‘Ananías, ¿por qué has dejado que Satanás se
apoderara de tu corazón? Te has guardado una parte del dinero; ¿por qué
intentas engañar al Espíritu Santo? Podías guardar tu propiedad y, si la
vendías, podías también quedarte con todo. ¿Por qué has hecho eso? No has
mentido a los hombres, sino a Dios’”. (Hechos 5: 3-4)
11. La distinción de
tres Personas divinas se demuestra con la Biblia
La distinción de las Personas se puede demostrar, por
ejemplo, en el hecho de que Jesús habla a su padre. Esto no tendría sentido si
fueran una y la misma persona.
“En aquella ocasión Jesús exclamó: ‘Yo te alabo, Padre,
Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los
sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así
fue de tu agrado. Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce
al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a
quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer”. (Mt. 11: 25-27).
El hecho de que Jesús no es la misma persona que el Espíritu
Santo se revela cuando Jesús -que ha estado funcionando como Paráclito (en
griego, Parakletos) de los discípulos- dice que va a orar al Padre y el Padre
les dará “otro Paráclito", que es el Espíritu Santo. Esto demuestra la
distinción de las tres Personas: Jesús que ora; el Padre que envía; y el
Espíritu que viene:
“y yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito, para que
esté con ustedes para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no
puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero ustedes lo conocen, porque
mora con ustedes”. (Jn. 14: 16-17)
12. El Hijo procede
del Padre y el Espíritu procede del Padre y del Hijo
“Es ciertamente de fe que el Hijo procede del Padre por una
verdadera generación. Según el Credo Niceno-Constantinopolitano, Él es
“engendrado antes de todos los siglos". Pero la procesión de una Persona
Divina, como el término del acto por el cual Dios conoce su propia naturaleza,
es propiamente llamada generación” (Enciclopedia Católica).
El hecho de que el Hijo es generado por el Padre está
indicado por los nombres de esas Personas. La segunda persona de la Trinidad no
sería un Hijo si no hubiera sido generado por la primera persona de la
Trinidad.
El hecho de que el Espíritu Santo procede del Padre y del
Hijo se refleja en otra declaración de Jesús:
“Cuando venga el Paráclito que les enviaré desde el Padre,
por ser él el Espíritu de verdad que procede del Padre, dará testimonio de mí”.
(Juan. 15: 26)
Esto representa al Espíritu Santo que procede del Padre y
del Hijo ("que yo os enviaré"). Las funciones exteriores de las
Personas de la Trinidad reflejan sus relaciones mutuas entre sí. También puede
decirse que el Espíritu Santo procede del Padre por medio del Hijo.
Fuente: Aciprensa. Com. Traducido y adaptado por Diego López
Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.