24 de diciembre de 2020

EN NAVIDAD UNA SEMILLA SE CONVIERTE EN SALVACIÓN.


Evangelio para el viernes 25 de diciembre 2020
.
En navidad, una semilla se convierte en salvación. “En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.” °°° Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
            Ha nacido el Salvador del mundo y con su nacimiento se abren nuevas posibilidades de interpretar la vida, la eternidad, el perdón, la Gracia. Dice la Sagrada Escritura, “La Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros”.  Suficiente razón tuvo el santo Padre emérito Benedicto XVI al expresar sus sentimientos ante el nacimiento de Jesús el Nazareno: “La señal de Dios es el bebé que necesita ayuda y se encuentra en la pobreza. Dios mismo se hizo pequeño en parte para inspirarnos a abrir nuestros corazones para acogerlo también en aquellos que son pobres e indefensos en nuestro mundo hoy.” "Sólo con el corazón los pastores podrán ver que en este niño se ha realizado la promesa del profeta Isaías: ‘un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Lleva al hombro el principado.’ (Isaías 9,5)

            La Palabra se hizo carne. El que nació es el fruto de la Palabra del Padre celestial, es bondad del asentimiento de la Santísima Virgen María, cuando ella expresa que quiere que todo se haga según su Palabra.  La Palabra juega un papel importante en nuestras vidas: en la Iglesia, en la piedad cristiana, en la oración, en la identidad de los futuros discípulos, en aquellas que personas que deseen cumplir la voluntad de Dios, imitando a la madre celestial, diciendo: Que se haga en mí, según su Palabra.




No debemos despreciar los intermediarios de Dios, un intermediario muy eficaz es su Santa Palabra.  Dios mismo es Palabra. (Juan 1, 1-5.9-14) Afirma el libro sagrado: No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos
.  La Palabra brilla, es luz, disipa las tinieblas, la Palabra habitó en medio de nosotros, Quien desee gozar de la dicha del Señor, debe aprender primero a hacer la voluntad de Dios; a escuchar su Palabra, a recibir su Palabra, a contemplar su Palabra, pues, el mismo Dios indica que quien escuche su Palabra y la ponga en práctica será como aquel que edificó su casa sobre la roca; en otras palabras, acepta la mediación de Dios, se deja aconsejar, se deja iluminar por el Espíritu del Señor. Encuentra la seguridad de toda su vida. 

            La Palabra de Dios, debe ser para cada uno de nosotros, la fuente principal para adentrarnos en el Misterio de Dios; el punto de reflexión para edificar nuestra personalidad; el medio por el cual navegan nuestros sentimientos, nuestros afectos, nuestros deseos, nuestras esperanzas, nuestro caminar. “La Palabra no es para ponerla bajo la cama, sino para proclamarla públicamente. La Palabra es Universal. La Palabra es nuestro propio compromiso con Dios y con todos los que nos rodean. La Palabra es personal y es comunitaria, es personal porque Dios la dirige hacia ti, y es comunitaria, porque ella misma nos indica el camino a vivir en comunión con los demás. La Palabra se hizo carne, se hizo hombre y está en medio de nosotros. Démosle esa gran sorpresa a Dios, que nuestro cambio será certero, olvidaremos odios y rencores, no nos prestaremos para dilapidar la vida de nuestros semejantes. Que navidad, sea para mí, para ti, para nosotros, paz, alegría, cambio, renovación.  Vida nueva.