31 de diciembre de 2020

MARÍA, MADRE DE DIOS Y MADRE DE LA IGLESIA.


Evangelio para el viernes 1 de enero 2021. María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia. °°° «Cuando los pastores recibieron el anuncio del Ángel, se fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niñito acostado en la pesebrera. Al verlo, contaron lo que se les había dicho acerca de ese niño. Y todos los que lo oyeron se quedaron admirados de lo que los pastores les contaron. María por su parte, conservaba todas estas cosas en el corazón pensando qué significaban.” (Lucas 2, 16-21).  La Santísima Virgen María es verdaderamente la Madre de Dios, así fue declarada solemnemente por el concilio de Éfeso en el año 431. Como no darle toda su importancia a una solemnidad que define dogmáticamente la maternidad, de aquella mujer, pura, limpia, transparente, obediente a la Palabra de Dios. Ella es el modelo perfecto de un creyente, la bienaventurada Virgen honrada con el título de Madre divina, y a ella, nos acogemos todos ante las necesidades y los peligros en nuestra vida. Así lo expresó sabiamente el Concilio Ecuménico, Vaticano II. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.  
            La Virgen Santísima, tuvo una fe ejemplar. No ha existido criatura alguna que se pueda comparar a la fe de nuestra Madre, ya que su vida requirió de su corazón una fe heroica capaz de poder responder en plenitud al misterio al cual se le llamó y en el cual siempre viviría: Ser la Madre del Salvador, es un privilegio, una gracia, un sacrificio, una redención. Pensar en la Maternidad de la Virgen María, es darle gracias a Dios por ese don maravilloso y esa inmensa responsabilidad depositada a una mujer: Dice el libro sagrado °°° “concebirás y darás a luz un Hijo, al que pondrás por nombre Jesús.” (Lucas 1,31). En el vientre de una mujer está el valor absoluto e inquebrantable de la vida, como don y como Gracia de Dios. María Santísima acepta y es consciente de ese don, que la convierte en signo de liberación, en fuente de vida, en modelo de madre y esposa. Su gran secreto, fue que supo guardar las cosas en su corazón.

            Hay que aprenderle a la Santísima Virgen María; la sabiduría, la


profundidad y la elocuencia de su famosa decisión: “Ella guardaba todas las cosas en su corazón”
. Guardar las cosas en el corazón, significa vivir con inteligencia los acontecimientos que normalmente suceden. Guardar no es sinónimo de retroalimentarse negativamente. Es todo lo contrario. Guardar se convierte en el espíritu de pensar, meditar, reflexionar, tomar la decisión acertada en el momento en que se necesita. La hija de Joaquín y de Ana, logró la perfección de la misión que el Padre celestial le encomendó, gracias a que, desde la nobleza de su corazón, dio la respuesta que se necesitaba: “Hágase en mí según tu Palabra.” (Lucas 1,38).

            La Virgen María, es Madre de Dios y es Madre de la Iglesia. Así lo entendió y lo propuso el Papa Francisco, cuando incluye en el calendario litúrgico el 21 de mayo del 2018 la maternidad eclesial. Afirmaba el santo Padre diciendo: también la Iglesia debe ser madre y distinguirse con los rasgos de ternura, mansedumbre y amor por toda la humanidad. (Decreto Ecclesia Mater, Papa Francisco). Cuida tu salud: “La unión de María con Cristo culmina, de hecho, en la hora de la cruz, cuando María acoge la voluntad de su Hijo y acepta, en cierto modo perdiéndolo, convertirse en Madre de toda la humanidad.”