17 de julio 2021. REGLAMENTAN…EL ASESINATO Autor: Padre, Mario García Isaza, cm. Formador, Seminario Mayor, Arquidiócesis de Ibagué. “Reglamentan, por fin, la eutanasia”: éste era uno de los titulares del noticiero de Caracol en días pasados. Con tal información, se daba a conocer que el Ministerio de la salud había dictado la Resolución N° 971, en la cual se establecen condiciones para que los médicos y las instituciones de salud practiquen legal y obligatoriamente el homicidio, poniendo fin a la vida de alguien que padece enfermedad grave y pide que se ponga fin a su sufrimiento. Y hoy, El Tiempo, en columna editorial, le reclama al Congreso de la República, enrostrándole que “ha eludido su responsabilidad durante 24 años”, y exigiéndole que “cumpla su deber” de reglamentar la eutanasia. Y como siempre, en un lenguaje calculadamente eufemístico, plagado de expresiones ambiguas, ejerce presión y constreñimiento sobre los legisladores para que pisoteen, una vez más, los imperativos de la ley natural, que es ley de Dios, y como tal está por encima de cualquier disposición de ley positiva.
En la
resolución ministerial citada, en el editorial que estoy glosando, y en muchos
otros escritos y comentarios de los medios de comunicación, se sigue llevando
adelante la tarea de confundir a los ingenuos, de ir inoculando errores
disfrazados de verdad, y con ello minando los cimientos éticos en el
pensamiento de los lectores u oyentes, siempre mediante el artilugio de no
llamar las cosas por su nombre, de asignarles a
las peores aberraciones nombres que no despierten suspicacias ni
expresen la realidad de lo que se pretende justificar. Ahora el suicidio y la
eutanasia ya no son, como lo establece el CEC, ( números 2276 - 2283) actos contrarios a la ley
natural y delitos gravemente contrarios a la naturaleza misma del ser racional
y al querer de Aquel que es el único
dueño de la vida, sino que son “derechos” que hay que tutelar. Y de principios
tan indiscutibles como éste : “el derecho fundamental a vivir en forma digna,
tiene implícito el de morir con dignidad”, el editorialista de El Tiempo
pretende sacar la sinuosa conclusión de que quien sufre, por ese mismo hecho,
ha adquirido el “derecho” de exigir que otro interrumpa su vida, es decir, que
otro lo mate; y que al hacerlo, ese otro, el médico o la institución sanitaria,
no incurre en un homicidio criminal y punible, sino que realiza un acto de
justicia y de piedad… Y ya el esperar la muerte rodeado del afecto y la ternura
de los familiares y amigos, y recibir todas las ayudas que la medicina puede hoy
brindar para aliviar el dolor, e incluso el encontrarle un sentido de
trascendencia espiritual al sufrimiento, todo eso no es muerte digna… Y sí lo
es, en cambio, claudicar ante el ataque de la enfermedad, y poner fin, por sí
mismo o pidiendo la complicidad de otros, a la propia existencia.
Bueno será
recordar, - una y mil veces, aunque parezca majar en hierro frío – lo que la
Iglesia nos enseña a los católicos sobre la eutanasia. Son múltiples los textos
que están a nuestro alcance para beber esa doctrina. Baste el siguiente,
diáfano como el que más, y que no deja resquicio de dudas. “Cualesquiera que
sean los motivos y los medios, la eutanasia directa es moralmente inaceptable.
Una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para
suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad
de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador.” (Catecismo de la
Iglesia Católica, 2277) O estas palabras de san Juan Pablo II, no menos
explícitas y categóricas : ”…De acuerdo con el magisterio de mis predecesores,
y en comunión con los Obispos de la Iglesia Católica, confirmo que la eutanasia
es una grave violación de la ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y
moralmente inaceptable de una persona humana”
(Evangelium Vitae, 65)
Guárdenos Dios del “progreso” que consista en aceptar todas
las aberraciones, extravíos y falsedades que hoy se presentan como muestras de
modernismo y desarrollo; y guárdenos de ungir con nuestros votos, en las
futuras jornadas electorales, a candidatos que propongan lo que, como la
eutanasia o el aborto, son y serán siempre crímenes abominables.
Mario García I. cm
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