25 de julio 2021. Raúl Ortiz: “El misal preconciliar no es solo una cuestión de latín” Fuente: Prensa Celam. Iglesia en salida, misionera y sinodal. Imagen de Prensa Celam.
ADN Celam.- Para el Padre Raúl Ortiz Toro, de la Arquidiócesis
de Ibagué y Director del Departamento de Doctrina y Promoción de la Unidad de
los Cristianos de la Conferencia Episcopal de Colombia, el motu proprio
Traditionis custodes (Custodios de la Tradición) va más allá de la cuestión del
latín.
En entrevista con ADN Celam, el licenciado en Teología Patrística e Historia de la Teología asegura
que “no es solo una cuestión de latín porque, en realidad, el latín es lo de
menos. Incluso, en la actualidad, el sacerdote puede celebrar en esta
lengua la Santa Misa con los libros litúrgicos renovados, entienda o no
entienda el latín”.
Advierte: “Lo delicado es que, lamentablemente, el rito
preconciliar se convirtió en el rito distintivo de una corriente de resistencia
no solo a la reforma litúrgica en particular sino al aggiornamento
(actualización) general que supuso el Concilio Vaticano II”.
Por tanto “las discusiones en torno a las limitaciones del
uso del rito latino en su antigua forma extraordinaria son solo la punta del
iceberg de un ánimo contestatario que incluye el rechazo del ecumenismo, la
sinodalidad, el ejercicio de la ministerialidad laical y otros logros del
Vaticano II”.
“Esta tendencia ha sido llamada tradicionalista y llega a
considerar al Concilio Vaticano II como falto de la inspiración del Espíritu
Santo y una traición a la verdadera Iglesia de Cristo. En la página oficial de
la Fraternidad Sacerdotal San Pío X se lee que “desde el Concilio Vaticano II,
de hecho, sopla un viento revolucionario que corrompe la fe, el culto y la
moral”, acota.
¿Qué significa para la Iglesia el motu proprio
Traditionis custodes (Custodios de la Tradición)?
“En primer lugar quisiera hacer referencia al aspecto formal
como ha sido presentado el documento: se trata de un motu proprio que es como
se designan las disposiciones del Papa que surgen de su propia iniciativa luego
de un atento examen; este dato ya nos da a entender que el Pontífice ha estado
muy interesado en un tema fundamental para la Iglesia como lo es la unidad de
la lex orandi es decir, de la liturgia.
Para la Iglesia en general la Traditionis custodes significa
un llamado de atención sobre las formas de dar culto a Dios que deben ser “en
espíritu y en verdad” como lo afirma el evangelio de San Juan 4, 23. Yo,
haciendo una interpretación dogmática, veo que el Señor nos invita a que le
tributemos un culto concorde con una fe sincera y una recta doctrina.
No puede haber fractura entre lo que se cree y lo que se
celebra sino que deben ser un conjunto armónico con lo que se vive y lo que se
ora; y esto vale tanto para aquellos que gustan celebrar con el Misal de San
Pío V como para los que celebramos siguiendo la reforma litúrgica con el Misal
de San Pablo VI.
Lo anterior lo afirmo porque creo que deberá llegar el
momento en el que el papa también se pronuncie oficialmente sobre los abusos
litúrgicos de quienes pretenden celebrar fuera del sentir de la Iglesia tras la
reforma conciliar.
De todos modos, para finiquitar la respuesta, este documento
hace parte de la lista de intervenciones de los últimos papas sobre un asunto
importante: lograr que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, fundada por el
obispo Lefebvre, reconozca el Concilio Vaticano II como válida expresión de la
Tradición de la Iglesia y no como una traición a ella.
¿Por qué no es solo una cuestión de latín?
San Pío V logró tras el Concilio de Trento (1543-1565)
consolidar un Misal Romano unificado pues no había existido hasta el momento
una determinación al respecto; su Misal es el de la unidad de la Iglesia en un
momento neurálgico ya que la Reforma Protestante amenazaba con fraccionar no
solo la institucionalidad eclesiástica sino la integridad eclesial.
La liturgia tridentina es, en su esencia, antiherética,
anticismática, antiparticularista pues buscó unificar criterios y defender la
solemnidad con la que deben celebrarse los misterios de la fe. En 1962, con
ánimos renovadores, San Juan XXIII aprobó una nueva edición del Misal de San
Pío V sin avizorar del todo que el Concilio por él convocado traería como
consecuencia una reforma litúrgica general.
Ahora bien, siendo justos, también hay que considerar que no
todos los afines a la celebración de la liturgia preconciliar son
contradictores del dicho Concilio o del papa Francisco.
Los hay afectos al pontífice, reconocedores de la unidad de
la Iglesia, defensores, incluso, de la reforma postconciliar pero se sienten
más compenetrados con la tradición litúrgica expresada en el Misal de San Pío
V.
La Iglesia debe manifestar ahora, hacia ellos, una especial
acogida y brindarles los medios suficientes para que se sientan parte de su
Iglesia Madre.
¿Quién fue el obispo Marcel Lefebvre que se resistió a
seguir la reforma creando la Fraternidad Sacerdotal San Pío X? ¿Todavía sigue
vigente esta fraternidad?
El obispo francés Marcel Lefebvre asistió al Concilio
Vaticano II, primero como obispo de Tulle (Francia) y, luego, como superior
general de la Congregación del Espíritu Santo a la que pertenecía.
A diferencia de los demás obispos participantes
(aproximadamente 2.400 de todo el mundo), el obispo Lefebvre consideró que el
Concilio no salvaguardaba la plurisecular Tradición de la Iglesia y decidió no
aceptar las Constituciones Conciliares.
Cuando fue aprobada la reforma litúrgica de 1970, Lefebvre
decidió fundar la Fraternidad Sacerdotal San Pío X para congregar a algunos
sacerdotes y seminaristas que eran afines a sus ideas.
En 1976 fue suspendido a divinis, es decir, recibió una pena
canónica que le impedía celebrar lícitamente los sacramentos. En estas
condiciones ordenó en 1988 válida pero ilícitamente, es decir, sin mandato
pontificio, a cuatro sacerdotes y los cinco recibieron al día siguiente la
excomunión.
Por este motivo, desde 1988, se inició un camino de diálogo
más visible – pues lo hubo antes de manera más discreta – con esta Fraternidad
que ha contado con varios capítulos: al día siguiente de la excomunión se creó
la Comisión Ecclesia Dei para acoger a aquellos afectos a la Fraternidad que
quisieran seguir unidos al Sucesor de Pedro, “conservando sus tradiciones
espirituales y litúrgicas”.
En 2007, con el motu proprio Summorum Pontificum el papa
Benedicto XVI dio una concesión amplia a quienes quisieran celebrar con el
Misal preconciliar facilitándoles su uso sin necesidad de permiso alguno de
parte de la Sede Apostólica o del ordinario (obispo o superior).
Ahora, en 2021, el papa Francisco con su motu proprio
consideró que la liturgia preconciliar no podía ser considerada una forma extraordinaria
de la liturgia de la Iglesia y limitó su uso de manera ostensible.
Con respecto a la vigencia de esta Fraternidad su presencia
va en aumento con el paso de los años y en muchas diócesis desde 2007 se han
creado parroquias personales que se congregan bajo el rito tradicional.
No todas hacen parte de la Fraternidad pero esta se
encuentra en aproximadamente sesenta países y podría tener unos 500 sacerdotes
y al menos 200.000 fieles.
¿Por qué hay sectores que cuestionan el motu proprio,
incluso la autoridad del Papa?
Los cuestionamientos más comunes provienen de sectores que
han encontrado en la liturgia preconciliar un modo particular de vivencia de su
fe. No podemos generalizar etiquetándolos como cismáticos y tienen todo el
derecho a expresar sus inquietudes y a ser escuchados en la Iglesia.
Sin embargo, no podemos olvidar que, como el papa Francisco
lo explica en una carta adjunta al motu proprio, dirigida a todos los obispos,
la evaluación de los límites y los alcances de Summorum Pontificum inició en
2010 y que en 2020 hubo una consulta de la Congregación para la Doctrina de la
Fe a todos los obispos del mundo.
Tras la cual se llegó a la conclusión que las concesiones de
2007 en lugar de incrementar la unidad de la Iglesia la disminuía, porque se
habían acrecentado las diferencias y permanecía la resistencia a aceptar no
solo la reforma litúrgica sino el mismo Concilio Vaticano II.
Considero que estos sectores no han contado con una
suficiente formación que esté basada en una hermenéutica de la continuidad; ha
faltado hacer a un lado la autorreferencialidad y leer con espíritu humilde a
San Vicente de Lerins y sus principios para identificar la originalidad del
cristianismo.
Aquel “siempre, por todos y en todas partes” ha de
entenderse no como continuidad irreductible de unas formas sino como lo
entendió San John Henry Newman en su Ensayo sobre el desarrollo de la Doctrina
Cristiana: como la identidad doctrinal que se convierte en criterio eclesiológico concluyente gracias al
cual se descubre la continuidad entre las enseñanzas apostólicas y las
actuales.
¿Qué grupos en Colombia y en América Latina conoce
usted que usen la liturgia romana preconciliar?
Seguramente haremos una consulta a nivel de la Iglesia
colombiana sobre la existencia o no de parroquias personales creadas en razón
del uso del rito preconciliar y de “grupos” – como los llama el motu proprio –
afines a esta liturgia.
Existen, por supuesto, pero no hay hasta el momento un dato
oficial consolidado. Ahora, más que nunca, la Iglesia debe entender que en su
conjunto son un “grupo” pero que, de manera particular, son fieles laicos y
sacerdotes que buscan a Cristo y que necesitan ver a su Madre y Maestra como
facilitadora de la comunión eclesial. Se trata de un desafío doctrinal y
ecuménico rodeado de una espiritualidad de la misericordia.
¿Qué se puede hacer para que imperen los sentimientos
de unidad en torno a este tema?
Como historiador y teólogo debo decirle a los que se sienten
afectados por la disposición pontificia que deberían recibir este motu proprio
evitando alarmismos y disponiéndose evangélicamente a leer los signos de los
tiempos.
El mismo papa Francisco expresó en Evangelii Gaudium
(222-237) que el tiempo es superior al espacio, la unidad debe prevalecer sobre
el conflicto, la realidad es más importante que la idea y el todo es superior a
la parte; esta hermenéutica permitiría trabajar a largo plazo, “sin
obsesionarse por resultados inmediatos”.
Las decisiones del Papa han de llevar a estos grupos y
personas a la pregunta sobre el estado de la unidad con la Iglesia, sobre el
estado de autocrítica, sobre la resistencia o no al Romano Pontífice.
Por esto mismo no es absurdo pensar que, en el futuro, un
papa vea, nuevamente, en el rito pretridentino, una forma extraordinaria de la
lex orandi, pero esta vez no como instrumento para encaminarlos a la unidad
sino como resultado de un proceso de conversión pastoral y disciplinar que los
llevó a consolidarla.
Parafraseando a Hipócrates podríamos decir: Ecclesia longa,
vita brevis; es decir, la Iglesia tiene una larga historia mientras nuestra
vida es breve. Durante dos mil años la Iglesia ha vivido no una sino varias
situaciones semejantes; el diálogo debe construirse con la humildad de la
escucha sobre el esplendor de la verdad, sin falsos irenismos.