14 de enero de 2018

Nos convertimos en discípulos de Cristo, cuando hacemos las cosas bien y de manera permanente.


Evangelio para el 14 de enero 2018. °°° “Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: ¿Qué buscáis? Ellos le contestaron: Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives? Él les dijo: Venid y lo veréis.”  (Juan 1, 35-42).
 
El discipulado es un estilo de vida marcado por el encuentro con la persona de Jesús de Nazareth. Hombres y mujeres a lo largo de la historia han querido tener esa misma experiencia de los apóstoles, de convertirsen en discípulos misioneros para la máxima obra del Hijo de Dios: “Vayan y anuncien mi Palabra”.  ¿Cómo se logra conocer ese proceso? De acuerdo con la Sagrada Escritura, todo comienza con una experiencia vocacional, donde cada persona libre y voluntariamente toma conciencia de su deseo de seguir el camino del Señor. Hubo un hombre llamado Juan el bautista, quien se encargó de identificar exactamente a Jesús, lo presentó como el Cordero de Dios. Quienes se han ido atreviendo a darle su palabra a Dios, se han ido convirtiendo en apóstoles, en sacerdotes, en ministros, en personas cualificadas para decirle al mundo que si es posible vivir al estilo de Dios: “Vengan lo verán”. La clave la tiene el Nazareno. El misterio es su propia vida. La razón está en su objetivo fundamental: Él quiere salvar al mundo °°°° razón por la cual formó un grupo de apóstoles para que ellos continuaran su obra.  Los apóstoles forman un grupo especial que tienen relación con la persona de Jesús no sólo porque creen en Él, sino porque están íntimamente ligados a su misión; el grupo participa de la misión de Jesús, de sus poderes, y de su convivencia: “Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios” (Marcos 3, 13-19)   La misión evangelizadora de cualquier persona creyente en la obra de Jesús, participa del mismo misterio de Jesús. Su apostolado debe centrarse en comunicar su experiencia de fe, en la misma línea del Maestro. El apostolado se hace fecundo cuando hacemos la voluntad de Aquel que lo instituyó, el apostolado se convierte en un problema pastoral en la Iglesia, cuando quienes creyendo que son apóstoles hacen su propia voluntad, e incluso se oponen a quienes están viviendo su vida apostólica con el espíritu del Evangelio.  Ser apóstol de Dios en el mundo, no es cambiar las reglas de juego, sino convertirse en testigo del amor de Dios en el mundo. El santo padre Francisco recomienda para un buen discípulo de Cristo en su proceso vocacional: Escuchar, discernir y vivir.  Escucha muy atento la voz de Dios; discierne lo que vas a hacer y hazlo bien; empieza a vivir tu vocación de una forma permanente y sin rezagarse.