Evangelio
para el domingo 22 de diciembre 2019. « °°° El nacimiento de Jesucristo fue de
esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir
juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería
denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta
resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José,
hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.” °°° (Mateo 1, 18-24). El
profeta que representa el siglo de oro de la literatura hebrea decía: “Mis
pensamientos no son vuestros pensamientos; mis caminos no son vuestros caminos”
(Isaías 55, 8). Dios dispone cómo se va
a llevar a cabo esa nueva historia. En ningún momento rechaza todo lo que la
humanidad ha vivido; sino que la complementa, le imprime el Espíritu, le da
nueva vida, se abre ante el camino de la esperanza, se renueva en su pensar y
en su actuar.
María
Santísima y san José, son los personajes centrales por excelencia. María es el
ícono de la perfección cristiana. Ella es el modelo sublime de las virtudes, de
la pureza, de la fe. La mujer del silencio, de la obediencia y de la entrega
total. San José, de la descendencia de David. A través de él Jesús pertenece a
la raza de David. Así, en Jerusalén, se realizan las promesas hechas por Dios a
David y a su descendencia. José es el hombre justo, pero su justicia es diferente.
José llevó a la práctica el reto del Maestro a sus discípulos: “Porque les
digo: si su justicia no supera la justicia de los escribas y de los fariseos,
no entraran en el Reino de los Cielos” (Mt 5, 20). “Gracias a la justicia de
José, María no fue juzgada por el pueblo y Jesús siguió viviendo en su seno.”
Es
sabio entrar a decir: Lo divino, perfecciona lo humano. La experiencia misma
nos muestra que cuando pretendo ser divino pierdo el contexto de lo humano;
cuando rechazo lo divino destruyo garrafalmente lo humano. Cuando permito que
lo divino entre a hacer parte de lo humano, se perfecciona lo humano y se
comprende lo divino. Aprendo a confiar más en la Gracia de Dios, que en mis
propias cualidades. Más en sus planes que en los míos. Así se lo expresó san
Pedro al Nazareno: “¿A dónde vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna”
(Juan 6, 68). El Papa Francisco dice: “Estaré feliz cada vez que te vea actuar
son sabiduría, y estaré conmovido cada vez que te escuche hablar con rectitud.”
(Audiencia 4 de febrero 2015). Cuida tu
salud: Quien le dice Sí a Dios, no se equivoca fácilmente. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué