Evangelio
para el domingo 26 de enero 2020. °°° «El pueblo que habitaba en tinieblas vio
una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les
brilló». Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque
está cerca el reino de los cielos». Paseando junto al mar de Galilea vio a dos
hermanos, a Simón, llamado Pedro, y Andrés, que estaban echando la red en el
mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores
de hombres». °°° Mateo 4, 12-23. La conversión personal es un paso fundamental
para comprender el Reino de Dios. Para encontrar la felicidad, para hallar la
libertad, para cumplir fielmente la misión que se nos ha encomendado. Padre,
Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
El Hijo de Dios inicia su ministerio
cumpliendo fielmente con la misión que le encomendó su Padre celestial: Primero,
anuncia el Reino de su Padre. Segundo, visita los pueblos proclamando este
anuncio. Tercero, llama a los cuatro primero discípulos para que precisamente
entiendan la razón de su llamado y ellos mismos proclamen su Palabra y su obra,
que es el Reino de Dios. La condición
necesaria para lograr el éxito en la vida cristiana y en la misión, se llama
Conversión. Cada persona escucha la Palabra, entiende la Palabra y vive de
acuerdo a lo que le indique la Palabra de su Maestro. Se puede concluir que la
misión en código de conversión es: decir, hacer, lo que dijo, e hizo Jesús de Nazareth. (cf. Mateo 28,
16-20).
“Conviértanse porque el Reino de
Dios está cerca”. (Mateo 4,17). Crean en la Buena Nueva. (Marcos 1,15). Ese es
el llamado del Salvador del mundo. La conversión es una gran decisión en la
vida; es amor a la misma existencia, es garantía y plenitud de la eternidad. No
hay vida completa en este mundo mientras el corazón no esté convertido al valor
de la Palabra. San Pablo tuvo una fuerte experiencia de conversión, logró el
encuentro perfecto con Dios, lo dejó todo y se entregó a la misión: "Lo
que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más
aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para
ganar a Cristo." (Filipenses 3, 7-8). Conversión es cambio de conducta y
de corazón. (cf. Isaías 1, 10-19). Es comenzar a vivir según la Fe. Es cambiar
el pensamiento al sentir de Dios. Es buscar la voluntad de Dios: Lo bueno, lo
agradable, lo perfecto. (cf. Romanos 12,2).
El Papa Francisco propone como buen
método de conversión, un NO a la mundanidad espiritual. Es la que se esconde
detrás de las apariencias de religiosidad, e incluso de amor a la Iglesia, es
buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar
personal. No a la guerra entre nosotros, no a la acedia egoísta, no al
pesimismo estéril.
En comunión con los deseos del santo
Padre, Francisco. Hago resonancia al valor, la importancia y la utilidad de la
Palabra de Dios, en nuestras vidas. Así lo quiere el Papa y así lo expresó en
su motu proprio “Aperuit Illis”, en donde declara este tercer domingo, dedicado
a la Palabra que el Señor ha tenido bien en dejarnos. Él mismo nos abre el
entendimiento para poder comprenderla (cf. Lucas 24, 45). Jesús de Nazareth, promete el Espíritu Santo
que nos dará la fuerza para ser testigos de este misterio de salvación (cf.
Lucas 24, 49). Destaco algunas frases sueltas de esta carta apostólica del
Papa, descubriendo la relación de la Palabra, con los sacramentos, con la
Iglesia y con nuestra vida de bautizados: La Sagrada Escritura y los
Sacramentos no se pueden separar. Cuando los Sacramentos son introducidos e
iluminados por la Palabra, se manifiestan más claramente como la meta de un
camino en el que Cristo mismo abre la mente y el corazón al reconocimiento de su
acción salvadora.
La
acción del Espíritu Santo no se refiere sólo a la formación de la Sagrada
Escritura, sino que actúa también en aquellos que se ponen a la escucha de la
Palabra de Dios.
Cuando
la Sagrada Escritura se lee con el mismo Espíritu que fue escrita, permanece
siempre nueva.
Quien
se alimenta de la Palabra de Dios todos los días se convierte, como Jesús, en
contemporáneo de las personas que encuentra; no tiene tentación de caer en
nostalgias estériles por el pasado, ni en utopías desencarnadas hacia el
futuro.
La
Sagrada Escritura se refiere a la caridad. La Palabra de Dios nos señala
constantemente el amor misericordioso del Padre que pide a sus hijos que vivan
en la caridad.
La
Palabra de Dios es capaz de abrir nuestros ojos para permitirnos salir del
individualismo que conduce a la asfixia y la esterilidad, a la vez que nos
manifiesta el camino del compartir y de la solidaridad. Cuida
tu salud: El gran enemigo de la conversión es el pecado.