23 de enero de 2020

LA CONVERSIÓN DEFINE LA VIDA DE UN CRISTIANO.


Evangelio para el domingo 26 de enero 2020. °°° «El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». °°° Mateo 4, 12-23. La conversión personal es un paso fundamental para comprender el Reino de Dios. Para encontrar la felicidad, para hallar la libertad, para cumplir fielmente la misión que se nos ha encomendado. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.   
 El Hijo de Dios inicia su ministerio cumpliendo fielmente con la misión que le encomendó su Padre celestial: Primero, anuncia el Reino de su Padre. Segundo, visita los pueblos proclamando este anuncio. Tercero, llama a los cuatro primero discípulos para que precisamente entiendan la razón de su llamado y ellos mismos proclamen su Palabra y su obra, que es el Reino de Dios.  La condición necesaria para lograr el éxito en la vida cristiana y en la misión, se llama Conversión. Cada persona escucha la Palabra, entiende la Palabra y vive de acuerdo a lo que le indique la Palabra de su Maestro. Se puede concluir que la misión en código de conversión es: decir, hacer, lo que dijo, e hizo Jesús de Nazareth. (cf. Mateo 28, 16-20).

            “Conviértanse porque el Reino de Dios está cerca”. (Mateo 4,17). Crean en la Buena Nueva. (Marcos 1,15). Ese es el llamado del Salvador del mundo. La conversión es una gran decisión en la vida; es amor a la misma existencia, es garantía y plenitud de la eternidad. No hay vida completa en este mundo mientras el corazón no esté convertido al valor de la Palabra. San Pablo tuvo una fuerte experiencia de conversión, logró el encuentro perfecto con Dios, lo dejó todo y se entregó a la misión: "Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo." (Filipenses 3, 7-8). Conversión es cambio de conducta y de corazón. (cf. Isaías 1, 10-19). Es comenzar a vivir según la Fe. Es cambiar el pensamiento al sentir de Dios. Es buscar la voluntad de Dios: Lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (cf. Romanos 12,2).

            El Papa Francisco propone como buen método de conversión, un NO a la mundanidad espiritual. Es la que se esconde detrás de las apariencias de religiosidad, e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. No a la guerra entre nosotros, no a la acedia egoísta, no al pesimismo estéril.

            En comunión con los deseos del santo Padre, Francisco. Hago resonancia al valor, la importancia y la utilidad de la Palabra de Dios, en nuestras vidas. Así lo quiere el Papa y así lo expresó en su motu proprio “Aperuit Illis”, en donde declara este tercer domingo, dedicado a la Palabra que el Señor ha tenido bien en dejarnos. Él mismo nos abre el entendimiento para poder comprenderla (cf. Lucas 24, 45).  Jesús de Nazareth, promete el Espíritu Santo que nos dará la fuerza para ser testigos de este misterio de salvación (cf. Lucas 24, 49). Destaco algunas frases sueltas de esta carta apostólica del Papa, descubriendo la relación de la Palabra, con los sacramentos, con la Iglesia y con nuestra vida de bautizados: La Sagrada Escritura y los Sacramentos no se pueden separar. Cuando los Sacramentos son introducidos e iluminados por la Palabra, se manifiestan más claramente como la meta de un camino en el que Cristo mismo abre la mente y el corazón al reconocimiento de su acción salvadora.
La acción del Espíritu Santo no se refiere sólo a la formación de la Sagrada Escritura, sino que actúa también en aquellos que se ponen a la escucha de la Palabra de Dios.
Cuando la Sagrada Escritura se lee con el mismo Espíritu que fue escrita, permanece siempre nueva.
Quien se alimenta de la Palabra de Dios todos los días se convierte, como Jesús, en contemporáneo de las personas que encuentra; no tiene tentación de caer en nostalgias estériles por el pasado, ni en utopías desencarnadas hacia el futuro.
La Sagrada Escritura se refiere a la caridad. La Palabra de Dios nos señala constantemente el amor misericordioso del Padre que pide a sus hijos que vivan en la caridad.
La Palabra de Dios es capaz de abrir nuestros ojos para permitirnos salir del individualismo que conduce a la asfixia y la esterilidad, a la vez que nos manifiesta el camino del compartir y de la solidaridad.  Cuida tu salud: El gran enemigo de la conversión es el pecado.