Evangelio
para el domingo 2 de febrero 2020. « Cuando llegó el tiempo de la
purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a
Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del
Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la
oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» °°°
Lucas 2, 22-32.
Jesús
se somete a la ley, logra darle sentido; la convierte en vida, en Gracia, en
derecho, en respeto, en justicia, en orden. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de
Ibagué. El espíritu de la ley conduce y perfecciona el entendimiento de hombres
y mujeres. Si Jesús cumplió la ley de Moisés como estaba mandado según las
Escrituras, (cf. Lucas 2, 22) es porque ése es el instrumento que regula y
organiza la vida social nuestra. Jesús se somete a la ley de Dios, de su Padre
celestial; sus deseos son los de enseñarle a la humanidad, que la libertad no
se logra destruyendo la ley o violando normas y preceptos, sino dándole
plenitud, espíritu y vida a lo establecido.
El apóstol san Pablo entendió muy
bien el misterio de la Palabra de Dios: La ley del espíritu es el imperativo
del interior de cada persona. El Espíritu Santo, se hace maestro y guía del
espíritu del hombre. (cf. II Corintios 3, 3).
Pensemos
según la ley de Dios: La purificación de la madre, ya estaba prevista según la
ley de Moisés, así quedó consignada en el libro sagrado. (cf. Levítico 12,
2-8). Esa misma ley se cumplía 40 días después del parto. La consagración del
Hijo primogénito, también estaba previsto en la ley. (cf. Éxodo 13, 11-16).
Simeón y Ana son dos personajes que representan la sabiduría; son testigos de
la memoria del pueblo. Transmiten las promesas y las esperanzas a las nuevas
generaciones. Simeón representa a todos aquellos que esperan el consuelo de
Israel (cf. Lucas 2, 25-32). La profetiza Ana, con sus 84 años de edad, hija de
Fanuel, de la tribu de Aser, es el modelo de la persona de oración, del
sacrificio, de la perseverancia. (cf. Lucas 2, 36-38).
Jesucristo
nos plantea un cristianismo según la voluntad de Dios y no según el parecer de
cada persona. El que viene a ofrecer la libertad y la paz, inicia su misión
respetando los códigos sociales, y proponiendo un espíritu de vida diferente
que no desconoce el valor de lo escrito. Parodiando el misterio bíblico de la
presentación del Señor. El Papa Francisco propone acertadamente pensar en la
posibilidad de la misión de cada generación: “María y san José son los jóvenes
cumplidores de la ley, los que proponen las ideas del futuro. Simeón y Ana, son
los ancianos que custodian el pasado. Si los jóvenes abren nuevas puertas, los
ancianos tienen las llaves.” Cuida tu
salud: Quien se acostumbra a la ley de Dios, no maltrata a los demás.