10 de enero 2020. “Quien ama a Dios y odia los demás, es un
mentiroso, es un diablo.” El Papa
Francisco citó una expresión de San Alberto Hurtado que decía: “No hacer el mal
es bueno; pero no hacer el bien, es malo”, indicando que el verdadero amor “debe llevar a hacer el bien (…), a
ensuciarte las manos en las obras de amor”. En la homilía de la Misa en la Casa
Santa Marta, el Santo Padre ha reflexionado en torno a la primera lectura del
día, tomada de la Primera Carta de san Juan apóstol, 5, 5-13, que trata sobre el tema del amor, informa
Vatican News.
Para Francisco, el apóstol comprendió qué es el amor, lo
experimentó y, entrando en el corazón de Jesús, comprendió cómo se manifestaba,
de manera que en su carta cuenta cómo amamos y cómo hemos sido amados.
Dios ama primero
De acuerdo a la misma fuente, el Papa propuso dos
definiciones como “claras” en torno a este tema. La primera se refiere al
fundamento del amor: “Amamos a Dios porque Él nos ha amado primero”, el
principio del amor viene de Él. “Yo empiezo a amar, o puedo empezar a amar
porque sé que Él me ha amado primero”, explicó, y prosiguió: “Si no nos hubiera
amado, ciertamente no podríamos amar”.
En este sentido, el Pontífice ofreció entonces un ejemplo:
“Si un recién nacido, de pocos días, pudiera hablar, seguramente explicaría
esta realidad: ‘Me siento amado por los padres’. Y lo que los padres hacen con
el niño es lo que Dios hizo con nosotros: nos amó primero”. “Y esto hace nacer
y hace crecer nuestra capacidad de amar. Esta es una clara definición de amor: podemos amar a Dios porque Él nos amó
primero”, agregó.
Amar a Dios y al
prójimo
El Obispo de Roma apuntó también que el apóstol describe
“sin medias palabras” que “si alguno dice: ‘Yo amo a Dios’ y odia a su hermano,
es un mentiroso”. Juan no dice que es un “mal educado”, o “uno que se
equivoca”, sino que lo califica como “mentiroso”.
Ante ello, el Papa aclaró que “esta palabra de la Biblia es
clara, porque ser un mentiroso es la
forma de ser del diablo: es el Gran Mentiroso, nos dice el Nuevo
Testamento, es el padre de la mentira”. Esta constituye “la definición de
Satanás que nos da la Biblia. Y si dices que amas a Dios y odias a tu hermano,
estás del otro lado: eres un mentiroso. No hay concesiones en esto”.
Odio e indiferencia
Francisco aludió al hecho de que muchos pueden tratar de
justificarse para odiar a los demás porque hay algunos que hieren o son
maleducados. No obstante, en esta línea, insiste en las palabras de Juan “el
que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha
visto”. Además, el Santo Padre recordó que no solo existe el sentimiento de
odio, sino que también la voluntad de no “entrometerse” en las cosas de los demás,
algo que tampoco es bueno porque el amor “se expresa haciendo el bien”.
El amor es concreto
De nuevo utilizó un ejemplo para explicar esto último: “Si
una persona dice ‘Yo, para estar bien limpio, sólo bebo agua destilada’:
¡morirás!, porque eso no sirve para la vida. El verdadero amor no es agua
destilada: es el agua de todos los días, con los problemas, con los afectos,
con los amores y con los odios, pero es esto. Amar la concreción, el amor
concreto: no es un amor de laboratorio”
Y continuó remarcando que “hay una forma de no amar a Dios y
de no amar al prójimo un poco escondida, que es la indiferencia. ‘No, no quiero eso: quiero agua destilada. No
me meto en los problemas de los demás’. Tú debes, para ayudar, para rezar”.
El camino de la fe
El Pontífice resaltó que tratar de hacer el bien siempre es
una tarea difícil, pero a través del camino de la fe se presenta la posibilidad
de superar la mentalidad del mundo “que nos impide amar”.
Este es el camino, reiteró, “aquí no entran los
indiferentes, los que se lavan las manos de los problemas, los que no quieren
inmiscuirse en los problemas para ayudar, para hacer el bien; no entran los
falsos místicos, los de corazón destilado como el agua, que dicen que aman a Dios pero prescinden de
amar al prójimo”.
“Que el Señor nos enseñe estas verdades: la certeza de haber
sido amados primero y la valentía de amar a los hermanos”, concluyó. Fuente:
Zenit. Org. Larissa López.