12 de enero de 2020

LOS CHISMES Y MURMURACIONES Destruyen a los demás.


12 de enero 2020. Los chismes y murmuraciones destruyen al ser humano.
El catecismo de la Iglesia Católica, recomienda: ““el respeto por la reputación y el honor de las personas prohíbe toda detracción y calumnia en palabra o actitud”. (Numeral 2507). El Papa Francisco enseña que el ejercicio más destructivo entre nosotros es la murmuración: ““Siempre es útil ayudar a otros con consejos sabios, pero mientras observamos y corregimos los defectos de nuestro prójimo, también debemos ser conscientes de que nosotros tenemos defectos. Si yo creo que no tengo, no puedo condenar o corregir a los otros, todos tenemos defectos, todos y debemos ser conscientes, y antes de condenar a los otros debemos mirarnos a nosotros mismos.
De esta manera, podemos actuar en modo creíble, con humildad, testimoniando la caridad”, explicó el Papa. En esta línea, el Santo Padre alertó sobre la tentación de “ser indulgente con uno mismo, manga ancha con nosotros mismos
pero al mismo tiempo ser también “duros y condenar a los otros”. Refiriéndose al Evangelio de este domingo del libro de San Lucas, capítulo 6, el Papa dijo que presenta “breves parábolas, con las cuales Jesús quiere indicar a sus discípulos el camino por recorrer para vivir con sabiduría”.

En primer lugar, el Pontífice destacó la pregunta "¿Puede un ciego guiar a otro ciego?" para subrayar que “un guía no puede ser ciego, sino que debe ver bien, es decir, debe poseer la sabiduría para guiar con sabiduría; de lo contrario, se corre el riesgo de dañar a las personas que confían en ella”.

De este modo, “Jesús llama la atención de aquellos que tienen responsabilidades educativas o de mando: los pastores de almas, las autoridades públicas, los legisladores, los maestros, los padres, exhortándoles a que sean conscientes de su papel delicado y a discernir siempre el camino correcto por el cual conducir a las personas”, afirmó.

Seguir el ejemplo de Jesús
Además, el Papa recordó la expresión sapiencial en la que Jesús se indica a sí mismo “como un modelo de maestro y guía a seguir: Un discípulo no es más que el maestro; pero todo el que esté bien preparado será como su maestro” y explicó que es “una invitación a seguir su ejemplo y su enseñanza para ser guías seguros y sabios”. “Esta enseñanza está especialmente contenida en el discurso de la montaña, que desde hace tres domingos la liturgia nos ofrece en el Evangelio, indicando la actitud de mansedumbre y misericordia para ser personas sinceras, humildes y justas”, afirmó el Papa.

Por otro lado, el Santo Padre remarcó otra pregunta significativa que exhorta a no ser presuntuosos e hipócritas: “¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que está en tu ojo?”. En este sentido, el Pontífice reconoció que “muchas veces, lo sabemos todos, es más fácil o cómodo distinguir y condenar las faltas y los pecados de los demás, sin conseguir ver los propios con la misma lucidez. Nosotros siempre escondemos nuestros defectos, también los escondemos a nosotros mismos, en cambio es fácil ver los defectos de los otros”, alertó.

Por este motivo, el Papa Francisco recordó otra enseñanza de Jesús que dice que “no hay ningún árbol bueno que produzca frutos malos, ni hay ningún árbol malo que dé frutos buenos. De hecho, cada árbol es reconocido por su fruto” y explicó que “el fruto son las acciones, pero también las palabras. También por las palabras se conoce la calidad del árbol”.

“De hecho, quien es bueno saca lo bueno de su corazón y de su boca, y quien es malo, saca el mal, practicando el ejercicio más destructivo entre nosotros que es la murmuración, las habladurías, hablar mal de los otros. ¡Esto destruye! Destruye la familia, destruye la escuela, destruye el lugar de trabajo, destruye el barrio. De la lengua comienzan las guerras”, aseguró.

Al finalizar su reflexión previa al rezo del Ángelus, el Papa invitó a pensar en esta enseñanza de Jesús y preguntarse: “¿Yo hablo mal de los demás? ¿Yo busco siempre ensuciar a los otros? ¿Para mí es más fácil ver los defectos de los otros que los míos? Intentemos corregirnos al menos un poco. Nos hará bien a todos”. Y para ello, exhortó a invocar “el apoyo y la intercesión de María para seguir al Señor en este camino”. Fuente: Aciprensa. Ángelus 3 de marzo 2019.

EL CHISME TIENE EL PODER DESTRUCTIVO DE UNA BOMBA ATÓMICA
En su visita a la parroquia romana de San Crispino de Viterbo, el Papa Francisco advirtió que el chisme tiene el poder destructivo de una bomba atómica. “Las guerras comienzan con el lenguaje. Es como una bomba atómica. Antes de decirle a los demás, tómate un espejo y mírate”, aconsejó el Santo Padre.
En la Misa que celebró en la parroquia de San Crispino de Viterbo, el Papa Francisco señaló que “quiero detenerme en una parábola que Jesús nos ofrece hoy: ¿por qué miras la pajilla que está en el ojo de tu hermano y no la viga que está en tu propio ojo?”.

“Esto es lo que el Señor quiere enseñarnos: no vayas a criticar a los demás, no miremos las faltas de otras personas, miremos las nuestras”, alentó. “Todos tenemos defectos”, añadió, y lamentó que “estamos acostumbrados un poco por la gravedad del egoísmo a mirar solo las faltas de los demás. Inmediatamente encontramos las faltas de los demás y hablamos de ello. Hablar de los demás parece dulce, nos gusta. Es una cosa mala”.
“Somos especialistas para encontrar la culpa de los demás”, señaló, y advirtió que “si sigues este camino serás hipócrita”. “El chisme va más allá, siembra discordia y enemistad, siembra mal”. Fuente: Aciprensa.

LOS CHISMES MATAN Y LOS CHISMOSOS SON TERRORISTAS
LOS CHISMOSOSO SON GENTE QUE MATAN
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la catequesis de hoy afrontaremos la Octava Palabra del Decálogo: «No darás testimonio falso contra tu prójimo». Este mandamiento —dice el Catecismo— «prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo» (n. 2464). Vivir de comunicaciones no auténticas es grave porque impide las relaciones recíprocas y por tanto, impide el amor. Donde hay mentira no hay amor, no puede haber amor. Y cuando hablamos de comunicación entre las personas entendemos no solo las palabras, sino también los gestos, los comportamientos, incluso los silencios y las ausencias. Una persona habla con todo lo que es y lo que hace. Todos nosotros estamos en comunicación, siempre. Todos nosotros vivimos comunicando y estamos continuamente en vilo entre la verdad y la mentira.

Pero, ¿qué significa decir la verdad? ¿Significa ser sinceros? ¿O exactos? En realidad, esto no basta, porque se puede estar sinceramente equivocado, o se puede ser precisos en el detalle pero sin captar el sentido del conjunto. A veces nos justificamos diciendo: «Pero yo he dicho lo que sentía». Sí, pero has extremado tu punto de vista. O: «he dicho completamente la verdad». Puede ser, pero has revelado hechos personales o reservados. Cuantas habladurías destruyen la comunión por inoportunidad o falta de delicadeza. Es más, las habladurías matan y esto lo dice el apóstol Santiago en su Carta. El chismoso, la chismosa son gente que mata: mata a los demás, porque la lengua mata como un cuchillo. ¡Tened cuidado! Un chismoso o una chismosa es un terrorista, porque con su lengua lanza la bomba y se va tranquilo, pero lo que dice, esa bomba lanzada, destruye la fama del prójimo. No lo olvidéis: decir habladurías es matar. Pero entonces: ¿qué es la verdad? Esta es la pregunta hecha por Pilatos, justo mientras Jesús, frente a él, realizaba el octavo mandamiento (cf. Juan 18, 38). De hecho, las palabras «No darás testimonio falso contra tu prójimo» pertenecen al lenguaje forense. Los Evangelios culminan en el relato de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús; y este es el relato de un proceso, de la ejecución de la sentencia y de una consecuencia inaudita.

Interrogado Pilatos, Jesús dice: «Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad» (Juan 18, 37). Y este «testimonio» Jesús lo da con su pasión, con su muerte. El evangelista Marcos narra que «el centurión, que se encontraba frente a él, que había expirado de esa manera dijo: Verdaderamente este hombre era hijo de Dios» (15, 39). Sí, porque era coherente, fue coherente: con ese modo suyo de morir, Jesús manifiesta al Padre su amor misericordioso y fiel. La verdad encuentra su plena realización en la persona misma de Jesús (cf. Juan 14, 6), en su modo de vivir y de morir, fruto de su relación con el Padre. Esta existencia como hijos de Dios, Él, resucitado, nos la da también a nosotros enviando al Espíritu Santo, que es Espíritu de verdad, que atestigua a nuestro corazón que Dios es nuestro Padre (cf. Romanos 8, 16).

En cada acto suyo, el hombre, las personas, afirman o niegan esta verdad. Desde las pequeñas situaciones cotidianas a las elecciones más comprometidas. Pero es la misma lógica, siempre: la que los padres y los abuelos nos enseñan cuando nos dicen que no digamos mentiras.

Preguntémonos: ¿qué verdad atestiguan las obras de nosotros cristianos, nuestras palabras, nuestras elecciones? Cada uno puede preguntarse: ¿Yo soy un testigo de la verdad o soy más o menos un mentiroso disfrazado de verdadero? Que cada uno se pregunte. Los cristianos no somos hombres y mujeres excepcionales. Sino que somos hijos del Padre celestial, el que es bueno y no nos decepciona y pone en su corazón el amor por los hermanos. Esta verdad no se dice tanto con los discursos, es un modo de existir, un modo de vivir y se ve en cada obra (cf. Santiago 2, 18). Pero se comporta como verdadero, como verdadera. Dice la verdad, actúa con la verdad. Un hermoso modo de vivir para nosotros.

La verdad es la revelación maravillosa de Dios, de su rostro de Padre, es su amor sin fronteras. Esta verdad corresponde a la razón humana pero la supera infinitamente, porque es un don bajado a la tierra y encarnado en Cristo crucificado y resucitado; esto es visible para quien le pertenece y muestra sus mismas aptitudes. No dirás falso testimonio quiere decir vivir como hijo de Dios, que nunca, nunca se desmiente a sí mismo, nunca dice mentiras; vivir como hijos de Dios, dejando emerger en cada obra la gran verdad: que Dios es Padre y que nos podemos fiar de Él. Yo me fío de Dios: esta es la gran verdad. De nuestra confianza en Dios, que es Padre y me ama, nos ama, nace mi verdad y el ser verdadero y no mentiroso. (Audiencia Papa Francisco 14 de noviembre 2018).

QUIERES SABER SI ERES UNA PERSONA CHISMOSA
El chisme en una falta grave y tal vez uno puede estar cayendo en ella sin darse cuenta. Por ello, presentamos un test elaborado por el National Catholic Register para que descubras si eres una persona chismosa y puedas corregir esa falta.

Basta que haya realizado una de estas 10 afirmaciones para ser considerada una persona chismosa.
1.- Mientras sea verdad, está bien repetir el chisme.
2.- Necesitaba desahogarme.
3.- Solo se lo dije a una persona.
4.- Se lo dije a la gente solo para pedirles sus oraciones por esa pobre alma.
5.- Se me escapó por accidente así que no estaba chismeando intencionalmente.
6.- Pasé una semana sin decírselo a nadie, entonces tuvo que contárselo solo a una persona-
7.- Se lo dije a alguien en confidencia y le hice prometer que no lo repetirá.
8.- Necesitaba consejo sobre cómo manejar ese tema.
9.- Si él o ella actuará de esa forma, entonces se lo merece.
10.- Estoy rezando por él, así que todo está bien. (Fuente: Aciprensa).