Evangelio
para el domingo 23 de agosto 2020. “Donde está Pedro, allí está la Iglesia.” °°°
« Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-« ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos
que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías uno de los profetas.» Él
les preguntó: -«y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la
palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» °°° Mateo 16,
13-20. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de
Ibagué.
La
obra de Cristo habla por sí misma. Es la obra de alguien que ya había sido
anunciada con mucha anterioridad desde el profetismo en Israel. Jesús no
intenta ganarse la admiración del público recurriendo a obras extraordinarias. Se
cumple en Él todo aquello que había sido
anunciado.
Él es el Hijo de Dios. Él es quien debía venir al mundo, Él es el
Salvador del mundo. Él es quien presenta Juan el bautista. Él es el Mesías. Él
es el Hijo de Dios vivo.
Su
obra no depende de nadie en la tierra; es eminentemente celestial. Está en
comunión con su Padre. Jesús desarrolla el programa de su Padre Dios, la
ocasión para conocerlo y asimilarlo es la fe. No en vano, el Hijo de José y de
María, pregunta: ¿Quién dicen los hombres, que es el Hijo del hombre? (Mateo 16,
13). El Papa emérito, Benedicto XVI, enseña que existen dos maneras de conocer
a Jesucristo: Una superficial y otra auténtica. (cf. Homilía 29 de junio 2007).
La multitud piensa que Jesucristo es un profeta. Eso es cierto pero no es
suficiente. Quien conoce auténticamente a su Maestro, tiene la capacidad de
declararlo como Mesías y como Hijo de Dios. Cuando Jesucristo instituye su
Iglesia, convierte a Simón Pedro, desde el rudo pescador del lago de Bethsaida
en Galilea, en la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella y lo
instituyó pastor de su rebaño (cf. Juan. 21, 15-17).
San Ambrosio, doctor y padre de
occidente, afirmaba. “Ubi Petrus, Ibi Ecclesia”. Donde está Pedro, allí está la
Iglesia”. Tenía toda la razón. San Pedro se convierte para nosotros los
católicos y bautizados en el modelo de persona que va creciendo en su fe; adquiere
el conocimiento de su Maestro; aprende de sus errores; acepta sus debilidades; Llora
amargamente por traicionar a su Maestro; su misión es ser pescador de hombres. (cf. Mateo
4, 19). Su nombre aparece como el primero entre los apóstoles. (cf. Mateo 10,
2). Tras la muerte del Salvador del
mundo, san Pedro se convierte en el líder indiscutido de la comunidad de
creyentes. Cuida tu salud: En la persona de Pedro, están las características de
un excelente pastor, un buen creyente, un apóstol de Dios en el mundo.