18 de
agosto 2020. COMUNICADO Los obispos católicos de Colombia manifestamos nuestra
profunda aflicción y preocupación por las masacres de 5 jóvenes en Cali y de 8
jóvenes en Samaniego (Nariño), asesinados brutalmente los pasados 11 y 15 de
agosto. Oramos a Dios por las víctimas y expresamos nuestra cercanía y solidaridad
a sus familias, a los habitantes de las ciudades donde sucedieron estos
crímenes y a las comunidades eclesiales de la Arquidiócesis de Cali y de la
Diócesis de Ipiales.
Estos
hechos se suman a las amenazas a personas y a comunidades, a los asesinatos de
líderes sociales y de excombatientes de las FARC-EP, y a los enfrentamientos
armados por el control de las rutas del narcotráfico que se han verificado
recientemente en otros departamentos del país, como Norte de Santander, Chocó,
y Cauca.
Frente a
estos acontecimientos, que han sido denunciados por los obispos y sacerdotes de
las Iglesias particulares afectadas, así como por organizaciones nacionales e
internacionales, los obispos católicos:
1.
Proclamamos que la vida humana es sagrada e inviolable, que ella constituye el
primero y fundamental de los derechos, y que, por tanto, todo asesinato es un
crimen gravísimo, no sólo contra las personas sino también contra la sociedad.
2. Hacemos
presentes el sufrimiento, la miseria, la falta de oportunidades y la violación
de sus derechos fundamentales a las que están sometidas las poblaciones más
afectadas por el recrudecimiento de la violencia. Se trata de hermanos nuestros
que no podemos olvidar y hacia los que debemos dirigir nuestra solidaridad.
3. Rechazamos categóricamente todas las acciones y formas de
violencia, cualquiera que sea su origen.
4. Hacemos una vez más eco al llamado del Papa Francisco,
exhortando a los grupos armados ilegales y a las bandas delincuenciales al cese
definitivo de sus acciones violentas y de las confrontaciones, que agravan la
crisis humanitaria que se vive en el país por cuenta de la pandemia.
5. Convocamos una vez más a todo el pueblo colombiano a
empeñarse, con unidad y con valentía, en la defensa de la vida, en la tarea de
la reconciliación y la paz, y en la construcción de un proyecto común de país.
6. Animamos al Gobierno Nacional a concentrar aún más
esfuerzos para asegurar la protección efectiva y la atención integral a las
comunidades que padecen con mayor rigor las consecuencias de la violencia, así
como a seguir avanzando en la implementación de los Acuerdos de Paz.
7. Invitamos a la comunidad católica a intensificar la
oración para que Dios conceda a nuestro país el don inestimable de la paz y
para que todos seamos artesanos de reconciliación. Oscar Urbina Ortega,
Arzobispo Villavicencio, Presidente de la Conferencia Episcopal. Fuente.
Conferencia Episcopal de Colombia.