Evangelio para el Sábado Santo 3 de Abril 2021. María Santísima, Modelo en la Fe, Esperanza y Caridad. “En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.” (Lucas 2, 16-21). Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
Nuestra querida Madre del cielo,
corredentora, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, se convierte en modelo
perfectísimo de la Fe que embarga la esperanza y lanza a un creyente a
practicar la caridad y misericordia con todas las personas. Ella es modelo de Fe, ella supo hacer la
voluntad de Dios, ella supo guardar sus cosas en el corazón, ella le enseñó a
la humanidad, que la mejor forma de hablarle a Dios es: “Hágase en mí según tu
Palabra”. Ella no dudó en ningún momento
de la misión que Dios le encomendó. Ella asumió todo el riesgo porque sabía
perfectamente, que la plenitud de una obra se cumple según la voluntad del que
la envía. María Santísima desde la fe, es el modelo perfectísimo de aquel que
cree y se arrodilla para hacer la voluntad del Padre celestial. Esa es una persona de Fe. El gran secreto es saber qué es la fe y cómo
viven los que tienen fe.
Dice la Sagrada Escritura: La Fe es
la virtud por la cual creemos firmemente en las verdades que Dios ha revelado.
"La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la certeza de las
realidades que no se ven" (Hebreos 11,1) La fe es una virtud infusa o sea
dada por Dios directamente en el alma. Pero hay que alimentarla y hacerla
madurar a través de nuestros actos de obediencia y confianza. Creer nunca ha
sido fácil, ya que siempre implica una renuncia a las medidas propias para
aceptar la medida de Dios, que es infinitamente superior a las nuestras.
La Virgen Santísima, tuvo una fe
ejemplar. No ha existido criatura alguna que se pueda comparar a la fe de
Nuestra Madre, ya que su vida requirió de su corazón una fe heroica capaz de
poder responder en plenitud al misterio al cual se le llamó y en el cual
siempre viviría. Según el Evangelista San Lucas, la Virgen María se mueve
exclusivamente en el ámbito de la fe.
La fe se
convierte para María en la única medida para abrazar no solo su propio
misterio, sino el de su mismo hijo: un puro don que Dios le ha dado no para su
gozo o su exaltación, sino para el bien de todos.
El Papa Francisco afirma que la
Santísima Virgen María, nos enseña qué es la fe. °°° “Como ya enseñaba San Ambrosio, la Madre
de Dios es figura de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la
perfecta unión y de la perfecta unión con Cristo” (Vaticano II. Constitución
Lumen Gentium. n. 63). La Virgen María era: una chica judía, que esperaba con
todo el corazón la redención de su pueblo. Pero en aquel corazón joven de
Israel había un secreto que ni ella misma conocía: en el diseño de amor de Dios
estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el
Mensajero de Dios la llama “llena de gracia” y le revela este proyecto. María
responde “sí” y desde este momento la fe de María recibe una luz nueva: se
concentra en Jesús, el Hijo de Dios que de ella ha tomado la carne y en la que
se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es
el cumplimiento de la fe de Israel y, en este sentido, es el modelo de la fe de
la Iglesia, que tiene como centro a Cristo, encarnación del amor infinito de
Dios. Cuida tu salud: María vivió
siempre inmersa en el misterio de Dios hecho hombre, como su primera y perfecta
discípula.
Evangelio Vigilia Pascual en el Sábado Santo 3 de Abril 2021. Dios todo lo hace perfecto. “Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron perfume para ir a ungir el cuerpo de Jesús. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Se decían unas a otras: « ¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?» Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande. Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: «No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.» (Marcos 16, 1-7). Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
Bajo el
espíritu de los escritores bíblicos podemos recorrer con el entusiasmo desde la
fe la obra de la creación, que es a su vez, la historia de la salvación. Nos
maravillamos de la perfección de las cosas, la perfección de la naturaleza, la
perfección de los animales, la perfección del espacio celeste, y la mejor
perfección: el hombre y la mujer. Realmente, todo lo hizo bien, lo hizo muy
bien y no solo se contentó Dios con hacerlo bien, sino que le puso el toque del
amor, la comprensión, la libertad, el futuro. Logró la conexión perfecta de lo
terrestre con lo celeste, lo divino con lo humano, lo humano con lo natural.
Una sinfonía perfecta de luz, vida,
oxigeno, esperanzas, ilusiones, trabajos, comunidad, pueblos, tierra, etc. Desde la misma creación se puede contemplar
la grandeza de Dios, la perfección del Señor, el amor de Dios, la misericordia
de Dios, la presencia permanente de Dios, quien se goza de su misma obra, la
cual la sostiene con el hálito de su Espíritu.
Con la resurrección el Hijo de Dios gana la libertad para la humanidad,
abre las puertas de la redención, promete la Salvación, para todo aquel que se
atreva a hacer su santa voluntad.
Ganar la libertad y vivir en
libertad es el regalo más grande que se le puede ofrecer a un pueblo, a una
persona. Dios le concedió ese presente a Israel. Liberó a todos los hebreos
quienes estaban sometidos al yugo de los egipcios. Ganamos la libertad, cuando
nos dejamos liberar, ganamos la libertad, cuando detenemos el mal, ganamos la
libertad, cuando le cerramos el corazón al pecado, ganamos la libertad, cuando
decimos la verdad, ganamos la libertad, cuando somos justos con los demás.
El sepulcro es el lugar donde quien
entra no sale. Pero Jesús salió por nosotros, resucitó por nosotros, para
llevar vida donde había muerte, para comenzar una nueva historia que había sido
clausurada, tapándola con una piedra. Así lo expresó el Papa Francisco en su homilía,
en la vigilia pascual de la noche santa °°° Él, que quitó la roca de la entrada
de la tumba, puede remover las piedras que sellan el corazón. Por eso, no
cedamos a la resignación, no depositemos la esperanza bajo una piedra. Podemos
y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos, nos ha visitado
y ha venido en cada situación: en el dolor, en la angustia y en la muerte. Su
luz iluminó la oscuridad del sepulcro, y hoy quiere llegar a los rincones más
oscuros de la vida. Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la
esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen
la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido. (Homilía 11 de abril
2020). Cuida tu salud: Que hermoso es ser cristiano, mensajeros de vida en
tiempos de muerte.