Evangelio para el Viernes Santo 2 de abril 2021. El dolor se transforma en Gloria y Esperanza. “Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: « ¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» les dijo: «Yo soy.» Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo: « ¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.» Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno.» (Juan 18, 1-19.42). Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
Cuando
contemplamos a Cristo crucificado, descubrimos la extraordinaria riqueza que emana
en el madero de la cruz, con el excelente objetivo: Salvar la humanidad. Allí
desde esa Cruz pende el sacerdocio, el sacrificio redentor, el martirio, la
gloria, el hombre que sufre, el Dios que salva, el hombre que se hace
solidario, el Dios que perdona, la Iglesia misma que nace del costado de
Cristo. Quien pretenda vivir una religión sin el madero de la Cruz, estará
totalmente perdido. Sabiamente enseñó el
Maestro: El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que
encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.”
(Mateo 10, 34. 11,1).
Es
importante aprender a darle sentido al sufrimiento humano. La Sagrada Escritura
propone vivir el dolor, el sacrificio, la penitencia, llevar el madero de la
Cruz; en aras de la gloria de Dios y la salud espiritual y corporal del
creyente. El Salvador del mundo asumió
el sufrimiento. Lo que más destaca en la pasión y muerte de Cristo es su
perfecta conformidad con la voluntad del Padre, con aquella obediencia que
siempre ha sido considerada como la disposición más característica y esencial
del sacrificio. Quien salva a la humanidad, fue obediente hasta una muerte de
Cruz. (Filipenses 2, 8).
El
cardenal, Raniero Cantalamessa, proponía interpretar el madero de la Cruz,
afirmando: La cruz se comprende mejor por sus efectos que por sus causas. Y
¿Cuáles han sido los efectos de la muerte de Cristo? ¡Justificados por la fe en
Él, reconciliados y en paz con Dios, llenos de la esperanza de una vida eterna!
(cf. Romanos 5, 1-5). San Juan Pablo II, vivió y enseñó a soportar y entender
el sufrimiento desde lo físico, lo espiritual, lo moral. Decía el Santo: “La
Sagrada Escritura es un gran libro sobre el sufrimiento. Desde la experiencia
moral: el peligro de muerte, la muerte de los propios hijos, y especialmente la
muerte del hijo primogénito y único. También la falta de prole, la nostalgia de
la patria, la persecución y hostilidad del ambiente, el escarnio y la irrisión
hacia quien sufre, la soledad y el abandono. El remordimiento de conciencia, la
dificultad en comprender por qué los malos prosperan y los justos sufren, la
infidelidad e ingratitud por parte de amigos y vecinos. (Carta Apostólica,
Salvifici Doloris, 6). Cuida tu salud: El
sufrimiento aquilata el amor.