Evangelio para el Miércoles Santo 31 de marzo 2021. La traición no es digna de un discípulo. °°° “Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: « ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.”°°° (Mateo 26, 14-25). Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
La traición es algo despreciable, es
veneno del alma, es la muerte de un inocente, es un acto demasiado bajo e
indigno de un creyente, de alguien que aspire a ser un buen discípulo del
Maestro de Nazareth. Judas tuvo una
experiencia demasiado amarga en su vida, llegó a la conclusión de que había
vendido a su Maestro, lo había traicionado, prácticamente había entregado a la muerte
a un inocente. La solución que encontró en el momento fue devolver las treinta
monedas de plata y creer que el suicidio era la solución. (cf. Mateo 27,
3-5). La traición hace perder la
conciencia y la capacidad de arrepentimiento.
No debemos olvidar dos cosas, decía
el Papa emérito, Benedicto XVI: La primera: Jesús respeta nuestra libertad. La
segunda: Jesús espera que queramos arrepentirnos y convertirnos; es rico en
misericordia y perdón. Por lo demás, cuando pensamos en el papel negativo que desempeñó
Judas, debemos enmarcarlo en el designio superior de Dios que guía los
acontecimientos. Su traición llevó a la muerte de Jesús, quien transformó este
tremendo suplicio en un espacio de amor salvífico y en entrega de sí mismo al
Padre (cf. Gálatas 2, 20; Efesios 5, 2. 25). El verbo "traicionar" es
la versión de una palabra griega que significa "entregar". A veces su
sujeto es incluso Dios en persona: él mismo por amor "entregó" a
Jesús por todos nosotros (cf. Romanos 8, 32). En su misterioso plan de
salvación, Dios asume el gesto injustificable de Judas como ocasión de la
entrega total del Hijo por la redención del mundo.” (Audiencia, 18 octubre
2016).
Afirma el hermeneuta bíblico: Jesús
alcanza la completa humillación con la «muerte de cruz». Se trata de la peor
muerte, la que se reservaba a los esclavos y a los delincuentes. Jesús era
considerado un profeta, pero muere como un delincuente. Contemplando a Jesús en
su pasión, vemos como en un espejo los sufrimientos de la humanidad y encontramos
la respuesta divina al misterio del mal, del dolor, de la muerte. Cuida tu
salud: Cada persona puede padecer el mal, disfrazado en su variedad de rostros.