21 de marzo de 2021

¿MUERTE DIGNA? ¡NO, HOMICIDIO!


21 de marzo 2021
. ¿MUERTE DIGNA?... ¡NO, HOMICIDIO ¡  Autor:  Padre, Mario García Isaza,   
cm. Formador Seminario Mayor, Arquidiócesis de Ibagué.
“Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo a su término. Nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (Pío XII, discurso a la Unión médico-biológica San Lucas, nov. 12 de 1944)
Es preciso comenzar esta reflexión por la definición de términos; ese es el punto de partida de cualquier discusión, máxime en materias que tocan con la ética. Porque según la significación que se le atribuya al término – en este caso a la eutanasia -  éste podrá significar o un crimen abominable, un asesinato, o un acto de piedad. Es, precisamente, lo que está en boga: disfrazar con denominaciones melifluas y hasta aparentemente meritorias las peores aberraciones para, con ese artilugio semántico, paliar la realidad y manipular el pensamiento de los ingenuos. El término viene de dos palabras griegas: eu (bueno) y thánatos (muerte). Es esta etimología la que vienen astutamente utilizando quienes defienden la eutanasia para hablar de bien morir…de muerte digna… El Presidente de la Comisión Deontológica de España, dijo en un foro sobre la eutanasia : ”Me parece necesario, para alejar el riesgo de la confusión semántica, que todos nos olvidemos de la noble ascendencia etimológica y de las significaciones nobles de eutanasia, y que a partir de ahora entendamos que es, lisa y llanamente, matar sin dolor y deliberadamente, de ordinario mediante procedimientos de apariencia médica, a personas que se consideran como destinadas a una vida atormentada por el dolor, con el propósito de evitarles el sufrimiento o de librar a la sociedad de una carga inútil”
 
“Intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura” , es la definición del DRAE (Diccionario de la Real Academia) Y la de la OMS (Organización Mundial de la Salud): “Acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”.  Sencillamente, en castellano  y sin afeites, un homicidio.
Por eutanasia se entiende, nos enseña la Congregación para la doctrina de la Fe, “una acción, o una omisión, que por su naturaleza, o en la intención, causa la muerte con el fin de eliminar cualquier dolor” (Declaración “Jura et bona” , sobre la eutanasia, 5-V-1980) Y San Juan Pablo II, en su encíclica Evangelium Vitae, sostiene que practicar la eutanasia es “adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado y poniendo así fin a la propia vida o a la de otros” y que consiste “en una acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor” (E.V. 64-65) Hay, pues, tres condiciones para que pueda hablarse de eutanasia:
 
         Primera, la intención de dar muerte, y que se pongan los medios oportunos para ello;
         Que esos medios, ya sean directos o por omisión, sean causativos;
         Que se pretenda quitar la vida con la finalidad de eliminar cualquier dolor.
Sentado todo lo anterior, hemos de afirmar que el juicio moral cristiano está expresado por la Iglesia de modo que no deja resquicio de duda, así: “Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa….es moralmente inaceptable… Una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre” ( CEC, N° 2277)
 
Y una ratificación categórica y luminosa de ese juicio, la tenemos en esta enseñanza de San Juan Pablo II : “…de acuerdo con el magisterio de mis predecesores y en comunión con los Obispos de la Iglesia católica, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana.
(Evangelium Vitae, 65) En la base de este juicio moral,  están, lo enseña también San Juan Pablo II en el citado documento, la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, a la luz de los cuales la vida del hombre es sagrada e inviolable, y de ella solo el Creador es dueño. Y está, así mismo, la ley natural.
 
Y yo creo que en el fondo de la posición de quienes prohíjan la eutanasia, (y el aborto, y las uniones homosexuales, y muchas otras aberraciones), está precisamente el desconocimiento de la ley natural. El desconocimiento o el rechazo de esta ley natural, que es también ley de Dios, autor de la naturaleza, es lo que conduce irremisiblemente al  subjetivismo y al relativismo moral que subyacen a la desatinada campaña que va destruyendo los cimientos éticos de la civilización cristiana, y que tiene sus voceros con nombre propio entre nosotros. Es que el hombre, como ser racional, descubre en el fondo de su conciencia que existe una ley natural, que él no se ha dictado a sí mismo, que brota de su naturaleza dotada de razón y voluntad, que por lo mismo es universal e inmutable y está por encima de toda ley positiva.
 
Una ley en virtud de la cual, como lo asienta el mismo luminoso documento de San Juan Pablo que vengo citando, hay actos que son en sí mismos, intrínsecamente, malos; lo son siempre, y por sí mismos, es decir por su objeto, independientemente de las ulteriores intenciones de quien actúa y de las circunstancias, y  por consiguiente no pueden justificarse nunca, por ninguna razón. (Veritatis Splendor, 80) El Concilio  Vaticano II, en la ejemplificación que hace de tales actos, nos enseña que “todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario….son ciertamente oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia, y son totalmente contrarios al honor debido al Creador” (Gaudium et Spes, 27)
 
Con ocasión de la reciente legalización de la eutanasia en España, que es un nuevo paso en ese tortuoso camino que va llevando a esa nación, bajo sucesivos regímenes de izquierda, hacia el despeñadero, se ha agitado de nuevo entre nosotros el tema de la eutanasia; pretenden algunos, especialmente desde la inefable Corte Constitucional,  forzar a los poderes legislativo y ejecutivo para que  expidan patente de corso a los promotores de la muerte, y para que obliguen a los profesionales y a las instituciones católicas de salud a ser ejecutores y agencias del homicidio pecaminoso.
No puedo poner punto final a esta reflexión, sobre todo porque tengo en cuenta que vamos hacia unas ya no lejanas elecciones que nos darán nuevos órganos legislativos, sin recordar

cosas como estas : que a un legislador católico, si es que tiene una conciencia bien formada y quiere ser coherente, no le está permitido “favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley que contenga propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y de la moral” (CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Los católicos y la política, 24-XI-2002); y que, muy en consonancia con lo anterior, un ciudadano católico no puede, en conciencia, apoyar con su sufragio a un candidato que sea partidario de abominaciones como el aborto, la eutanasia y cosas semejantes. 
 
No sé si quienes lean estas mis reflexiones, van o no a sentir lo que yo sentí cuando, el pasado 19 de marzo, en la noche, escuché, en el programa radial “Nocturna RCN” el diálogo sostenido por su director, señor Julián Parra, con un médico de cuyo nombre no me acuerdo ni quiero acordarme; a mí me estremeció, no solamente lo endeble de las argumentaciones del matasanos, sino la avilantez y el desempacho de baladrón con que casi se jactaba de su record criminal; era fácil adivinar, en el tono de su voz,  que sonreía muy ufano cuando le preguntaron: ¿ cuántas eutanasias ha practicado usted?, y así se despachaba: ”me faltan unas poquitas para llegar a las quinientas”. ¡Incalificable! ¡Por ahí debe de andar buscando las cuatro o cinco víctimas que le hacen falta para redondear su hazaña! correo del autor: magarisaz@hotmail.com