3 de agosto 2021 “El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”. Mensaje para el día 4 de agosto 2021. Por: Monseñor. José Libardo Garcés Monsalve - El próximo 4 de agosto recordamos en la liturgia de la Iglesia a san Juan María Vianney, conocido como el Santo Cura de Ars, patrono de los párrocos y de los sacerdotes. Un sacerdote sencillo y humilde, que supo entregar su vida a Dios y a los hermanos, en un servicio abnegado sobre todo en el sacramento de la confesión, logrando desde el confesionario muchas conversiones de personas que llegaban de todas partes a la aldea de Ars, a pedir perdón al Señor por sus pecados y a recibir la gracia de Dios.
“El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”, es una
frase que el Santo Cura de Ars repetía y meditaba con frecuencia; nos invita a
todos a reconocer con gratitud a Dios el don tan grande que representan los
sacerdotes, para la Iglesia y para cada una de las comunidades parroquiales;
quienes recibiendo el llamado del Señor y dando una respuesta generosa a su
plan de salvación, cada día repiten las palabras y los gestos de nuestro Señor
Jesucristo para que pastores y fieles tengan el pan de la Palabra y de la
Eucaristía que es el camino a la vida eterna.
El Santo Cura de Ars enseñaba a sus fieles con la propia
vida. Siempre lo veían en el templo dedicando muchas horas de su tiempo a la
oración. Con gran fervor se ponía de rodillas frente al Santísimo Sacramento
presente en el sagrario, en actitud contemplativa, y estaba allí sin necesidad
de hablar mucho, sino entrando en el secreto de su corazón y orando al Señor
como lo pide el Evangelio: “Tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la
puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará” (Mateo 6, 6). De su oración contemplativa brotaba un
amor profundo por la Eucaristía, pues estaba convencido que todo el celo
pastoral en la vida del sacerdote depende de la Eucaristía. Por eso celebraba
su misa diaria con gran fervor y unción.
Su profunda vida espiritual y fervor en el ejercicio de su
ministerio sacerdotal, lo llevó a abrazar la Cruz del Señor cada día y a entregar
su vida en un servicio constante en el confesionario, de tal manera que su
alimento era la Eucaristía y su lugar de trabajo era el trono de la gracia,
donde escuchaba a los penitentes y los llevaba hasta Dios. Al conmemorar a
este gran santo patrono y modelo de los sacerdotes, volvemos la mirada a cada
uno de los sacerdotes de la Iglesia y de nuestra Diócesis, orando por su
ministerio para que cada día la fidelidad sea la nota central de los ministros
del Señor y así puedan tener un corazón ardiente de pastores para entregar
toda su vida a la evangelización, identificando su vida con la de Jesucristo
Buen Pastor. El Concilio Vaticano II hablando de los sacerdotes expresa:
“encontrarán en el mismo ejercicio de la caridad pastoral el vínculo de la
perfección sacerdotal que reduce a unidad su vida y su actividad. Esta caridad
pastoral fluye sobre todo del sacrificio eucarístico” (Presbyterorum Ordinis
#14), esto significa en el sacerdote una vida interior que se expresa en un
corazón ardiente de pastor, con la conciencia de llevar en su vida el misterio
de Amor que tiene que ser la fuente de su vida de oración y de todo su
apostolado.
Un sacerdote al estilo de Jesús, a ejemplo del Santo Cura de
Ars, animador de una comunidad parroquial es capaz de renovar y convertir una
parroquia, en una comunidad de discípulos misioneros al servicio del
Evangelio. Así lo expresa Aparecida cuando afirma: “La renovación de la
parroquia exige actitudes nuevas en los párrocos y en los sacerdotes que están
al servicio de ella. La primera exigencia es que el párroco sea un auténtico
discípulo de Jesucristo, porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede
renovar una parroquia; pero, al mismo tiempo, debe ser un ardoroso misionero
que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la
simple administración” (Documento de Aparecida #201).
Este fue el itinerario espiritual y pastoral de san Juan
María Vianney para la aldea de Ars, quien, enamorado de Nuestro Señor
Jesucristo, se dedicó a anunciarlo con su vida y con el ejercicio de su
ministerio, que privilegió en el confesionario, entregando la gracia de Dios a
tantos alejados que acudían a recibir el perdón misericordioso y desde allí se
fue renovando la parroquia y también su entorno. Hoy el Papa Francisco nos
invita a una conversión pastoral y misionera como la que emprendió el Santo
Cura de Ars, con el anhelo de que todas las comunidades lleguen a conocer y
amar a Jesucristo. Así lo expresa el Papa cuando dice: “Espero que todas las
comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de
una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están.
Ya no nos sirve una ‘simple administración’. Constituyámonos en todas las
regiones de la tierra en un ‘estado permanente de misión” (Evangelii Gaudium
#25).
El cura de Ars vivió la buena noticia del Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo y se la hizo descubrir a sus feligreses
permaneciendo en medio de su pueblo, como lo afirmó san Juan XXIII en
‘Sacerdotii Nostri Primordia’: “como un modelo de ascesis sacerdotal, modelo
de piedad y sobre todo de piedad eucarística, y modelo de celo pastoral”, de
tal manera que su parroquia rápidamente se fue renovando, siendo para los
fieles ejemplo de respuesta en la fe, la esperanza y la caridad.
En este momento histórico como sacerdotes tenemos un gran
desafío de iniciar nuevos cristianos y reiniciar a los que se han alejado,
mediante un proceso evangelizador que tenga a Jesucristo como centro, para
hacer realidad el sueño del Papa Francisco que pide una nueva evangelización
donde “el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más
grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario” (EG #35), que es
el mismo Jesucristo, Nuestro Señor.
Que la intercesión del Santo Cura de Ars, de la Santísima
Virgen María y del glorioso Patriarca san José, alcancen del Señor muchas
bendiciones y gracias, que ayuden a todos los sacerdotes a vivir en fidelidad
a Cristo y a la Iglesia. A todos los fieles, les concedan seguir unidos en
oración y en colaboración con sus sacerdotes en las comunidades parroquiales.
Para todos, mi oración y bendición.
+ José Libardo Garcés Monsalve
Administrador Apostólico de la Diócesis de Cúcuta (Colombia) Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia.