16 de mayo 2020. “La mundanidad es cultura de lo efímero.” En
la Misa celebrada este sábado quinta semana de pascua, en casa Santa Marta, el
Papa Francisco advirtió contra la mundanidad, contra el espíritu del mundo que
odia el Evangelio, odia a Jesús y a sus discípulos, un espíritu que mata a los
cristianos, como les sucede a tantos mártires, pero que tiene un punto débil:
la Cruz de Cristo.
“La mundanidad tiene
una cosa que no tolera: el escándalo de la Cruz, no lo tolera. Es la única
medicina contra el espíritu de la mundanidad es Cristo muerto y resucitado por
nosotros”, subrayó el Pontífice.
El Papa evidenció que “Jesús, en varias ocasiones y, sobre
todo, en su despedida de sus apóstoles, habla del mundo”. En esa despedida,
dice: “Si el mundo os odia, sabed que antes me ha odiado a mí”. “Claramente,
habla del odio que el mundo tuvo con Jesús y que tendrá con nosotros”, señaló
el Pontífice.
Por otra parte, “en la oración que hace en la mesa con los
discípulos en la última cena pide al Padre que no lo aparte del mundo, sino que
lo defienda del espíritu del mundo”.
Ante esta importancia que Jesús da al peligro de la
mundanidad, del espíritu del mundo, el Santo Padre invitó a preguntarse cuál es
ese espíritu del mundo: “¿Qué es esta mundanidad capaz de destruir a Jesús y a
sus discípulos? ¿Incluso de corromperlos, y de corromper a la Iglesia? ¿Cómo es
el espíritu del mundo? ¿Qué es eso? Nos hará bien pensarlo”.
El Papa Francisco explicó que “la mundanidad es una propuesta de vida. Alguno puede pensar que la
mundanidad es hacer fiesta, vivir en la fiesta… No. La mundanidad puede ser
eso, pero no es eso fundamentalmente”.
“La mundanidad es una
cultura”, subrayó. “Una cultura de lo efímero. Una cultura del aparentar,
del maquillaje. Una cultura del hoy sí, mañana no, mañana sí y hoy no. Tiene
valores superficiales. Una cultura que no conoce fidelidad porque cambia según
las circunstancias. Lo negocia todo. Esa es la cultura mundana, la cultura de
la mundanidad”.
Jesús, en sus palabras a los discípulos durante la última
cena, “insiste en defenderse de esto, reza para que el Padre nos defienda de
esta cultura de la mundanidad. Es una
cultura del usar y tirar según convenga. Es una cultura sin fidelidad, no
tiene raíces. Es un modo de vivir, incluso de un modo de vivir de tantos que se
llaman cristianos. Son cristianos, pero son mundano”.
En su homilía, recordó también la parábola de la semilla que
cae a tierra, en la que Jesús dice que “las preocupaciones del mundo, es decir,
la mundanidad, ahogan la palabra de Dios,
no la dejan crecer”.
También aseguró sentirse impresionado con las palabras del
P. De Lubac cuando habla de la mundanidad espiritual y dice que “el peor de los males que le puede suceder a
la Iglesia es la mundanidad. Y no exagera, porque luego señala algunos
males que son terribles, y esto es peor: la mundanidad espiritual”.
El motivo por el que la mundanidad puede hacer tanto mal es
“porque es una hermenéutica de vida, es un modo de vivir, también un modo de
vivir el cristianismo. Y para sobrevivir ante la predicación del Evangelio,
odia. Mata”.
El Papa rechazó que la mundanidad sea algo superficial, “no
tiene nada de superficialidad, tiene unas raíces profundas. Es camaleónica: cambia, va, viene, pero
la sustancia es la misma, una propuesta de vida que entra en todos sitios,
incluso en la Iglesia”.
Sin embargo, señaló que sí que hay una “medicina” contra la
mundanidad: la Cruz de Cristo, la muerte y resurrección del Señor.
En el Libro de los Apóstoles figura un ejemplo que explicó
el Papa en su homilía: “El apóstol Pablo acudió a Atenas y quedó impresionado
cuando vio en el Areópago tantos monumentos a los dioses. Entonces pensó en
hablar a los atenienses sobre esos monumentos: ‘Vosotros sois un pueblo
religioso. Yo veo estos monumentos… Pero me llama la atención aquel altar al
dios desconocido, y ese, que es el que yo conozco, vengo a deciros quién es’. Y
comenzó a predicar el Evangelio. Pero cuando llegó a la Cruz y a la
Resurrección, se escandalizaron y se marcharon”.
“La mundanidad tiene
una cosa que no tolera: el escándalo de la Cruz, no lo tolera. Es la única
medicina contra el espíritu de la mundanidad es Cristo muerto y resucitado por
nosotros”, insistió el Papa Francisco.
El Papa Francisco finalizó la homilía pidiendo “la gracia de
discernir qué es mundanidad y qué es
Evangelio, y no dejarse engañar, porque el mundo nos odia, el mundo ha
odiado a Jesús, y Jesús rezó para que el Padre nos defendiese del espíritu del
mundo”. Evangelio comentado por el Papa Francisco: Juan 15, 18-21. Fuente:
Aciprensa. Com. Redacción.