Evangelio
para el domingo 31 de mayo 2020. Sin el Espíritu de Dios, no podemos hacer
nada. °°° «Paz a vosotros.» dicho esto, les enseñó las manos y el costado. Los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: -«Paz a
vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.» dicho esto,
exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -«Reciban el Espíritu Santo.” °°°
Juan 20, 19-23. La fiesta de Pentecostés en nuestra Iglesia Católica, conmemora
la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles en formas de lenguas de
fuego. Así lo confirma el libro sagrado: “Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo” (cf. Hechos 2, 1-4). Padre, Jairo
Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
Es cierto que sin el cultivo de un
buen espíritu, estamos perdidos en la
inmensidad de este mundo. ¿Nos dejamos guiar por el Espíritu de Dios, o le
obedecemos a los placeres de este mundo?. Así se cumple el consejo sabio de la
Escritura: “El Espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada.” (Juan
6, 63). Del Espíritu de Dios, brotan
esos dones y carismas que nos abren las puertas a la conquista de la felicidad.
A la plenitud de nuestra existencia. A la santidad de vida. A la superación
personal.
Se
puede afirmar sin temor a equivocarse que: la vida de una persona comienza a
cambiar, en el momento en que se deja guiar por el Espíritu Santo. Cuando permite que el Espíritu de Dios habite
en su corazón. Cuando descubre los dones y las gracias de Dios: la sabiduría,
el entendimiento, el consejo, la ciencia, la fortaleza, la piedad, el temor de
Dios. Cuando cree que el Espíritu es principio de fe. (cf. (1 Corintios 12,
3b-7). Cree que el Espíritu es principio de amor; principio de conducta moral;
principio de la esperanza; principio de la oración; principio de la unidad.
Cuando un creyente se convierte al
Espíritu de Dios, necesariamente produce unos frutos: Con respecto a Dios, (la
caridad, el gozo y la paz). Con respecto a sí mismo: (La modestia, dominio de
sí). Con respecto a los demás: (La paciencia, bondad, longanimidad, mansedumbre
y fidelidad). (cf. Gálatas 5, 22-23). Si vivimos según el Espíritu hay que
obrar según el Espíritu. El Papa san Juan Pablo II, enseñaba desde su
magisterio que: La Iglesia, por tanto, instruida por la palabra de Cristo,
partiendo de la experiencia de Pentecostés y de su historia apostólica,
proclama desde el principio su fe en el Espíritu Santo, como aquél que es dador
de vida, aquél en el que el inescrutable Dios uno y trino se comunica a los
hombres, constituyendo en ellos la fuente de vida eterna. (Encíclica, Dominun
et Vivificantem, 1) Cuida tu salud: La Ausencia del Espíritu, equivale a estar
muerto en vida.