Evangelio
para el domingo 10 de mayo 2020. °°° « Dijo Jesús a sus discípulos: -«Que no
tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi
Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a
prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo,
para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el
camino.» °°° (Juan 14, 1-12). El fundamento esencial de nuestra fe
católica-cristiana, es la muerte y la resurrección del Señor. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de
Ibagué.
La
resurrección está confirmada por testigos excepcionales.
Esos testigos son
personas: hombres y mujeres que gozan de un sentido pleno de la fe. Dice la
Sagrada Escritura que: María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé,
fueron muy temprano al sepulcro. (cf. Mateo 16, 1-7). Las mujeres se
convirtieron es esos testigos fieles que comunicaron a Pedro y los apóstoles el
acontecimiento de la resurrección. No se puede ser testigo sin la vivencia de la
fe; no se puede ser testigo si se viola el dato revelado; no se puede ser
testigo si se acomodan las cosas para su anuncio; no se puede ser testigo, si
quien proclama el Evangelio vive paralelamente su vida a la Palabra que
anuncia.
El testigo que desea Jesucristo, es
aquel que se atreva a creer en Dios, y en Jesús el enviado de Dios (cf. Juan 14, 1).
El Papa emérito Benedicto XVI, explica ese doble movimiento de la fe. No se
trata de dos actos separados, sino de un único acto de fe. El testigo cree en
Dios y ve el rostro de Dios, en la persona de Jesús de Nazareth. El mismo
Salvador del mundo le confirma esa respuesta al apóstol Felipe: “Quien me ha
visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14, 9). Tres palabras sabias del Nazareno,
le definen a un testigo la misión que debe realizar: El camino es dejarse guiar
por la Palabra del Maestro. Seguir el camino hacia el Padre celestial. La verdad
es Dios mismo y solo Él es la verdad. Pilato no logró descubrir la verdad en
Jesucristo. (cf. Juan 18, 38). Quien ve a Jesús, ve al Padre, esa es la verdad.
Jesucristo necesariamente es la vida. Solo Él tiene palabras de vida eterna.
(cf. Juan 6, 68). Solo Él ofrece vida en abundancia. (cf. Juan 10, 10). Lo
contrario sería la muerte. San Agustín de Hipona, afirmaba: Si Jesucristo es
camino, verdad y vida, lo que falta por conocer es la meta, y precisamente, la
meta es el Padre celestial.
Nos convertimos en testigos de Cristo
en el mundo. Él mismo enseña el método: “El que cree en Mí, también hará las
obras que yo hago” (Juan 14, 12). Esa es la misión de la Iglesia: Ser camino
hacia Dios, anunciar la verdad y evangelizar para la vida eterna. Cuida tu
salud: Quien crea en Jesucristo, logrará entender la obra de Dios.