Evangelio para el martes 29 de junio 2021. El apóstol, conserva los mismos sentimientos de su Maestro. “Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -« ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» (Mateo 16, 13-19). Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
Jesús inicia su ministerio con unos
objetivos muy definidos: Primero anuncia el Reino de su Padre; Segundo, visita
los pueblos proclamando este anuncio; Tercero, llama a muchos discípulos para
que entiendan la razón de su llamado y ellos mismos proclamen su Palabra y
organicen su obra, que es el Reino de Dios.
Los apóstoles se convierten en pescadores de hombres. Pedro y Pablo se convierten en apóstoles,
cada uno a su manera. Cada uno con sus propias cualidades. Tras la muerte de Jesús (hacia el año 30 d.
C.), San Pedro se convirtió en el líder indiscutido de la diminuta comunidad de
los primeros creyentes cristianos de Palestina. Pedro es el Apóstol de
Jesucristo y primer jefe de su Iglesia. Era un pescador del mar de Galilea,
hasta que dejó su casa de Cafarnaúm para unirse a los discípulos de Jesús de
Nazaret en los primeros momentos de su predicación. Cuando Jesucristo instituye
su Iglesia, hizo de Simón Pedro, el rudo pescador del lago de Bethsaida en
Galilea, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella y lo instituyó
pastor del rebaño (Juan. 21, 15-17).
Saulo, el
futuro San Pablo, nacido en Tarso de Cilicia, hacia el año 8 de la era cristiana,
pertenecía a una familia judía de la diáspora o dispersión y, como tal, estaba
sólidamente formado en la Ley judaica. Después de su conversión Pablo se
convierte en apóstol y principal propagador del cristianismo. Los dos sufren el
martirio. Un escrito sabio y admirable como es el prefacio de la liturgia en la
solemnidad de estos insignes santos, dice: Pedro fue el primero en confesar la
fe; Pablo, el maestro insigne que la interpretó; aquél fundó la primitiva Iglesia
con el resto de Israel, éste, la extendió a todas las gentes. Por caminos
diversos, los dos congregaron la única Iglesia de Cristo, y los dos, coronados
por el martirio,
El Papa emérito Benedicto XVI
explica que el martirio de ambos santos
“es signo de la unidad de la Iglesia”. “Del sacrificio de Pedro son signo
elocuente la Basílica Vaticana y es Plaza. Del martirio de Pablo quedan
significativos vestigios en nuestra ciudad, en especial la basílica a él
dedicada en la Vía Ostiense. Cuida tu salud: El auténtico discípulo confiesa
que su Maestro es el Mesías.