Evangelio para el domingo 24 de octubre 2021 El método es enseñar y sanar. °°° « Al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.” Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: “Hijo de David, ten compasión de mí.” Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo.” Llamaron al ciego, diciéndole: “Ánimo, levántate, que te llama.” (Marcos 10, 46-52). Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.
La conversión de Bartimeo según la
Sagrada Escritura, es manifestación del poder y de la Gracia divina. (Cfr.
Marcos 10, 51). No se puede dudar en ningún momento, que la fe juega un papel
definitivo en este proceso. Bien dice el texto sagrado: el hombre se salva por
su fe, el hombre se sana por su fe, el hombre cambia por su fe, la persona se
realiza y se plenifica en su vida porque tiene fe. Fe y obras son un binomio simétrico para entender
la salvación que ofrece el Hijo de Dios. (cfr. Santiago 2, 14-26). Quien sana y
salva se llama Jesús de Nazareth. Solo Dios tiene el poder. El punto de
conexión se llama la fe.
Una manera muy particular de
Jesucristo presentar su mensaje de salvación, es a través de la sanación de una
persona. Una prueba contundente que la salvación ha llegado a este mundo es que
los ciegos ven, los cojos andan, los mudos hablan, los sordos oyen °°° (Cfr.
Lucas 7, 22). Jesús irrumpe en el medio
humano con su Gracia y con su poder. Sanarse se convierte en la presencia de
Dios en la vida de un creyente.
La sanación es una gracia de Dios
que se convierte en perdón; el perdón es sanación. La verdadera sanación de
alguien, es la ausencia de pecado en su vida. Es el esfuerzo continuo y
permanente de no ofender a su Dios. El que se sana, ha entendido el poder de
Dios. Sanarse es una Gracia no tanto un poder. Si el poder de la Gracia de Dios
provoca la conversión de quien la recibe; ese mismo poder de Dios, está al servicio
del perdón. Sólo Jesucristo puede sanar
y dar la dignidad a las personas. Así lo enseña el Papa Francisco: “Jesús
siempre perdona, así como los “dolores sociales” incluyendo a los marginados.
Jesús, que renueva y reconcilia a cada criatura (cfr. 2 Corintios 5, 17), nos
regala los dones necesarios para amar y sanar como Él sabía hacerlo (cfr. Lucas
10, 1-9). (Audiencia, 30 septiembre 2020). Cuida tu salud: Quien se sana, se
convierte y avanza en la misión del Hijo de Dios.