10 de octubre 2021. PREVARICATO…USURPACIÓN… ¡E INSTIGACIÓN AL CRIMEN! Autor: Padre, Mario García Isaza, c.m. Formador, Seminario Mayor, Arquidiócesis de Ibagué.
Se disponen los fulleros togados de la Corte Constitucional,
en su ya habitual arrogación de funciones que no les corresponden, a establecer
la despenalización total e incondicional del aborto. Y conociendo el sesgo
inocultable de ese cenáculo, ya podemos prever cuál será el sentido de su
sentencia. Será la patente de corso con que los
corifeos del infanticidio se sentirán autorizados en sus campañas
asesinas; será la credencial otorgada a agencias de muerte como Profamilia para
que continúen la perversa masacre de los más débiles entre los débiles; será el
“lavado” de los ríos de dinero con que criminales internacionales como George
Soros, o la fundación Rockefeller, o las oenegés por ellos financiadas sigan
brindando recursos de coacción a la nefanda industria de asesinatos con
garantía previa de impunidad.
Para responder a dos demandas que cursan ante ellos, - la
interpuesta por Andrés Mateus y la formulada por el movimiento “Causa justa”, -
los magistrados se disponen a prevaricar, a usurpar una vez más funciones
legislativas que no les atañen, y a constituirse en favorecedores del crimen de
homicidio.
Prevarican, porque, siendo su función custodiar y defender
la Constitución, al despenalizar el aborto se llevan por delante los artículos 11 y 44 de la misma, que establecen
de manera categórica que la vida humana
es inviolable, y que entre los derechos fundamentales – y por lo mismo
intangibles- de los niños está el derecho a la vida. Usurpan funciones que
corresponden al órgano legislativo, como ya lo han hecho tantas veces, con la
abyecta aceptación de un Congreso que permite servilmente ese abuso. ¡Qué tal
el magistrado Rojas Ríos dándole al Parlamento un ultimátum, y concediéndole,
como una gracia, un plazo de dos años para que legisle en el sentido que él
quiere! Y legitiman lo que, quieran admitirlo o no, ha sido, es y seguirá
siendo siempre un asesinato, cualesquiera sean los eufemismos y sofismas con
que se pretenda disfrazarlo. Para esos mismos apergaminados señores de la
Corte, que hablan de los derechos de los animales y hasta de las cosas, es
delictuoso el darle un golpe a un perro, pero no lo es desmembrar, en el
vientre materno a un niño.
Los colombianos no podemos seguir impasibles ante estas
pretensiones. Sigo pensando, como tantas veces lo he expresado, que si no nos
levantamos, por todos los medios legítimos a nuestro alcance, para
enfrentar este embate inmoral y
deletéreo contra los valores y principios de la ley natural y de la ética
cristiana, cargaremos con el afrentoso inri de ser cómplices, por omisión, de
los peores crímenes; y probablemente no solo tendremos que seguir subyugados
por magistrados prevaricadores, sino que facilitaremos la llegada a los puestos
de dirección de nuestra patria a unos cuantos que hoy son candidatos y buscan
ocuparlos, y que prohíjan las mismas aberraciones.