11 de febrero 2020. La Iglesia desea ser la posada del buen
samaritano. Mensaje para la jornada mundial del enfermo. Papa Francisco. Queridos
hermanos y hermanas: Las palabras que pronuncia Jesús: «Venid a mí todos los
que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mateo 11,28) indican el
camino misterioso de la gracia que se revela a los sencillos y que ofrece
alivio a quienes están cansados y fatigados. Estas palabras expresan la
solidaridad del Hijo del hombre, Jesucristo, ante una humanidad afligida y que
sufre. ¡Cuántas personas padecen en el cuerpo y en el espíritu! Jesús dice a
todos que acudan a Él, «venid a mí», y les promete alivio y consuelo.
“Curar al cuidar”
En primer lugar, el Papa indica que en la XXVIII Jornada
Mundial del Enfermo, “Jesús dirige una invitación a los enfermos y a los
oprimidos, a los pobres que saben que dependen completamente de Dios y que,
heridos por el peso de la prueba, necesitan ser curados”.
El Pontífice explica
también que Jesús nutre estos sentimientos porque “él mismo se hizo débil, vivió la experiencia humana del sufrimiento y
recibió a su vez consuelo del Padre” y “solo quien vive en primera persona
esta experiencia sabrá ser consuelo para otros”.
Asimismo, alude las formas graves de sufrimiento
(enfermedades incurables y crónicas, patologías psíquicas, las que necesitan
rehabilitación o cuidados paliativos, las diversas discapacidades, las
enfermedades de la infancia y de la vejez…) y resalta cómo en estas
circunstancias a veces existe falta de “humanidad” y “resulta necesario
personalizar el modo de acercarse al enfermo, añadiendo al curar el cuidar, para una recuperación humana integral”.
En este sentido, recuerda que en la enfermedad está
comprometida no solo la integridad física de la persona, “sino también sus
dimensiones relacionales, intelectiva, afectiva y espiritual”. Por eso, “además de los tratamientos espera
recibir apoyo, solicitud, atención… en definitiva, amor”.
Acudir a Jesús
Después, el Obispo de Roma describe la importancia de acudir
a Jesús, para encontrar “la fuerza para afrontar las inquietudes y las
preguntas que surgen en vosotros, en esta ‘noche’ del cuerpo y del espíritu”.
También agrega que la Iglesia pretende ser una casa donde
“podréis encontrar personas que, curadas por la misericordia de Dios en su
fragilidad, sabrán ayudaros a llevar la cruz haciendo de las propias heridas
claraboyas a través de las cuales se pueda mirar el horizonte más allá de la
enfermedad, y recibir luz y aire puro para vuestra vida”.
Defender la dignidad
de la vida
En su mensaje, el Papa Francisco se refiere, asimismo, al
rol de los agentes sanitarios, invitándoles a que, en cada acción con los
pacientes, el sustantivo “persona” siempre esté “antes del adjetivo ‘enferma’”,
de manera que su trabajo “tenga constantemente presente la dignidad y la vida
de la persona, sin ceder a actos que lleven a la eutanasia, al suicidio
asistido o a poner fin a la vida, ni siquiera cuando el estado de la enfermedad
sea irreversible”.
“En cualquier caso, vuestra profesionalidad, animada por la
caridad cristiana, será el mejor
servicio al verdadero derecho humano, el derecho a la vida. Aunque a veces
no podáis curar al enfermo, sí que podéis siempre cuidar de él con gestos y
procedimientos que le den alivio y consuelo”, remarca.
Acceso a los cuidados
para todos
Finalmente, el Santo Padre dirige un pensamiento a los
hermanos y hermanas en todo el mundo que, debido a la pobreza, no tienen acceso
a los tratamientos que necesitan, realizando un llamado a las instituciones
sanitarias y a los Gobiernos de todos los países: “a fin de que no desatiendan la justicia social,
considerando solamente el aspecto económico. Deseo que, aunando los
principios de solidaridad y subsidiariedad, se coopere para que todos tengan
acceso a los cuidados adecuados para la salvaguardia y la recuperación de la
salud”.
Además, agradece la labor de los voluntarios “que se ponen
al servicio de los enfermos, que suplen en muchos casos carencias estructurales
y reflejan, con gestos de ternura y de cercanía, la imagen de Cristo Buen
Samaritano”. Fuente: Zenit. Org. Larissa López.