12 de febrero 2020. La preocupación por el futuro de la
selva amazónica, de su frágil equilibrio ecológico, del futuro de sus
habitantes, de la labor misionera de la Iglesia, centra la Exhortación
Apostólica Postsinodal del Papa Francisco “Querida Amazonia”, firmada el pasado
2 de febrero, resultado de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para
la región Panamazónica, celebrada en Roma del 6 al 27 de octubre de 2019.
Se trata de un texto de 25 páginas estructurado en 4 partes
y una conclusión en la que el Pontífice, según asegura él mismo, desea “aportar
un breve marco de reflexión que encarne en la realidad amazónica una síntesis
de algunas grandes preocupaciones que ya expresé en mis documentos anteriores y
que ayude y oriente a una armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo el
camino sinodal”.
La Exhortación busca
sugerir caminos para que la Iglesia se encarne en la Amazonía: “La
predicación debe encarnarse, la espiritualidad debe encarnarse, las estructuras
de la Iglesia deben encarnarse. Por ello me atrevo humildemente, en esta breve
Exhortación, a expresar cuatro grandes sueños que la Amazonia me inspira”.
Esos cuatro grandes sueños, o bloques temáticos en los que
se estructura la Exhortación, son: el sueño social, el sueño cultural, el sueño
ecológico y el sueño eclesial.
“Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los
últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida. Sueño con
una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de
modos tan diversos la belleza humana. Sueño con una Amazonia que custodie
celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida
desbordante que llena sus ríos y sus selvas. Sueño con comunidades cristianas
capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar
a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos”, dice el Papa.
Problemática social
Sobre el sueño social, el Santo Padre se hace eco de las
voces amazónicas que denuncian las amenazas de destrucción de las industrias
ganaderas, madereras, mineras, eléctricas que explotan los recursos de la selva
amazónica.
Ante esas injusticias, el Papa defiende que “es necesario
indignarse como se indignaba Moisés, como se indignaba Jesús, como Dios se
indigna ante la injusticia”.
“Las historias de injusticia y crueldad ocurridas en la
Amazonia aun durante el siglo pasado deberían provocar un profundo rechazo,
pero al mismo tiempo tendrían que volvernos más sensibles para reconocer formas
también actuales de explotación humana, de atropello y de muerte”.
A pesar de esas injusticias, Francisco destacó la labor
misionera de la Iglesia en la región: “Nos alienta recordar que, en medio de
los graves excesos de la colonización de la Amazonia, llena de ‘contradicciones
y desgarramientos’, muchos misioneros llegaron allí con el Evangelio, dejando
sus países y aceptando una vida austera y desafiante cerca de los más
desprotegidos”.
Abogó por convertir
la Amazonia en “un lugar de diálogo social, especialmente entre los
distintos pueblos originarios, para encontrar formas de comunión y de lucha
conjunta. Los demás estamos llamados a participar como ‘invitados’ y a buscar
con sumo respeto caminos de encuentro que enriquezcan a la Amazonia”.
Ese diálogo debería producirse, “ante todo con los últimos.
Ellos no son un interlocutor cualquiera a quien hay que convencer, ni siquiera
son uno más sentado en una mesa de pares. Ellos son los principales
interlocutores, de los cuales ante todo tenemos que aprender, a quienes tenemos
que escuchar por un deber de justicia, y a quienes debemos pedir permiso para
poder presentar nuestras propuestas. Su palabra, sus esperanzas, sus temores
deberían ser la voz más potente en cualquier mesa de diálogo sobre la
Amazonia”.
Riqueza cultural
La región amazónica no sólo es depositaria de una
inigualable riqueza ecológica, sino también de una irrepetible riqueza cultural
de la que son depositarios y guardianes los muchos pueblos originarios que la
habitan.
“En la Amazonia existen muchos pueblos y nacionalidades, y
más de 110 pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAV)”, explicó el
Papa. “Su situación es muy frágil y muchos sienten que son los últimos
depositarios de un tesoro encaminado a desaparecer, como si sólo se les
permitiera sobrevivir sin molestar, mientras la colonización posmoderna
avanza”.
Pidió evitar entender a estos pueblos “como salvajes
‘incivilizados’. Simplemente ellos gestaron culturas diferentes y otras formas
de civilización que antiguamente llegaron a ser muy desarrolladas”.
En esa lucha por la conservación cultural amazónica, el Papa
destacó algunos avances: “Mientras el riesgo de que se pierda esta riqueza
cultural es cada vez mayor, gracias a Dios en los últimos años algunos pueblos
han comenzado a escribir para narrar sus historias y describir el sentido de
sus costumbres. Así ellos mismos pueden reconocer de manera explícita que hay
algo más que una identidad étnica y que son depositarios de preciosas memorias
personales, familiares y colectivas”.
El Papa abogó por incorporar a los proyectos para la
Amazonia “la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, y así
entender que el desarrollo de un grupo social requiere del continuado
protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura”.
Ecología
En la Exhortación Apostólica, el Papa Francisco establece,
en la línea del Magisterio de Benedicto XVI, una estrecha relación entre la
“ecología de la naturaleza” y la “ecología humana”, que requiere, al mismo
tiempo, una “ecología social”.
“Si el cuidado de las personas y el cuidado de los
ecosistemas son inseparables, esto se vuelve particularmente significativo allí
donde la selva no es un recurso para explotar, es un ser, o varios seres con
quienes relacionarse. La sabiduría de los pueblos originarios de la Amazonia
inspira el cuidado y el respeto por la creación, con conciencia clara de sus
límites, prohibiendo su abuso”.
Por ello, “abusar de la naturaleza es abusar de los
ancestros, de los hermanos y hermanas, de la creación, y del Creador,
hipotecando el futuro”.
El Pontífice denunció que “los más poderosos no se conforman nunca con las ganancias que obtienen,
y los recursos del poder económico se agigantan con el desarrollo científico
y tecnológico. Por ello todos deberíamos insistir en la urgencia de crear un
sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de
los ecosistemas”.
De esa forma, “podemos dar un paso más y recordar que una
ecología integral no se conforma con ajustar cuestiones técnicas o con
decisiones políticas, jurídicas y sociales. La gran ecología siempre incorpora
un aspecto educativo que provoca el desarrollo de nuevos hábitos en las
personas y en los grupos humanos”.
Inculturación
El Papa Francisco dedica la última parte de “Querida
Amazonia” a reflexionar sobre la misión de la Iglesia en la Amazonia y a
proponer algunos caminos eclesiales a seguir.
El Papa animó a los misioneros a hacer frente a las muchas
“necesidades y angustias que claman desde el corazón de la Amazonia” con “la
propuesta de fe que recibimos del Evangelio”. “No nos avergonzamos de
Jesucristo”, aseguró.
Invitó a no
conformarse con un mensaje social, ni tampoco con un código de doctrinas o
un imperativo moral, sino que invitó a transmitir a los pueblos amazónicos “el
gran anuncio salvífico”.
“La auténtica opción por los más pobres y olvidados, al
mismo tiempo que nos mueve a liberarlos de la miseria material y a defender sus
derechos, implica proponerles la amistad con el Señor que los promueve y
dignifica”.
Por ello, sugirió a los misioneros que no oculten a los
pueblos de la Amazonia que la misionera de la Iglesia se debe a que
“reconocemos a Cristo en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les
otorga el Padre Dios que los ama infinitamente”.
“Ellos tienen derecho al anuncio del Evangelio, sobre todo a
ese primer anuncio que se llama kerygma y que ‘es el anuncio principal, ese que
siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que
volver a anunciar de una forma o de otra’”.
En ese sentido, el Papa habló también de la inculturación de
la fe. Recordó las enseñanzas de San Juan Pablo II, quien dirigiéndose a los
indígenas del continente americano recordó que “una fe que no se haga cultura
es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida”.
“Ciertamente hay que valorar esa mística indígena de la
interconexión e interdependencia de todo lo creado, mística de gratuidad que
ama la vida como don, mística de admiración sagrada ante la naturaleza que nos
desborda con tanta vida”.
No obstante, “también se trata de lograr que esta relación
con Dios presente en el cosmos se convierta, cada vez más, en la relación
personal con un Tú que sostiene la propia realidad y quiere darle un sentido,
un Tú que nos conoce y nos ama”.
Sobre los símbolos indígenas y su presencia en la liturgia
católica, explicó que “es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena
sin calificarlo necesariamente de idolatría. Un mito cargado de sentido
espiritual puede ser aprovechado, y no siempre considerado un error pagano.
Algunas fiestas religiosas contienen un significado sagrado y son espacios de
reencuentro y de fraternidad, aunque se requiera un lento proceso de
purificación o de maduración”.
Sacerdocio
Sobre el sacerdocio, en la Exhortación el Papa recordó que
el carácter exclusivo recibido en el Orden capacita únicamente al sacerdote
“para presidir la Eucaristía. Esa es su función específica, principal e
indelegable”.
Por ello, exhortó a encontrar “un modo de asegurar ese
ministerio sacerdotal” en las selvas y lugares más remotos de la Amazonia.
Para ayudar al sacerdote, recordó que los laicos “podrán
anunciar la Palabra, enseñar, organizar sus comunidades, celebrar algunos
sacramentos, buscar distintos cauces para la piedad popular y desarrollar la
multitud de dones que el Espíritu derrama en ellos”.
Pero esas funciones de los laicos no implican que no se
necesiten sacerdotes: “Necesitan la celebración de la Eucaristía porque ella
‘hace la Iglesia’”.
El Papa exhortó a los Obispos, en particular a los de
América Latina, “a promover la oración por las vocaciones sacerdotales”, pero
también “a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera
para que opten por la Amazonia”.
Esa necesidad de sacerdotes “no excluye que ordinariamente
los diáconos permanentes, que deberían ser muchos más en la Amazonia, las
religiosas y los mismos laicos asuman responsabilidades importantes para el
crecimiento de las comunidades y que maduren en el ejercicio de esas funciones
gracias a un acompañamiento adecuado”. El objetivo, aclaró Francisco, es
“provocar una nueva vida en las comunidades”.
El papel de la mujer
Sobre el papel de la mujer, recordó que las mujeres “desempeñan
un papel central en las comunidades amazónicas”, y aseguró que en una Iglesia
sinodal “deberían poder acceder a funciones e incluso a servicios eclesiales
que no requieren el Orden sagrado y permitan expresar mejor su lugar propio” Y
aclaró que “estos servicios implican una estabilidad, un reconocimiento público
y el envío por parte del obispo”.
Fuente: Aciprensa. Redacción