11 de Mayo 2021 ¡FELICITACIONES CATEQUISTAS!
Autor: Pbro. Raúl Ortiz Toro
Párroco, en la Parroquia Divino Niño – Venadillo. Arquidiócesis
de Ibagué (Colombia) En la mañana del 11 de mayo de 2021 el papa Francisco ha
firmado la Carta Apostólica Antiquum ministerium (Un antiguo ministerio) con la
que se instituye el ministerio de catequista en la Iglesia Católica. ¿Y qué es un ministerio? En enero de
este año el mismo pontífice, en una carta dirigida al prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el acceso de las mujeres a los
ministerios del lectorado y del
acolitado, respondió a esta pregunta. Explica el Papa que hay dos tipos: en
primer lugar, los “ministerios ordenados”, es decir, los del obispo, el
presbítero y el diácono; en segundo lugar, los “ministerios instituidos” o
“laicales” que se confían “por un acto litúrgico del obispo, a una persona que
ha recibido el Bautismo y la Confirmación y en la que se reconocen carismas
específicos, después de un adecuado camino de preparación”. Sobre todo desde el
siglo XVI los actuales ministerios laicales fueron llamados “órdenes menores” a
las que solo podían acceder quienes eran candidatos al sacerdocio: eran cuatro,
el ostiariado (“ostis” en latín significa puerta, y este era una especie de
ministerio de sacristán o portero del templo), el exorcistado, el lectorado y
el acolitado.
El papa Pablo VI en 1972, como fruto de la renovación surgida a
partir del Concilio Vaticano II suprimió el ostiariado y el exorcistado; luego,
cambió el nombre de órdenes menores y convirtió al lectorado y acolitado en
ministerios laicales para que no estuvieran ligados únicamente al proceso de
ordenación sacerdotal sino abiertos a la ministerialidad de la Iglesia, es
decir, a todos los fieles.
Como se acaba de referir, en enero de este año el Papa Francisco permitió que los
ministerios de lectorado y acolitado pudieran ser oficios ejercidos por mujeres
para hacer “más efectiva en la Iglesia la participación de todos en la obra de
evangelización […]” y para que se hiciera más evidente “que estos ministerios
están enraizados en los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación”. Es en
este mismo camino de redescubrimiento de la corresponsabilidad de todos los
bautizados en la Iglesia – que conlleva el reconocimiento de la especial misión
que ejercen los laicos –, que el Papa Francisco ha instituido el ministerio de
catequista. Es una gran noticia para la Iglesia y, en particular, para tantos
maestros de la fe que en nuestras parroquias ejercen este valioso oficio
pastoral. Por ello, desde los más profundo de nuestro corazón les decimos a los
presentes y futuros catequistas: ¡Felicitaciones!
Todos recordamos con gratitud a nuestros catequistas; nos
recibieron en la parroquia cuando éramos apenas unos niños deseosos de conocer
a Dios, nos llevaron con paciencia y dedicación a amar a Jesús Eucaristía, nos
instruyeron para hacer una buena primera confesión, luego, cuando éramos más
jóvenes, nos ayudaron a descubrir el amor por el Espíritu Santo para acceder a
la Confirmación. En muchos Movimientos Eclesiales la labor del catequista es
esencial en la Nueva Evangelización y en formación cristiana de adultos en
general. Además, el Papa en esta Carta Apostólica exalta la labor de tantos
miembros del Pueblo fiel que han difundido el Evangelio a través de la
enseñanza catequística, “auténticos testigos de santidad” y “legión benemérita”
de la evangelización entre los no creyentes. Y es que la labor del catequista
es imprescindible en la Iglesia; como lo dice el Directorio General para la
Catequesis (No. 61), después del primer anuncio del Evangelio, la catequesis
(y, por extensión, el catequista), “promueve y hace madurar esta conversión
inicial, educando en la fe al convertido e incorporándolo a la comunidad
cristiana”.
De allí que el Papa haya deseado elevar a categoría de
ministerio instituido este oficio pastoral; el pontífice inicia su Carta
Apostólica presentado los múltiples ejemplos de catequistas en el Nuevo
Testamento, llamados en ese momento “maestros”, como en la primera carta a los
corintios, capítulo 12, o específicamente catequistas, como en la carta a los
Gálatas (6,6). Francisco destaca, además, en su Carta Apostólica, el movimiento
de renovación de la catequesis emprendido después del Concilio Vaticano II;
expresión de ello es la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, la
Exhortación Apostólica “Catechesi tradendae” del Papa Juan Pablo II, los
Directorios –General y específicos–, sobre este tema y la investigación y
redacción de “catecismos nacionales, regionales y diocesanos”.
Destaca el Papa que el obispo es “el primer catequista en su Diócesis junto al presbiterio, con el que comparte la misma cura pastoral” (No. 5) y que el nuevo ministerio de catequista no irá en menoscabo de esta responsabilidad; al contrario, obispos y sacerdotes, se verán apoyados de manera especial en responder a los nuevos desafíos que impone esta cultura globalizada en la que nos encontramos contando con catequistas que usen “metodologías e instrumentos creativos que hagan coherente el anuncio del Evangelio”. Francisco pide a los catequistas que estén presentes en las diversas etapas del servicio pastoral que conlleva la transmisión de la fe: anuncio kerigmático, catequesis presacramental y formación permanente porque “el catequista es, al mismo tiempo, testigo de la fe, maestro y mistagogo, acompañante y pedagogo que enseña en nombre de la Iglesia” (No. 6).
Entonces, ¿quiénes
pueden acceder a este nuevo ministerio en la Iglesia? Como reto, el Papa deja
en manos de cada obispo el “debido discernimiento” para elegir a personas
idóneas y bien preparadas; el obispo, seguramente apoyado en los delegados
diocesanos de catequesis, debe encontrar, ¡leamos bien este perfil!: “hombres y
mujeres de profunda fe y madurez humana, que participen activamente en la vida
de la comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en
comunión fraterna, que reciban la debida formación bíblica, teológica, pastoral
y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe y que hayan
adquirido una experiencia previa de catequesis […] y que sean fieles colaboradores de los sacerdotes y los diáconos y estén
dispuestos a ejercer el ministerio donde sea necesario, y animados por un
verdadero entusiasmo apostólico”.
El anterior es el perfil que traza el Papa para quienes
quieran ser instituidos por el obispo a través de un Rito que – anuncia el Papa
– muy pronto publicará la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos. El pontífice lanza, también, un desafío a las Conferencias
Episcopales para que establezcan en cada nación un “itinerario de formación y
los criterios normativos para acceder a él”. Indudablemente que esta Carta
Apostólica tendrá incidencia también en el itinerario de formación al
sacerdocio no solo en el aspecto académico sino en el litúrgico pues quienes
hemos recibido el ministerio sacerdotal recibimos los ministerios anteriores:
el ministerio ordenado del diaconado y los ministerios instituidos de lectorado
y acolitado; seguramente, también los
seminaristas deberán recibir el ministerio de catequista para el cual deberán
prepararse con mayor ahínco. Buenas cosas auguramos para la evangelización
y para el futuro de la Iglesia con este nuevo ministerio que el Papa Francisco
nos deja como legado permanente. Correo del autor: rotoro30@gmail.com