7 de abril 2018. El Papa Francisco recibió este sábado a
unos 3 mil jóvenes de la diócesis italiana de Brescia, a quienes desafío a
hacerse una importante pregunta: “¿Estoy dispuesto a hacer míos los sueños de
Jesús?” En el Aula Pablo VI en el Vaticano y en medio de un ambiente de fiesta,
el Santo Padre explicó que los obispos, que en octubre se reunirán para un
Sínodo sobre los jóvenes, si están escuchando realmente a las nuevas
generaciones.
El Papa explicó que “el Reino de Dios significa el amor a
Dios y el amor entre nosotros, formar una gran familia de hermanos y hermanas
con Dios como Padre, que ama a todos sus hijos y se llena de alegría cuando uno
que estaba lejos vuelve a casa. Este es el sueño de Jesús”. “Les pregunto:
¿Están dispuestos a hacerlo suyo? ¿Están dispuestos también a cambiar para
abrazar este sueño? (Los jóvenes responden ¡Sí!) Está bien”.
Francisco indicó que “Jesús es muy claro. Dice: ‘Si alguno
quiere seguirme –conmigo, detrás de mí– que se niegue a sí mismo’. ¿Por qué usa
esta palabra que suena un poco fea ‘negarse a sí mismo’? ¿Cómo así? ¿En qué
forma debe entenderse? No quiere decir despreciar lo que Dios mismo nos ha
dado: la vida, los deseos, el cuerpo, las amistades… No, todo esto Dios lo ha
querido y lo quiere para nuestro bien”. Entonces, precisó el Pontífice, “lo que
Jesús pide a quien quiere seguirlo es ‘negarse a sí mismo’ porque en cada uno
de nosotros hay algo que la Biblia llama el ‘hombre viejo’: es un ‘hombre
viejo’, un yo egoísta que no sigue la lógica de Dios, la lógica del amor, sino
que sigue la lógica opuesta, la del egoísmo, la de hacer el propio interés,
disfrazado con frecuencia de una cara buena para esconderlo”. “Ustedes conocen
todas estas cosas, son cosas de la vida. Jesús ha muerto en la cruz para
liberarnos de esta esclavitud del hombre viejo, que no es externa sino interna.
Cuántos de nosotros somos esclavos del egoísmo, del apego a las riquezas, de
los vicios. Son estas esclavitudes internas, es el pecado que nos hacer morir
dentro”.
El Pontífice resaltó luego que solo “Jesús puede salvarnos
de este mal, pero es necesaria nuestra colaboración, que cada uno de nosotros
diga: ‘Jesús, perdóname, dame un corazón como el tuyo, humilde y lleno de
amor’. Así era el corazón de Jesús. Así amaba Jesús. Así vivía Jesús”.
“¿Saben? ¡Una oración así Jesús la toma en serio! Sí, y a
quien se confía en Él le regala experiencias sorprendentes” como “sentirse
atraído a participar en la Misa, que no es algo común para un joven, ¿cierto?”
o “estar en silencio ante la Eucaristía”. “Piensen en lo que sintieron cuando
hicieron algo bueno para ayudar a otro. ¿No es cierto que experimentaron algo
bello? Esto lo da Jesús. Y es Él quien nos cambia” y también “nos da el coraje
de hacer su voluntad yendo contracorriente, pero sin orgullo, sin presunción,
sin juzgar a los otros”. Como ejemplo de esta entrega al Señor, el Santo Padre
recordó a San Francisco de Asís, que siendo joven “abrazó el sueño de Jesús, se
despojó de su hombre viejo, se negó a su yo egoísta y acogió el yo de Jesús, humilde,
pobre, sencillo, misericordioso, lleno de alegría y de admiración por la
belleza de las criaturas”.
El Papa luego les dejó como “tarea” averiguar cómo era el
Beato Papa Pablo VI cuando era joven: “nos hemos acostumbrado a recordarlo como
Papa, pero antes fue un joven, un muchacho como ustedes, de vuestra tierra”. Para
concluir, el Pontífice deseó a todos que “la Virgen los acompañe en el camino.
¡La vida es un camino y es necesario caminar! Y les pido que no se olviden de
rezar por mí. ¡Gracias!” Fuente: Aciprensa.