3 de abril 2018. Monseñor. Darío de Jesús Monsalve Mejía -
Nuestra mayor certeza es ésta: “Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo
será siempre” (Hebreos13, 8). “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el
fin del mundo” (Mateo28, 20). Bendiga Dios a quienes santifican estos días con
la vivencia intensa del Misterio de su Hijo hecho hombre, muerto en la cruz y
resucitado de entre los muertos.
Bendiga Dios a la Iglesia que se hace memoria de Cristo
Jesús y celebra su memorial en la Eucaristía,
en la Palabra del Evangelio que
nos trae al presente su pasión, y en el testimonio de muchedumbres que se
congregan, aún en tiempos de marcada confusión y crudo individualismo, para
decir que Él está vivo y es vida nuestra, vida para el mundo entero, “vida
escondida, con Cristo, en Dios”.
Bendiga Dios a la humanidad entera de estos tiempos y salve
de la tragedia al planeta tierra que habitamos y que corre el riesgo de ser
destruido por la inconciencia de la maldad, el desorden de las codicias y la barbarie
de las guerras.
Bendiga Dios a los más débiles y pequeños, a quienes son
excluidos y expulsados, obligados a emigrar y mendigar la supervivencia. Su
compasión divina suscite la solidaridad humana con todas las víctimas de los
conflictos, especialmente con los niños por nacer y criarse, por los ancianos y
enfermos, por los desvalidos y diversamente capacitados.
Bendiga Dios, en esta Pascua, a nuestra patria Colombia,
cuya población, dispersa por los males de la violencia, la mentira, la corrupción
y el narcotráfico, aún no sabe cómo salir de las encrucijadas en que se
encuentra, entre la vuelta constante al pasado y el miedo a construir un futuro
distinto. Fortalezca Dios los esfuerzos por abrirle paso a la convivencia
pacífica, a la memoria de la verdad y a la unidad en la diversidad.
Recuperemos todos, con la bendición de la Pascua 2018, “la
ruta de la cruz”, que nos conduce a morir a nosotros mismos, estando aún vivos;
a resucitar con Cristo desde ahora, sin habernos muerto aún; y a consolidar
juntos el don y bien de la vida humana, de la vida en nuestros entornos y
territorios, del futuro con vida y oportunidades para todos.
Esa ruta es la gracia del Resucitado en cinco palabras: Amor
hasta el dolor, transformar el dolor en perdón, hacer del perdón el camino para
un cambio de vida y cambiar juntos ante la vida, buscar el cambio a través de
la participación y la autogestión ciudadana en cada población. ¡Felices Pascuas de Resurrección! +Darío de
Jesús Monsalve Mejía. Arzobispo de Cali. Colombia. Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia.