12 de abril de 2018

VIGILIA PARA LA FIESTA DE PENTECOSTÉS


19 de mayo 2018. Apuntes y posible modelo para la Vigilia de Pentecostés. La Iglesia celebra la Fiesta de Pentecostés, día en que se cumplió la promesa de Cristo a los apóstoles, de que el Padre enviaría al Espíritu Santo para guiarlos en la misión evangelizadora. Para comprender más de esta fecha, pensemos en 8 claves:
 1) ¿Qué significa el nombre Pentecostés?

Proviene de la palabra griega que significa "quincuagésimo" (pentecoste). La razón es que Pentecostés es el quincuagésimo día (en griego, pentecoste hemera) después del Domingo de Pascua (en el calendario cristiano).
Este nombre se empezó a usar en el período tardío del Antiguo Testamento y fue heredado por los autores del Nuevo Testamento.

2) ¿Qué otros nombres tienen esta festividad?
La fiesta de las semanas
La fiesta de la cosecha
El día de los primeros frutos
Hoy en día en los círculos judíos se le conoce como Shavu`ot (en hebreo, "semanas"). Además, se le conoce con diferentes nombres en varios idiomas.
En los países de habla inglesa también se le ha conocido como "Whitsunday" (Domingo Blanco), nombre que se deriva probablemente de las prendas blancas de los recién bautizados.

3. ¿Qué clase de fiesta fue Pentecostés en el Antiguo Testamento?
Fue un festival para la cosecha y significaba que esta estaba llegando a su fin. Deuteronomio 16 dice: “Luego contarás siete semanas; las contarás desde el día en que comiences a cortar el trigo. Entonces celebrarás la fiesta de las Siete Semanas a Yahvé, tu Dios, haciéndole ofrendas voluntarias según lo que hayas cosechado por la gracia de Yahvé, tu Dios”. (Deuteronomio. 16:9-10)

4. ¿Qué representa Pentecostés en el Nuevo Testamento?

Representa el cumplimiento de la promesa de Cristo: “Les dijo: ‘Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan. Ustedes son testigos de todo esto. Ahora yo voy a enviar sobre ustedes lo que mi Padre prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad hasta que sean revestidos de la fuerza que viene de arriba’”. (Lucas. 24:46-49)

5. ¿Cómo es simbolizado el Espíritu Santo en los eventos del día de Pentecostés?

Hechos de los apóstoles 2, recuerda: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran”.

Este pasaje contiene dos símbolos del Espíritu Santo y su actividad: el viento y el fuego. El viento es un símbolo básico del Espíritu Santo; la palabra griega que significa "Espíritu" (Pneuma) también significa "viento" y "aliento". Aunque el término usado para "viento" en este pasaje es pnoe (un término relacionado con pneuma), al lector se le da a entender la conexión entre el viento fuerte y el Espíritu Santo.

El catecismo de la Iglesia católica enseña:
Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo. El profeta Elías que “surgió […] como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha” (Si 48, 1), con su oración, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo (cf. 1 R 18, 38-39), figura del fuego del Espíritu Santo que transforma lo que toca. Juan Bautista, “que precede al Señor con el espíritu y el poder de Elías” (Lc 1, 17), anuncia a Cristo como el que “bautizará en el Espíritu Santo y el fuego” (Lc 3, 16), Espíritu del cual Jesús dirá: “He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviese encendido!” (Lc 12, 49). En forma de lenguas “como de fuego” se posó el Espíritu Santo sobre los discípulos la mañana de Pentecostés y los llenó de él (Hch 2, 3-4). La tradición espiritual conservará este simbolismo del fuego como uno de los más expresivos de la acción del Espíritu Santo (cf. San Juan de la Cruz, Llama de amor viva). “No extingáis el Espíritu” (1 Ts 5, 19). (Catecismo 696)

¿Quién es el Espíritu Santo?
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio. El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal.

¿Qué significa la fiesta de Pentecostés para nosotros?
La solemnidad de Pentecostés es una de las más importantes en el calendario de la Iglesia y contiene una rica profundidad de significado. De esta forma lo resumió Benedicto XVI el 27 de mayo del 2012: “Esta solemnidad nos hace recordar y revivir la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y los demás discípulos, reunidos en oración con la Virgen María en el Cenáculo (cf. Hch 2, 1-11). Jesús, después de resucitar y subir al cielo, envía a la Iglesia su Espíritu para que cada cristiano pueda participar en su misma vida divina y se convierta en su testigo en el mundo. El Espíritu Santo, irrumpiendo en la historia, derrota su aridez, abre los corazones a la esperanza, estimula y favorece en nosotros la maduración interior en la relación con Dios y con el prójimo”. Traducido por y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.


NOS PREPARAMOS PARA LA VIGILIA DE PENTECOSTÉS

CANTO LITÚRGICO °°°
Exposición solemne del Santísimo Sacramento

Bendito, Alabado y Adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar …….  ( 3 veces)

ACTO DE FE EN LA PRESENCIA EUCARÍSTICA
            “Jesús verdad eterna, creemos que tú estás realmente      presente en la Eucaristía. Tú estás aquí con tu cuerpo, sangre, alma y divinidad. Escuchamos tu invitación: -Yo soy el Pan vivo bajado del cielo-, Tomen y Coman; esto es mi cuerpo.  (Beato Santiago Alberione)  Creemos, oh Señor y Maestro, pero aumenta        nuestra fe.

            ACTO DE CONFIANZA….
Jesús Maestro, camino, verdad y vida, ten piedad de mí.
Jesús Maestro, sálvame, quiero seguir el camino de la vida.
Jesús Maestro, atrae mi corazón hacia Ti….

ORACIÓN

El amor a Dios ha sido infundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que habita en nosotros.  El Espíritu del Señor ha llenado toda la tierra; Él da unidad a todas las cosas y se hace comprender en todas las lenguas.  ¡Aleluya!

ILUMINACIÓN CON LA PALABRA DE DIOS:
Hechos 2, 1-11 --------

Escuchemos la Palabra de Dios: “Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:
- ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oye hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros, judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua”. Palabra de Dios.

IMPLOREMOS A DIOS QUE NOS REGALE SU SANTO ESPÍRITU

(1)   Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
Don, en tus dones espléndido;
luz que penetras las almas;
fuente del mayor consuelo.

(2)   Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjugas las lágrimas y reconforta en los duelos.

(3)   Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

(4)   Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía el que tuerce el sendero.

(5)   Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. ¡Amen Aleluya!

MEDITEMOS EL EVANGELIO DEL SEÑOR
(Juan 20, 19 – 23)  ---

            Escuchemos: “Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.  Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.  Palabra del Señor

CANTO AL ESPÍRITU SANTO: “Dios es grande”
No hay Dios tan grande como tú, no lo hay, no lo hay (2)
No hay Dios que pueda hacer las obras como las que haces tú (2)
No es con espadas, ni con ejércitos,
más con tu Santo Espíritu (2)
Y la Iglesia se moverá, y Colombia se salvará,
y el mundo se sanará, con tu santo Espíritu.    


CATEQUESIS SOBRE EL ESPÍRITU SANTO

1.         LOS SIGNOS DEL ESPÍRITU SANTO

            Un Viento Fuerte
El soplo del Resucitado es su Espíritu como el primer fruto y regalo pascual.  El soplo de Jesús renueva y purifica; da libertad y vida.
¿Qué debo renovar y purificar en mi vida?      

            El agua
La Biblia inicia con estas palabras: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra.  Y la tierra era caos y oscuridad.  Y el Espíritu del Señor aleteaba sobre las aguas” (Gen. 1,1).
Ezequiel coloca en boca de Dios la siguiente promesa: “Derramaré sobre ustedes un agua pura, que los limpiará de todas las inmundicias”
¿Cuáles son mis inmundicias?

            Lenguas de fuego
Jesús con claridad declara cuál es su misión entre nosotros: “Yo he venido a traer fuego a la tierra. Y lo que yo quiero es que arda” y que se encienda el mundo.  Para que el pecado sea quemado para siempre.  Y para que el amor se propague como llamaradas.
¿Debo propagar el amor en….? ¿Quién necesita mi amor?    

            Aceite
El aceite derramado sobre una persona es un signo de elección: asume una misión.
Su vida queda marcada para siempre por su Dios “El que nos mantiene firmes en la adhesión a Cristo, es Dios que nos ungió.  Él nos marcó con su sello y nos dio dentro el Espíritu como garantía” (2º Cor. 1, 21-22)
A partir de este momento ¿Cuál es mi Misión?

            Imposición de manos
La Iglesia impone las manos para que el Espíritu de Dios se comunique.  Indica envío, sanación, consagración, celebración.
¿Qué comunicamos con nuestras manos?         

                        Paloma
Cuando Jesús va a iniciar su misión como Mesías, y es bautizado por Juan, en una manifestación maravillosa, el cielo se abre en el silencio, y una paloma se posa sobre la cabeza de Cristo.  Entonces Dios hace oír su voz gozosa y su aprobación de Padre: “Este es mi Hijo amado.  En él tengo yo puestos mis afectos”.
¿Somos buenos hijos – hijas con nuestro Padre Dios?

2.         LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

2.1 La Piedad
El don de la Piedad es la capacidad de hablar con Dios como hijos, con ternura; de alabarlo y adorarlo.  La Piedad nos hace orar con gusto y de buena gana, con entusiasmo, nos hace salir del corazón una oración fluida, serena, calmada.
Este don se revela en el modo de portarse con los demás: es el don de la sensibilidad en la relación humana.  Si tenemos La Piedad, que nos coloca delante de Dios como Padre, deriva como cosa natural el ver a todos como hijos de Dios.  Por consiguiente, es un don que compenetra la vida cotidiana, la vida de familia, las relaciones de cada día, haciéndolas hermosas, fáciles, agradables; un don que elimina las espinas, los choques, suaviza nuestra relación.
Nota: Es interesante observar que lo contrario a la Piedad no es la impiedad (ósea despreciar a Dios, a lo sagrado); sino la dureza de corazón, la insensibilidad, el no saber comprender a los otros.
¿Se abandonarme con confianza en los brazos de Dios?; ¿Con qué respeto amoroso trato a las personas de la casa, los vecinos, aquellas con quienes me encuentro cada día?

2.2 La Sabiduría
Es el don de verlo todo con los ojos de Dios, de verlo todo desde arriba.  Es el don de ver los acontecimientos y las situaciones como los ve Jesús Crucificado y Resucitado; no por una inteligencia particular o una luz intelectual, sino por instinto divino.
El cristiano movido por el Espíritu percibe con el corazón si una decisión u opción es o no según el Plan de Dios.  Esta sabiduría se les da a las personas más sencillas: “¡Cuán grande es para la gente sencilla el sentido de la Providencia de Dios!, ¡Cuán baja la estimación por las cosas terrenas!, ¡Cuán grande la paz íntima y el gozo de una vida intachable!” (Contardo Ferrini)
Nota: Lo opuesto a la sabiduría es la insipiencia, estolidez, estupidez – es la falta de gusto por las cosas de Dios, carencia de sentido de Dios, del sentido de su providencia.  Ejemplos de estolidez son el terrateniente que acumula riquezas (Lc, 12, 16 ss); los discípulos de Emaús (Lc. 24, 25) y el hombre que construye su casa sobre arena (Mt 7, 25).
¿Qué lugar ocupa en mi vida, en mis programas, en mis proyectos, el designio de Dios?, ¿Reflexiono alguna vez más prolongadamente sobre el plan que Dios tiene para mí?, ¿Logro tener visiones alentadoras acerca de mi vida, o bien, me dejo dominar por visiones temerosas y mezquinas?.

2.3 El Temor de Dios
El Temor de Dios está relacionado estrechamente con la Sabiduría, cómo está en el libro de Sirácides (Eclesiástico): El Temor de Dios regocija el corazón, da buen humor, alegría y larga vida (Sirácides 1, 11 -20).  Temer a Dios es verlo siempre presente y tomar decisiones delante de él.  El que sabe que Dios está cerca teme ofenderlo porque conoce su amor y su fidelidad.  Temer a Dios significa respetarlo y preferirlo frente a cualquier cosa; el que Teme a Dios da más importancia a lo que dice Dios, que a lo que dice el mundo (valores mundanos).  El Temor de Dios es un conjunto de actitudes que nos hacen superar la trivialidad, la superficialidad, la prisa con la cual, por ejemplo, oramos, entramos a la Eucaristía o vivimos los Sacramentos; es señal de madurez, de moralidad elevada, de responsabilidad vivida, de religiosidad auténtica.
¿Cómo comienzo mi oración?; ¿Cómo comienzo las acciones importantes de mi vida?; ¿Cuál es mi sentido de responsabilidad hacia otros, hacia la naturaleza y el ambiente? Son todas imágenes de Dios que hay que respetar, especialmente la imagen de Dios en el que sufre, en toda persona que está en dificultad.

2.4 El Consejo
El don de Consejo es saber orientarse en la complejidad moral de la vida. El don de Consejo nos permite ver todo a la luz de la eternidad, en el querer de Dios, Padre bueno; así aplaca angustias, devuelve la paz del corazón, da la claridad para obrar “se apacigua la ansiedad de la duda” … Y es que hay dudas que paralizan – especialmente a los jóvenes – tipo de estudios  a elegir, estado de vida por el cual optar, la persona con la cual se piensa compartir la existencia – Naturalmente el don de Consejo no es una varita mágica, pero enseña un camino para encontrar la luz y la paz, para asumir con valentía decisiones auténticas.
La acción del Espíritu Santo, que entra en nosotros con el don de Consejo, nos lleva a la alegría verdadera, hacia la serenidad, hacia un entusiasmo sincero y hacia una acción valiente y límpida.  El don de Consejo forma personalidades fuertes, tranquilas y seguras de sí mismas.
Nota: Cuando se aplazan las decisiones porque no se sabe que hacer y se prefiere no pensar en el asunto, y se sigue adelante con la ilusión de que luego “alguno nos lo dirá”, significa que falta el don de Consejo.  También falta cuando estamos tristes, bloqueados y cuando permanecemos en un mismo punto.
¿Qué le da una alegría profunda a mi vida?, ¿En qué pienso cuando oigo hablar de alegría del corazón?

2.5 La Ciencia
Se refiere ante todo al conocimiento de Dios y de todas las cosas creadas en su  relación con Dios.  Es la capacidad de referir a Dios todas las cosas del mundo, yendo más allá de las apariencias.  Gracias a la Ciencia es posible captar los signos de los tiempos en todas partes, inclusive en situaciones difíciles.  Gracias a la Ciencia es posible comprender las necesidades concretas de una determinada comunidad y trazar para ella un proyecto pastoral adecuado.
Pero no debemos pensar que es un don reservado a los estudiosos, a los científicos, aunque es necesario para ellos.  Con frecuencia se encuentra en las personas humildes: Santo Cura de Ars, Santa Teresa del Niño Jesús.
“Un cristiano movido por el Espíritu Santo sabe reconocer la diferencia.  El ojo del mundo no ve más lejos de este muro cuando la puerta de la Iglesia está cerrada; pero el ojo del Cristiano ve hasta el fondo de la eternidad” (Santo Cura de Ars).
“Sin mostrarse, sin escuchar su voz, Jesús me instruye en lo íntimo: 'He aquí el maestro que te doy, él te enseñará todo lo que debes hacer.  Quiero hacerte leer en el libro de la vida, donde se halla contenida la ciencia del amor' (Santa Teresita del Niño Jesús – Doctora de la Iglesia).
¿Me dejo guiar por la ciencia verdadera del hombre, por la ciencia que nos enseñó Jesús?, ¿me dejo guiar por actitudes como: orar por los enemigos, preferir la gratuidad a la ganancia, ¿preferir el desinterés a la ventaja?

2.6 El Entendimiento
El don del entendimiento – intuición – inteligencia, da claridad, fuerza, serenidad a nuestro obrar, para hacernos descubrir entre los acontecimientos buenos y malos de nuestra vida cotidiana, la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; para hacernos contemplar en nuestros sufrimientos la presencia de Jesús Resucitado.
El don del Entendimiento nos ayudará a comprender cómo Dios se hace presente en nuestro tiempo, nos ayuda para que podamos encontrarlo y tengamos vida auténtica. Don extremadamente importante para no perder el ánimo frente al secularismo (mundo sin Dios), la indiferencia religiosa, los mismos pecados dentro de la Iglesia, todo esto hace de la sociedad un desierto.
Tener el don del Entendimiento significa descubrir los jardines, los espacios verdes, los hilos de hierba que crecen entre los pedregales; para darles aire, agua, sol, para que crezcan mejor y cambien el rostro desfigurado de la sociedad.
¿Cómo está mi ánimo en este momento con relación a nuestra sociedad?; ¿Descubro en los jóvenes sus valores, puntos positivos, y tiendo un puente para aportarles amor, comprensión, y para mostrarles a Dios?.

2.7 La Fortaleza
La fortaleza es el don que nos da la capacidad de profesar la Fe, inclusive en las contradicciones y en los peligros.  El don de la fortaleza es la victoria contra el miedo, porque sabemos que estamos en las manos del Padre que no nos abandona nunca.  La Fortaleza nos da ánimo y coraje para superar las pruebas de la vida en los dolores, la enfermedad, en los desprendimientos, etc.  San Pablo escribía a los Efesios: “Fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza” (Efesios 6, 10-19).
Todos tenemos necesidad del don de la fortaleza y estamos invitados a pedirlo en oración para nosotros y para los demás.
¿Frente a un ambiente hostil y en un mundo indiferente, tenemos el coraje de mantenernos en la Fe?, ¿Cómo nos portamos ante las dificultades de la vida?

3.         LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

El Espíritu Santo cuando obra en nosotros nos va haciendo más santos.  Cuando se practican las virtudes con perseverancia y constancia, lo que al principio puede ser difícil, después se vuelve fácil, y se llegan a ejercer las virtudes con gusto.  Le sucede a las virtudes lo mismo que a los árboles: los frutos antes de madurar son agrios, pero cuando están maduros son dulces y de buen sabor.
Los actos de virtud inspirados por el Espíritu Santo se llaman Frutos del Espíritu Santo; ellos son: Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad (Fe), Modestia, Continencia (Templanza) y Castidad (Gal. 5, 22-23).

Caridad         Amor ferviente
Gozo  Reposo, contento que se experimenta al tener a Dios.
Paz     Es la tranquilidad en el orden. Excluye toda clase de temor.
Paciencia       Modera la tristeza, viendo alegría en todo aquello que puede causar tristeza.
Mansedumbre          Modera la cólera y sus arrebatos por rechazarlo todo
Bondad          Es ocuparse de los demás y a que participen de lo que tenemos
Benignidad   Es tratar a los demás con dulzura, con gusto, cordialmente, con alegría
Longanimidad         Perseverancia. Nos ayuda a mantenernos fieles al Señor a largo plazo. Impide el aburrimiento y la pena que provienen del deseo del bien que se espera, o de la lentitud y duración del bien que se hace.
Fe – Fidelidad          Es facilidad para aceptar todo lo que hay que creer, firmeza para afianzarnos en ello, seguridad de la verdad que creemos, sin sentir dudas, oscuridades y terquedades.
Modestia       Regula los movimientos del cuerpo, los gestos, las palabras.
Nuestro espíritu, ligero e inquieto, está siempre revoloteando por todos lados, apegándose a toda clase de objetos y charlando sin cesar.  La modestia lo detiene, lo modera y deja al alma en una profunda paz.
Continencia – Templanza  Refrena la desordenada afición de comer y beber, impidiendo los excesos que puedan cometerse.
Castidad        Regula los placeres del cuerpo, evitando lo que no es lícito.

ORACIÓN PARA RECIBIR LOS DONES Y FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

Envía Padre los Dones y Frutos del Espíritu Santo.
Eterno Padre, en nombre de Jesucristo y por intercesión de la siempre Virgen María,
Envía a mi corazón al Espíritu Santo.
Ven, Espíritu Santo, y dame los dones de Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios.
Ven, Espíritu Santo, y dame tus frutos para caminar hacia la Santidad.
Gloria al Padre (3 veces)

CANTO LITÚRGICO °°°°°

RECIBIMOS LA BENDICIÓN CON EL SANTÍSMO SACRAMENTO

INVOCACIÓN
            Oh Jesús, que vas a darnos tu bendición a cuantos estamos aquí reunidos: humildemente te suplicamos que nos comuniques a todos la Gracia especial que necesitamos, tu Espíritu Santo. Te pedimos que tu bendición se extienda a las almas de los que sufren y no pueden venir a recibirla a tus pies. Que los débiles y los que se encuentran en tentación sientan tu poder donde quiera que se encuentren. Bendice a los enfermos y agonizantes. 

Tantum ergo sacramentum veneremur cernui et antiquum documentum novo cedat ritui prestet fides suplementum sensuum defectui
Genitori Genitoque laus et iubilatio salus, honor, virtus quoque sit et benediction Procedenti ab Utroque compar sit laudatio. Amén

Bendito sea Dios
Bendito su santo nombre
Bendito Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre
Bendito el nombre de Jesús
Bendito su sacratísimo corazón
Bendita su preciosísima sangre
Bendito Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar
Bendito el Espíritu Santo consolador
Bendita la excelsa madre de Dios María Santísima
Bendita su santa e inmaculada concepción
Bendita su gloriosa asunción
Bendito el nombre de María Virgen y Madre
Bendito san José su castísimo esposo
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos

LES DISTE SEÑOR EL PAN DEL CIELO
QUE CONTIENE EN SÍ TODO DELEITE

OREMOS °°° Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión: te pedimos nos concedas celebrar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención, Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

SE DA LA BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO

CANTO LITÚRGICO Y SE GUARDA LA RESERVA EUCARÍSTICA