21 de abril 2018. Nuestro santo padre, el Papa. Autor: Padre, Mario
García Isaza, formador, Seminario Mayor, Ibagué, Colombia. Se ha dicho, y con
sobrada razón, que entre las manifestaciones concretas de amor y de adhesión a
la Iglesia están necesariamente el afecto , el acatamiento filial, la devoción
por la persona del Sumo Pontífice. El documento de Puebla señala, entre los
elementos auténticos de la religiosidad popular, “el afecto cálido por la persona
del Santo Padre”
(N° 454) San Vicente de
Paúl nos dice : el Papa “ es el padre común de todos los
cristianos, la cabeza visible de la Iglesia, el Vicario de Jesucristo, el
sucesor de San Pedro; le debemos obediencia todos los que estamos en el mundo
para instruir a los pueblos en la obediencia que deben tener, lo mismo que
nosotros, a este pastor universal de nuestras almas… Entreguémonos a Dios para
obedecerle debidamente, y para recibir bien todo cuanto venga de su parte…A él,
el mismo Salvador le ha dado las llaves de la Iglesia…Él es como otra especie de
hombre, muy por encima de todos los demás hombres. Por eso hemos de mirarlo en
nuestro Señor y a nuestro Señor en él.” ( Conferencia del 19 de
diciembre de 1659)
Creo – al menos ese es mi caso – que todavía nos emociona el recuerdo de
la visita que el Papa Francisco hizo a nuestra patria el año pasado. ¡Qué
espectáculo maravilloso fue el que pudimos presenciar: el de un país entero,
representado por multitudes fervientes, de todas las regiones, de todas las
edades, de todas las clases sociales, aclamando al Papa ! Y, mucho más que eso,
¡qué abundoso banquete de doctrina, de aliento espiritual, de fe, de optimismo
en medio de las dificultades, de íntimos deseos de ser mejores, nos dejaron sus
palabras! Releer, ahora, lo que nos dijo a pastores y fieles, lo que les
predicó a los jóvenes en Bogotá, lo que nos enseñó sobre el amor al pobre,
sobre los caminos para buscar la verdadera paz, sobre la dignidad del hombre,
sobre la sacralidad de toda vida humana, sobre el respeto a Dios manifestado en
el cuidado de nuestra casa común, y sobre tantas otras cosas entrañables,
releer todo eso, digo, constituye una verdadera realimentación de la propia
vida humana, cristiana, sacerdotal.
Hago esta reflexión motivado por algo que está dándose en el mundo, y
concretamente en Colombia: una oleada creciente, en los medios de comunicación
y especialmente a través de los electrónicos, de ataques al Santo Padre, a su
magisterio, al respeto y acatamiento que todos le debemos. Ya no es sólo la
atosigante campaña del señor Galat, con sus extravagancias y sus delirantes
manifestaciones de un fundamentalismo francamente cismático; a mí, y puedo
obviamente suponer que a muchos les sucede, me vienen llegando desde hace algún
tiempo unas cuantas páginas plagadas de sandeces y de irrespeto al Sumo
Pontífice, que me hieren y me ofenden. Páginas, varias de ellas, que incluso,
para ser más taimadas y dañinas, se dan a sí mismas nombres que podrían hacer
pensar en ortodoxia y amor a la Iglesia; tales, por ejemplo, VOTO CATÓLICO, INFOVATICANA,
ADELANTE LA FE…Lobos arteros con piel de oveja. En esas páginas, se tergiversa
mañosamente cuanto dice el Papa; se controvierte su enseñanza, se atribuyen a
sus palabras un alcance y un sentido que no tienen, se llega incluso, en el
colmo de la osadía, a insinuar, y a veces a afirmar abiertamente, la
ilegitimidad de su pontificado y por lo mismo de su magisterio. Yo creo que es
nuestro deber enfrentar y contradecir semejantes exabruptos. Tenemos, por
fortuna, la posibilidad de bloquear esos canales, para que no nos llegue su ponzoña;
pero hemos de hacer más: enseñar y fomentar el amor al Santo Padre; inculcar
los sentimientos de profundo respeto, de incondicional acatamiento, de filial
adhesión que le debemos. Y, claro está, atender su insistente petición, orando
mucho por él. Correo electrónico: magarisaz@hotmail.com