29
de abril 2018. La marcha por la vida. Autor: Padre, Mario García Isaza,
formador, seminario mayor, Ibagué. Colombia.
“ Dios ha confiado a los hombres la
misión de conservar la vida…La vida desde su concepción ha de ser salvaguardada
con máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables” (Vaticano II, G. et S., 51) “La
vida humana es sagrada…Sólo Dios es señor de la vida, desde su comienzo hasta
su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de
matar a un ser humano.
..El que mata y quienes colaboran con él cometen un
pecado que clama venganza al cielo…La vida humana debe ser respetada y
protegida desde el momento de la concepción… Una acción o una omisión que, de
suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un
homicidio…” (Catecismo de la Iglesia, 2258, 2270, 2276))
Estas
citas parecen suficientes para decir cuál es la doctrina de la Iglesia católica
en relación con la vida del hombre, con su dignidad, con los crímenes que, como
el secuestro, el homicidio, el aborto, la eutanasia, infringen gravemente la
ley de Dios y desconocen el primero y fundamental derecho del ser humano: el
del respeto a su vida.
Desgraciadamente,
vivimos hoy, en Colombia y en el mundo, envueltos en lo que algunos se han
atrevido a denominar cultura de la muerte. Criminales monstruosos han sembrado
la muerte por años y años, y convertido muchas vidas en objeto de infame
compraventa, y anegado en sangre de hermanos la patria; y sus cabecillas ven
prohijados sus delitos no solo con la impunidad total sino con prebendas de
toda índole. Pero, algo peor: el Estado, - léase el gobierno - que por
naturaleza existe para proteger la vida y los derechos de los ciudadanos, viene
actuando desde hace años como un estado asesino; organismos que de él dependen,
como las Cortes, como el Parlamento, como el ministerio de salud, como
PROFAMILIA, se arrogan el derecho de establecer quién tiene derecho a vivir y
quién debe morir. No a otra cosa equivale el que un siniestro fiscal general,
(el anterior, señor Montealegre) presente un proyecto de ley para legalizar el
aborto en cualquier fase del período de gestación, y el Congreso no se apresure
a rechazar y hundir semejante infamia; o que la Corte constitucional le ordene
al ministro de salud, y éste corra servilmente a obedecerle, que reglamente la
eutanasia (¡el asesinato!) de niños y adolescentes enfermos; o que PROFAMILIA
se haya convertido en una innegable agencia de abortos. (¡infanticidios!) No les quitan, no, su carácter de asesinato a
estas acciones los eufemismos con que se enmascaran: interrupción voluntaria
del embarazo…derecho de la mujer a su cuerpo… muerte digna… piedad
sanitaria…Todo eso no es sino cálculo hipócrita para no llamar las cosas por su
nombre.
Frente
a esta avalancha homicida, estamos convocados, para el 5 de mayo, a una gran
MARCHA POR LA VIDA. Se trata de salir a gritar, con nuestra presencia y con
nuestra voz: ¡No al aborto! ¡No a la eutanasia! ¡No a quienes promueven la
muerte y la disfrazan con nombres sibilinos! ¡No a los proyectos que desfiguran
la familia como fuente del amor fecundo y de la vida! ¡No, en las ya próximas
elecciones, a los candidatos que admiten estos atentados contra la ley de Dios!
¡ Sí al Dios de la vida! ¡Sí a este derecho fundamental y primario de todo ser
humano, desde el momento de su concepción, y cualesquiera sean las condiciones
de su existencia ! Ojalá que este grito
sea tan clamoroso, y esta manifestación por la vida tan multitudinaria,
que a nadie le quede duda de nuestra
posición enhiesta y paladina; de que los tolimenses y los colombianos decimos:
¡ los promotores de la muerte no pasarán! Correo: magarisaz@hotmail.com