30 de abril 2018. Durante la homilía de la Misa celebrada en
la Casa Santa Marta, el Papa Francisco explicó la diferencia entre la
curiosidad buena y la mala, algo que señaló que es de gran importancia, pues
“nuestra vida está llena de curiosidad”. El Santo Padre se apoyó en el
Evangelio del día, de San Juan, en el que Jesús dialoga con los apóstoles sobre
la manifestación del Señor a sus discípulos. Según el Pontífice, este diálogo
es un “diálogo entre la curiosidad y la certeza”. Afirmó que la “curiosidad
buena” es como la de los niños cuando se encuentran en la “edad del por qué”.
Consiste en preguntarse el “por qué” de las cosas buscando una explicación.
Esta curiosidad buena permite “tener más autonomía”.
Por el contrario, la “curiosidad mala” es la de las
habladurías y los “chismes”. La mala curiosidad consiste en querer “husmear en
la vida de los demás”, indicó Francisco que también advirtió que este tipo de
curiosidad es una tentación que acompaña siempre a las personas a lo largo de
toda la vida. Además, indicó que la
curiosidad mala se hace todavía más maligna con internet. “En el mundo virtual,
cono los teléfonos y otras herramientas…, los niños van ahí y tienen curiosidad
por ver y encuentran muchas cosas malas. No hay una disciplina en esa
curiosidad. Debemos ayudar a los chicos a vivir en este mundo, para que el
deseo de saber no sea deseo de curiosidad y terminen prisioneros de esa
curiosidad”.
En cambio, la curiosidad de los apóstoles en el Evangelio es
una curiosidad buena: quieren saber lo que sucederá y Jesús responde con
certezas. Les señala que “la certeza se la dará el Espíritu Santo. No es que
venga el Espíritu Santo con un paquete de certezas. En la medida en que
entremos en la vida y pidamos al Espíritu Santo y abramos el corazón, Él nos
dará la certeza para ese momento, la respuesta para ese momento”. “El Espíritu
Santo es el compañero, acompaña la vida del cristiano”, destacó. “Pidamos al
Señor hoy dos cosas: la primera es que nos purifique en el aceptar la
curiosidad y que sepamos discernir: esto no debo verlo, esto no debo pedirlo… Y
la segunda gracia, que abramos el corazón al Espíritu Santo porque Él es la
certeza, nos da la certeza, como compañero del camino, de las cosas que Jesús
nos ha enseñado y que nos recuerda”. Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Juan 14:21-26. Fuente: Redacción
Aciprensa.