Evangelio para el domingo 8 de abril 2018. -«°°° ““Llegó Jesús, estando
cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a
Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi
costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás. Señor mío y Dios
mío”. °°° (Juan 20, 19-31).
Hombres y mujeres creyeron en el resucitado. La
resurrección es el acontecimiento máximo de nuestra fe católica. Crea una serie
de impactos para todos aquellos que quisieran entenderla y poder vivirla. El
principio es creer; si no se cuenta con la base, todo el misterio de Cristo, de
su Iglesia, de sus promesas, de la eternidad, del perdón; seguirá siendo tema
de discusión. En el capítulo 15 de su primera carta a los Corintios, el apóstol
de los gentiles logra un exquisito discurso sobre la resurrección de los
muertos, tomando como punto de partida la resurrección de Cristo: Él murió por
nuestros pecados; fue sepultado; resucitó al tercer día según la Escritura.
Ahora: Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó, si no
resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, también nuestra fe. °°° La
verdad es que Cristo resucitó: Si por un hombre viene la muerte, por un hombre
viene la resurrección °°°
El Evangelio según san Juan,
hablando de la resurrección, nos propone la siguiente consigna: “seremos
bienaventurados si logramos creer en Cristo Jesús resucitado”. Nos cuesta mucho
aprender a caminar de la mano de Aquel que superó la muerte, superó el pecado,
superó el tiempo y nos dio vida nueva manifestándose como el que está vivo, la
tumba está vacía; por qué temores, por qué dudas, lo importante es que resucitó
y está en medio de nosotros. Cristo
Jesús glorificado da la gran sorpresa a la humanidad, nadie esperaba verlo de
nuevo, nadie esperaba poder compartir con Él, nadie esperaba que se presentara
como el Señor de los vivos y el Señor de los muertos. La resurrección impacta fuertemente en la
mente, en el corazón, en la vida social, en el futuro de la historia; crea unos
espacios que nos enriquecen tanto, que fortifican a tantas familias creyentes.
La resurrección trae consigo los dones y las Gracias de Dios para la nueva vida
del mundo: Aparece la paz como una Gracia de Dios y responsabilidad nuestra de
cultivarla “Paz a vosotros”. Se inicia una misión, hombres y mujeres somos
enviados a proclamar ese mensaje de reconciliación y unidad “Así como el Padre
me ha enviado, así os envío yo”. El Espíritu Santo cumple la misión de darnos la
sabiduría y la fortaleza para continuar la obra que Cristo dejó “Dicho esto,
exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo”. Cuida tu
salud: La resurrección de Cristo es la
verdadera esperanza, aquella que no defrauda. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.