20 de octubre 2019. “La oración, primera fuerza del anuncio
misionero” Ángelus Regina Coeli, Papa Francisco. Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días! La segunda lectura de la liturgia de hoy propone la exhortación
que el apóstol Pablo dirige a su fiel colaborador Timoteo: “Anuncia la Palabra,
insiste en el momento oportuno y no oportuno. Amonesta, reprende, exhorta con
toda magnanimidad y enseñanza” (2 Timoteo 4:2). El tono es sincero, Timoteo debe sentirse responsable
de anunciar la Palabra, asumiendo un compromiso amplio que no excluye ninguna
esfera existencial. Estos sentimientos de San Pablo deberían ser los de todos
los discípulos de Jesús llamados a ser testigos del Evangelio en nuestro tiempo
por medio de un compromiso renovado.
El Papa Benedicto XV, hace cien años, para dar un nuevo
impulso a la responsabilidad misionera de toda la Iglesia, promulgó la Carta
Apostólica “Máximum illud”. Sintió la necesidad de actualizar evangélicamente
la misión en el mundo, para que pudiera ser
purificada de cualquier incrustación colonial y libre del
condicionamiento de las políticas expansionistas de las naciones europeas.
En un contexto cambiante como el actual, el mensaje de
Benedicto XV sigue siendo relevante, actual y nos estimula a superar la
tentación de cualquier cierre autorreferencial y de cualquier forma de
pesimismo pastoral, con el fin de abrirnos a la gozosa novedad del Evangelio.
En este tiempo nuestro, marcado por una globalización que debería ser solidaria
y respetuosa de la particularidad de los pueblos y en cambio, todavía sufre las
consecuencias de la homologación y viejos conflictos de poder que alimentan las
guerras y arruinan el planeta, los creyentes están llamados a llevar a todas
partes, con un nuevo impulso, la buena noticia de que en la misericordia de
Jesús vence el pecado, la esperanza gana sobre el miedo, la fraternidad gana
sobre la hostilidad. Cristo es nuestra paz y en Él toda división se supera;
sólo en Él está la salvación de cada hombre y de cada pueblo.
Para vivir la misión
en plenitud hay una condición indispensable: la oración, una oración ferviente
e incesante, según la enseñanza de Jesús, también proclamada en el
Evangelio de hoy, en el que cuenta una parábola “sobre la necesidad de orar siempre,
sin cansarse nunca” (Lucas 18,1). De hecho, la oración es la primera fuerza del anuncio, los misioneros son
ante todo hombres y mujeres de oración que nutren la fe en el vínculo constante
con el Señor para enfrentar las dificultades que conlleva la evangelización y al mismo tiempo, la oración
es el primer apoyo del Pueblo de Dios para los misioneros, llena de afecto y
gratitud para su difícil tarea de anunciar. Es importante preguntarse: “Rezo
por los misioneros? ¿Rezo por llevar la Palabra de Dios con el testimonio?
Pensemos un momento.
Que María, Madre de todos los pueblos, acompañe y proteja a
los misioneros del Evangelio todos los días.
Fuente: Zenit. Org.