24 de octubre de 2019

¿SOY JUSTO O INJUSTO, DELANTE DE DIOS?


Evangelio para el domingo 27 de octubre 2019. « °°° Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano.” (Lucas 18, 9-14).  Dos posiciones pueden surgir ante la experiencia de la fe en la oración: La rectitud de una persona y la mediocridad de otra. Las parábolas de Jesús son muy ilustrativas para poder cualificar nuestra vida espiritual con respecto al Evangelio y nuestra relación con los demás.   Se trata de descubrir si somos o no justos delante de Dios.  Si la manera como oramos es la expresión de lo que somos o es una arrogancia de lo que nunca hemos logrado ser. La humildad, la sencillez, el mismo hecho de abrirse a la acción del Espíritu Santo de Dios; permite que un creyente encuentre su propia justificación. 
Los justos son personas ecuánimes, equitativas, imparciales, razonables, honestas. El justo, no es el personaje que habla más de la cuenta. No exagera sus virtudes. No desconoce sus cualidades. El justo sabe perfectamente, quién es como persona, lo que le falta, lo que debe arrepentirse, lo que debe reconocer como situación de su propio pecado.

            Quien toma la actitud de un fariseo, se comporta delante de Dios, como aquella persona que hace alarde de lo que es o de lo que tiene. Su método es utilizar cantidad de palabras, como si pretendiera engañar a Dios o confundir al Salvador. Su actitud es engañosa y baja. Para sentirse superior a los demás, utiliza el método descalificador y anti ético, para decirle a Dios, que él no es como los demás. En el fondo, lo que hace una persona, de este modelo, es engañarse y creer que le está orando a Dios, pero en realidad, lo que está pasando, es que se mira en su propio espejo.  No es normal, lo que espera Dios en una persona de oración: El Nazareno es quien indica la respuesta correcta: “Les digo que al volver a su casa, el que quedó a paz y salvo con Dios, fue el recaudador y no el fariseo. Porque todo el que enaltece será humillado, y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas 18,14).

La oración siendo el momento más elevado del espíritu, la acción más transparente de un ser humano delante de Dios; descarta todo tipo de posibilidades que sean contrarias a una persona sana en el espíritu. ¿Será que podemos orar con arrogancia? ¿Será que podemos orar con hipocresía? ¿Será que podemos engañar a Dios, presentándonos como buenos e intachables delante de Él? ¿Será que caemos en la trampa del fariseo: haciendo alarde de nuestros méritos y calificando a los demás, como adúlteros y ladrones? °°° (cf. Lucas 18, 11-12). El Papa Francisco advertía en una de sus catequesis: “Aquel fariseo, que se considera justo, descuida el mandamiento más importante: el amor a Dios y al prójimo.” (1 de junio 2016). Cuida tu salud: La humildad es la condición ineludible, para poder hablarle a Dios.  Padre, Jairo Yate Ramírez.  Arquidiócesis de Ibagué.