Evangelio
para el domingo 20 de octubre 2019. « °°° Esto es lo que dice un juez sin
conciencia. ¿Y creéis que Dios no saldrá en defensa de sus escogidos cuando
claman a él día y noche? ¿Creéis que los dejará esperando? Yo os digo: sin
demora saldrá en defensa de ellos.” °°°
Lucas 18, 1-8. Hay que darle a la
oración el lugar que se merece como un estado de confianza y perseverancia. Como la base y fundamento de la vida espiritual. Es la enseñanza del Nazareno, quien pretende
que sus seguidores encuentren en la oración: la purificación de su ser, la
plenitud de su vida, la razón de su actuar, el medio para encontrarle solución
a las dificultades. El Mesías recurre a una parábola muy práctica: un juez que
no está interesado en administrar justicia y una viuda muy perseverante que le
reclama sin desfallecer sus propios derechos.
La perseverancia de una persona
orante marca el destino de quien quiere alcanzar la plenitud de su vida, sus
nobles ideales. El Hijo de Dios
recomienda la oración, como medio seguro para no equivocarse en la misión que
cada cual elija en su vida: “Oren para que no caigan en tentación” (Mateo 26,
41).
El
apóstol san Pablo considera la oración como un aspecto esencial de la vida
cristiana: hay que orar constantemente y darle gracias a Dios (1 Tesalonicenses
5,17-19). Hay que perseverar en nuestra oración (Romanos 12,12). Hay que orar
con el espíritu y con la mente (1 Corintios 14,15). Hay que orar con unas manos
piadosas, sin iras ni discusiones (1 Timoteo 2,8). El salvador del mundo enseña
los secretos y la pureza de la oración: Jesús insiste en la conversión del corazón:
Reconcíliate con tu hermano antes de llevar tu ofrenda al altar. (Mateo 5, 23-24). Ama a los enemigos y ora
por los que te persiguen (Mateo 5, 44 - 45). Ora al Padre en lo secreto: (Mateo
6,6). No gastes muchas palabras cuando hables con Dios (Mateo. 6,7). Perdona desde
el fondo de tu corazón: (Mateo 6, 14-15). Mantén la Pureza de tu Corazón y
busca el reino de Dios. (Mateo 6, 33). La oración tiene su audacia: “Todo lo que
pidan en la oración, crean que ya lo han recibido” (Marcos 11,24). La fuerza de
la oración: “Todo es posible para quien cree. (Marcos. 9, 23).
El
Catecismo de la Iglesia católica enseña que “la oración es la elevación del
alma hacia Dios o la petición a Dios de bienes convenientes" (San Juan
Damasceno). La Eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración. (Cf.
Catecismo 2643). Cuida tu salud: Orar bien, exige un buen método y una
excelente disciplina. Padre, Jairo Yate
Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.