10 de agosto 2018. Evangelizadores, anunciando a Jesucristo
hoy. Monseñor. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - El anuncio que realiza la Iglesia
del Señor está fundamentado en Jesucristo, que es presentado al mundo entero
como Salvador y Redentor. Toda la acción, la palabra, el testimonio de la
Iglesia se fundamenta en el Divino Maestro, no es obra de la propia voluntad o
de la propia decisión. Es Jesucristo quien está profundamente en cada una de
las palabras que transmitimos a los hombres y mujeres de todos los tiempos,
para que ellos libremente encuentren el camino de la verdad, que no es otro que
el camino de la salvación y de la vida eterna.
Este fundamento, Cristo, es el
contenido al que no podemos renunciar en nuestra acción evangelizadora. (Beato
Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n25).
Nuestros tiempos están cambiando profundamente gracias a los
nuevos desarrollos y capacidades tecnológicas que el hombre ha creado con sus
capacidades intelectuales, en apenas un siglo hemos pasado del gran desarrollo
de la tipografía, a los medios hablados, escritos, televisivos, las redes
sociales. Es tan fuerte el cambio de la comunicación que estamos perdiendo la
interacción personal entre los hombres, muchos de los intercambios son
meramente tecnológicos (El tema de las redes sociales e internet).
Es allí, en esos nuevos medios y lugares donde debemos
llevar a Cristo para que toque la vida de cada uno de los hombres y mujeres de
nuestro tiempo, para que sea una experiencia de vida cercana y accesible a cada
uno de nosotros, para que el Evangelio se convierta en vida diaria y en
experiencia de una vida de fe en la comunidad, en la Iglesia de Cristo. Dice el
Maestro, “he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia...”
(Jn 10, 10).
El anuncio de Cristo tiene que ser un anuncio claro, explícito,
seguro, ordenado en sus contenidos y en sus acciones concretas y que tengan
incidencia en la vida. No es un anuncio alejado de la vida y de la experiencia
de la sociedad que tienen quienes lo reciben. Esta es una de las grandes
contradicciones que tienen hoy los creyentes: su forma de vida esta distante de
cuanto profesan y creen. El evangelio no toca la vida de comodidad, de
bienestar, de desarrollo tecnológico de que disponen.
El Evangelio de Cristo, es una Palabra cierta, verdadera,
que toca la existencia de los hombres, los toca con la riqueza de su fuerza,
como un gran fuego que hace arder de amor la existencia de muchos, este
Evangelio toca dimensiones diversas y precisas de la existencia del hombre: su
dimensión personal en primer lugar, las relaciones que establece con la familia
y la comunidad de otros que viven el Evangelio, la interacción con otros
hombres y comunidades (Beato Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 29).
No hay contradicción entre Evangelio y vida humana. En el
anuncio de Jesucristo, la humanidad encuentra el camino para fortalecer su
existencia y hacer resplandecer el hombre en todas sus mejores dimensiones. El
hombre es el camino del Evangelio, en la predicación del mensaje del Evangelio,
en la predicación de la salvación que Cristo ofrece, se encuentra el verdadero
camino de la Iglesia y del hombre (San Juan Pablo II, Redemptor hominis).
No hay contradicción entre fe y ciencia, entre la fe en
Cristo y el desarrollo del mundo actual. Uno de los grandes retos de la
humanidad en los últimos decenios, es el desarrollo de sus capacidades y
conocimientos, que han hecho posible que el hombre tenga en sus manos muchas
capacidades y elementos para desarrollar su bienestar. Para muchos parece una
contradicción entre estas capacidades y la opción de vida que acepta a
Jesucristo.
Aceptar a Jesucristo, es aceptar la esperanza, el camino de
una vida nueva, donde damos testimonio del amor y de la caridad en medio de la
comunidad humana. El siglo pasado presentó un modelo de lectura de la comunidad
humana basado solamente en los temas de la economía y de las relaciones
sociales (Marxismo, comunismo, colectivización), modelos que no tienen
esperanza y que destruyen la vida del hombre quitando sus derechos y sus
capacidades de realización personal.
El tema de la evangelización, del anuncio de Cristo es
fundamental para la Iglesia, en esta novedad se encuentra su vitalidad y su
dinamismo. Cada vez que es fiel a este mandato del Señor, “Id al mundo entero y
predicad del evangelio” (Mc 16, 15). La Iglesia se renueva y se fortalece, hace
resurgir el fuego de su vitalidad y de la novedad de su vida, que ha cautivado
a los santos y a los hombres a lo largo de la historia.
Abramos el corazón a la evangelización, y después de aceptar
en nuestras vidas a Jesucristo, dediquemos lo mejor de nuestro ser a la
evangelización para que Cristo sea conocido, amado y servido por muchos hombres
y mujeres de nuestro tiempo.
De esta riqueza vive la Iglesia y de ella se fortalecen
nuestras comunidades eclesiales en este tiempo que nos ha regalado Dios para
evangelizar: llevar la buena noticia de Jesucristo a todos los hombres. Esta es
la invitación para nuestra Iglesia diocesana, a ser fieles a este mandato
evangelizador de Cristo, llevar la buena noticia a todos, y ponerle a Él en el
corazón y en la vida de cada uno de los hombres y mujeres de nuestra comunidad.
+ Víctor Manuel Ochoa Cadavid. Obispo de Cúcuta. Colombia.