Evangelio para el domingo 12 de
agosto 2018. °°° « Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el
desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el
hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el
que coma de este pan vivirá para siempre”. °°° Juan 6, 41-51. La
auto-revelación de Jesús inquieta y enfurece al mundo no creyente: El Maestro
advierte:
“No critiquéis, nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me
envió”. La manera como se pueda saber, qué es lo hay dentro de alguien, es que
ese alguien exprese lo que él es: “Yo
soy el Pan de vida.” En la persona de Cristo Jesús, hay algo dentro que no
logran descubrir los judíos, hay algo que fascina, que llama la atención, que
mueve el corazón, que invita a pensar, que permite descubrir algo más elevado
de lo que somos nosotros mismos: “El que coma de ese Pan vivirá para
siempre.” Ese algo es Dios.
En Jesús se cumplen las dos
realidades: de ser hombre y de ser Dios. De ser hombre, comparte la realidad de
lo que somos los hombres y las mujeres, comparte el dolor, entiende el
sufrimiento, recoge los deseos de una comunidad, lee los pensamientos de los
demás por sus expresiones: “vuestros padres comieron el maná y murieron”. Entra
en la realidad de cada cual, propone un estilo de vida como medio de superación
para que pueda entrar la parte divina en nosotros. De ser Dios, presenta un
Reino que no es de este mundo, “yo lo resucitaré en el último día “. Perdona
pecados, sana enfermos, resucita muertos, convierte el agua en vino. San Pablo,
apóstol de los gentiles, plantea y exhorta una lección práctica para quienes
acepten a Cristo y deseen reproducir el modelo divino en sus vidas: “Sean
benignos y compasivos unos con otros, perdónense mutuamente” (cf. Efesios
4,32). El Santo Padre Francisco acierta en su reflexión eucarística,
proponiendo distinguir entre las ofertas del mundo y la oferta del Hijo de
Dios: “Si miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que existen muchas
ofertas de alimento que no vienen del Señor y que aparentemente satisfacen más.
Algunos se nutren con el dinero, otros con el éxito y la vanidad, otros con el
poder y el orgullo. Pero el alimento que nos nutre verdaderamente y que nos
sacia es sólo el que nos da el Señor”. Cuida tu salud: La comunión con Dios, solo es
posible a través de Jesús. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.