Evangelio para el domingo 30 de
septiembre 2018. °°° « Maestro, hemos visto a uno que sacaba demonios en tu
nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.” Jesús
respondió: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no
puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor
nuestro”. °°° Marcos 9, 38-43. 45.
47-48. Con este último episodio termina
la misión evangelizadora de Jesús en Galilea. El Maestro está atento a la forma
como va progresando el Reino de Dios en la comunidad.
No es fácil cambiar los
parámetros de pensamiento de una sociedad acostumbrada a medir su “Modus
vivendi”, con la fortaleza, la grandeza, la superioridad, el triunfalismo, el
sentirse diferente a los demás. No podemos caer en la desafortunada idea de
creer que tenemos el monopolio de la verdad. Tampoco podemos ubicarnos por
encima de los demás; pensando que no debo escuchar a quien no piensa igual a mi
planteamiento. Eso es Intolerancia.
El camino correcto que
enseña el Salvador del mundo, es que debemos ser prudentes antes de emitir un
juicio: hay que aprender a escuchar a los demás: “Audi alteram partem”. Hay que
dejarse guiar más por el Espíritu de Dios y menos por la arrogancia humana. Así
se lo enseñó Moisés a José hijo de Nun, cuando lo reprendió diciéndole: “Tienes
demasiado celo por mí °°° ojalá les diera el Señor a todos su espíritu y todos
en el pueblo del Señor, fueran profetas” (cf. Números 11,29). La exquisita
enseñanza bíblica es superar la arrogancia, por la humildad: “Preserva a tu
siervo de la arrogancia °°° así quedaré libre e inocente del gran pecado” (cf.
Salmo 18). Quien pretenda tener autoridad
sobre los demás, deberá hacerlo desde el servicio; con el respeto por la misión
que los demás cumplen en la sociedad. Deberá convertirse en modelo y no en
escándalo para los demás. Esa es precisamente la piedra con la que no se puede
tropezar: “Más vale entrar cojo a la vida que con los dos pies ser arrojado al
fuego que no se apaga” (Marcos 9, 43). Hay
que aprenderle a Dios, cómo funciona una sociedad, encontrando la diferencia
entre lo grande y lo pequeño; lo sencillo y lo orgulloso; el humilde y el
pedante; el paciente y el agresivo. El Papa Francisco propone que “la única
autoridad creíble es la que nace de ponerse a los pies de los otros para servir
a Cristo”. Lo contrario será un metal que resuena o un címbalo que aturde °°°
(cf. 1 Corintios 13,1). Cuida tu salud: “Hay personas envidiosas, ante el bien
que los demás hacen”. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.